En tiempos de cuarentena, la exigencia de adaptar la rutina a la casa parece imposible. Porque lo es. Cumplir con las exigencias laborales, con el rol de madre, con ejercitarse y mantenerse ocupadas termina abrumándonos más que ayudándonos. Y es que los humanos le tenemos miedo a la inestabilidad, a lo desconocido y, sobre todo, al ocio. En Paula preparamos esta guía para tratar de vivir, por primera vez, sin la exigencia de rendir.
Por qué es importante
"Estamos en una situación de supervivencia que genera estrés, ansiedad y angustia. Eso es innegable. Desde la neurociencia está comprobado que cuando el cerebro no se encuentra bien emocionalmente, no puede conectar positivamente con el resto, ni con sus objetivos. Por eso es importante entender que volver a la normalidad o hacer como si todo sigue igual es prácticamente imposible. Sin embargo, como estamos acostumbrados a valorarnos a través del éxito, nos exigimos rendir en todas las áreas de la misma manera de siempre y, a final de cuentas, eso solo provoca inestabilidad emocional, que es justamente lo que más deberíamos cuidar", explica Bárbara Homan, psicóloga clínica del Centro de Intervención Temprana.
Atreverse a soltar
Para evitar un colapso mental, lo primordial es aceptar que no estamos viviendo una situación normal y que, por lo tanto, no vamos a cumplir con todas nuestras expectativas. "Debemos asumir que no podemos hacerlo todo y que es momento de priorizar. No voy a poder ser perfecta en todas las áreas. Y si me propongo serlo, voy a terminar acumulando más frustración. Creo que es súper importante perderle el miedo a no cumplir con la rutina que teníamos antes", dice Homan. El psicólogo Ignacio Silva, académico de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile, concuerda con esto; sin embargo, asegura que es primordial establecer horarios. "Claramente nuestra rutina no puede seguir siendo igual, pero el ser humano necesita de un orden para mantenerse sano mentalmente. El desafío acá es replantearse ese orden y hacer el ejercicio de entender qué merece importancia y qué se puede aplazar".
Perderle el miedo al aburrimiento
Las desesperación por no tener con qué distraerse durante la cuarentena es colectiva. Según explica Ignacio, esto deja en evidencia el escaso espacio para el ocio que existe en la cotidianidad. "Nuestra rutina normal está basada en ir llenando esos espacios vacíos con actividades porque no sabemos cómo entretenernos sin estímulos. Y si dejamos de recibirlos, entramos en pánico", dice. Para Bárbara es importante transmitir el mensaje de perderle el miedo a simplemente estar. "Este estado genera mucha ansiedad y por eso tendemos a evitarlo. Pero no hay nada de malo con que nos aburramos y no pasa nada si los niños no tienen los estímulos que reciben en el colegio durante un tiempo. No hay que abrumarse ingeniándoselas con qué juegos distraerlos".
Dejar de compararse
Las redes sociales, como siempre, son un arma de doble de filo. Si bien sirven para mantenernos informados, también nos muestran contenido que podría terminar generándonos daño. "Lo que pasa es que la gente está exponiendo mucho el cómo sobrelleva el aislamiento, lo que no está mal, pero inconscientemente las personas tienden a cuestionarse y compararse con el otro. Si veo a alguien que improvisó un taller increíble para sus hijos, que preparó un rico almuerzo o que entrena diariamente, efectivamente va generar una presión en mi rendimiento", cuenta Bárbara.
Hablar con el empleador
Aunque el teletrabajo sonaba como una opción tentadora, después de practicarla una gran parte de las personas, sobre todo quienes tienen hijos, se dieron cuenta de que no era tan ideal. "Lo que pasa es que uno en la oficina cumple con el rol de trabajador y en la casa con el de familiar. En cuarentena se tienen que mezclar los dos, y si no se cuenta con ayuda resulta casi imposible. No se le puede pedir a una persona que rinda de la misma manera si tiene a su hijo al lado. Por lo mismo, si el empleador aún no toma consciencia de esto, es importante planteárselo e ir poniendo límites", dice Ignacio.
Pensar en comunidad
"Nosotros somos mamíferos, aunque lo perdemos con lo cotidiano. Y como tales, somos seres que funcionamos en comunidad. Deberíamos aprovechar esta oportunidad para trabajar la empatía y ver cómo podemos ayudar al de al lado", dice Homan. Ignacio Silva asegura que una buena técnica para controlar la ansiedad del encierro es cambiando el discurso. "Cognitivamente no nos debemos centrar en que nos están reprimiendo y que por eso no podemos salir, sino que estamos permitiendo, a través de nuestra decisión, frenar la curva de contagio y proteger a las personas que son más vulnerables a este virus".