Sentir para sanar y por qué ser positivos siempre no es la mejor estrategia

Sentir para sanar



En una de sus presentaciones la popular autora y coach espiritual estadounidense Teal Swan habló de la mala relación que en la actualidad la mayoría de las personas tenemos con las emociones. “En general la sociedad hoy no tiene una buena relación con las emociones. No entendemos lo que son ni el propósito que cumplen y tendemos a verlas como algo que nos perjudica sin percatarnos dque en realidad son portadoras de información”, comentó. Explicó que tendemos a suprimirlas, porque no comprendemos la función que cumplen en los procesos de sanación o superación de problemas y que, en este sentido, subestimamos su rol.

En una de sus presentaciones la popular autora y coach espiritual estadounidense Teal Swan habló de la mala relación que en la actualidad la mayoría de las personas tenemos con las emociones. “En general la sociedad hoy no tiene una buena relación con las emociones. No entendemos lo que son ni el propósito que cumplen y tendemos a verlas como algo que nos perjudica sin percatarnos de que en realidad son portadoras de información”, comentó. Explicó que tendemos a suprimirlas, porque no comprendemos la función que cumplen en los procesos de sanación o superación de problemas y que, en este sentido, subestimamos su rol.

Javiera Donoso, psicóloga clínica especialista en trauma y fundadora de la Academia y Centro Psicoterapéutico de Amor Propio, comenta que tener una una actitud positiva constructiva, que permita identificar un problema y a su vez una solución en lugar de solamente quedarse en el conflicto y la frustración, sí puede ser una buena herramienta. Pero aclara que esto no es lo mismo que el positivismo tóxico que nos impide ver la realidad de forma objetiva. La especialista explica que, este segundo concepto, corresponde a “una mirada parcial, fantasiosa y evitativa”. Agrega que el positivismo tóxico nos impide considerar e integrar todos los factores de realidad que puede tener una situación realmente compleja. “Nos incita a creer que esto está solamente en mi mente o que depende de la actitud que yo ponga. El positivismo tóxico es este mecanismo de defensa que también está súper propiciado por la cultura del éxito personal, del individualismo de creer que tú puedes y que simplemente con la mejor actitud lo vas a lograr”, aclara.

Al contrario de las tendencias de moda que propugnan ser positivos siempre y autoconvencerse de que estamos felices incluso cuando no es verdad, la forma de superar una dificultad emocional es sentir las emociones para sanar. No obviar sentimientos porque son incómodos o porque los asociamos a algo negativo. Tampoco auto engañarnos porque esa sensación de falsa felicidad es superficial y no lleva realmente a superar la dificultad o el problema.

De hecho, suprimir o reprimir puede ser una estrategia tremendamente nociva. Según el estudio Inducción de Amnesia a través de la Supresión Sistémica publicado en 2016 en la revista Nature, la supresión de información vinculada a eventos desagradables o difíciles genera daños en el hipocampo y puede resultar en amnesia de otros episodios de nuestra vida. Además, afecta la capacidad de aprendizaje y la formación de recuerdos presentes. Reprimir información incluyendo emociones es un arma de doble filo.

Javiera Donoso explica que precisamente toda emoción es información que se asocia a una necesidad o una vía de adaptación y en este sentido no solo nos permiten sobrevivir sino también sanar. “La emoción nos entrega información sobre lo que estamos viviendo y son los recursos que podemos desplegar para adaptarnos y para sobrellevar una determinada situación”, explica. “Si yo conecto, escucho y permito sentir una emoción, también voy a poder identificar qué necesito para resolver o lidiar con una situación estresante. Por ejemplo si yo siento miedo ante una situación peligrosa, esa emoción de miedo va a movilizar una respuesta fisiológica y este mecanismo de huida es lo que me va a permitir ponerme a salvo”, explica la especialista. Agrega que tal como ocurre en este ejemplo, el mismo mecanismo de acción se puede extrapolar a todas las emociones y cada una de ellas va a tener una función adaptativa que nos va a conectar con una necesidad. Y ésta, a su vez, va a permitir que se pongan en marcha los recursos para sobrellevar y para lidiar con las situaciones estresantes o críticas en la vida.

La psicóloga clínica Michelle Pollmann fundadora del Centro Al Alma, explica que para sanar es fundamental contactarse con las emociones. “Las emociones son el lugar de la sanación. Y esta sanación ojalá pueda hacerse con alguien que te sepa guiar a nadar en esa tormenta que puede ser el mundo emocional porque cuando nadie nos ha enseñado a conectarnos con eso puede dar mucho miedo”, explica. Y agrega que el primer paso para entrar en ese mundo y en el camino de la sanción a través de la emoción es preguntarse qué es lo que me está pasando. “La primera pregunta es ¿qué estoy sintiendo? La segunda es ¿qué hago con lo que me pasa?”. La especialista comenta que nos cuesta mucho mostrar nuestra vulnerabilidad porque en la gran mayoría de los casos nos estamos regulando. Agrega que muy pocas veces encontramos lugares cercanos y humanos manifestar lo que nos pasa porque en general la reacción del entorno es querer hacer algo para deshacerse de la emoción que consideramos negativa. “Si tienes pena hacemos lo posible para que no la sientas en vez de quedarnos ahí acompañando esa pena”, explica.

Pero si las emociones cumplen funciones tan relevantes no solo como mensajeras de información sino como piezas clave en el proceso de sanción emocional ¿por qué, tal como explica Michelle Pollmann, nos sentimos tan incómodos cuando las enfrentamos —sean ajenas o propias— y tratamos de deshacernos de ellas a toda costa?

Javiera Donoso comenta que esto podría explicarse principalmente por dos factores. “Primero hay una falta de educación sobre las emociones por lo tanto desde ese desconocimiento hay una cultura que las asocia con con efectos negativos como irracionalidad o inestabilidad”, explica. “Por otro la priorización de la razón y tienden a la minimización o a la evitación o la represión de las emociones privilegiando otros mecanismos adaptativos como recurrir a soluciones prácticas, explicaciones lógicas, racionales por sobre la vivencia afectiva e incluso la vivencia somática o corporal”.

Sin embargo, la especialista es clara en destacar que la vulnerabilidad es un recurso muy valioso a pesar de que en muchas instancias la visión de que lo racional debiese superponerse a lo emocional, pasando adelante el pragmatismo y la actitud positiva ante todo. “Cuando me doy cuenta que soy frágil, soy capaz de pedir ayuda, buscar apoyo, cuidarme, etc.”, comenta. “De lo contrario corremos el riesgo de vivir en una suerte de omnipotencia que es muy peligrosa porque nos expone a la soledad, el aislamiento y todos los riesgos que aquello supone”. Agrega que la única forma de conectar con la vulnerabilidad que nos une y reúne con los demás es siendo conscientes de nuestras emociones.

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