Serie The Undoing: ¿Hasta qué punto podemos idealizar a una pareja y negarnos a ver la realidad?
The Undoing es una miniserie de suspenso psicológico que se estrenó el 25 de octubre en HBO y que presenta un caso lleno de misterio con un gran elenco: Grace (Nicole Kidman), una reputada psicóloga de Manhattan que pierde el control de su vida cuando su marido Jonathan (Hugh Grant) desaparece de repente y la madre de un compañero del colegio de su hijo aparece brutalmente asesinada. Cuando se descubre que ambos estaban teniendo una aventura fuera del matrimonio, la policía encaja las piezas rápidamente y apuntan al hombre como principal sospechoso del crimen.
La trama se basa en descubrir si su huida es una declaración de culpabilidad o hay algo más detrás de toda esta historia. Y –alerta de spoiler– la respuesta es que efectivamente no hay nada más detrás, porque Jonathan es el asesino de Elena (Matilda de Angelis), tal y como se sugería desde el principio de la historia. Y aunque la crítica no ha sido muy benevolente con la serie, esta no es una historia nueva, ya que su guión se basa en la novela de Jean Hanff Korelitz, Tú ya lo sabías.
Y es justamente en el título de la novela original donde nos queremos detener: The Undoing, que se podría traducir como La Ruina, que apunta al desplome que se genera en la vida de todos los personajes después de enterarse de la verdad. Sin embargo, el nombre de la novela podría entenderse como una interpelación a la protagonista. Tú ya lo sabías, de cierta manera le dice a ella que no debería sorprenderse porque por alguna razón, de algún modo, ella tenía la certeza de que su marido era el asesino, aunque durante mucho tiempo lo negó o no lo quiso querido ver. Y si bien en esta ficción se trata de un caso extremo porque una mujer no se atreve a enfrentarse a la idea de que estuvo casada con un psicópata asesino, en la vida cotidiana a muchas personas les cuesta ver lo malo de las parejas porque las idealizan.
Pamela Larraín, psicóloga clínica especialista en terapia de parejas explica que la idealización es esperable en la etapa inicial de una relación. “Se puede dar en la etapa de enamoramiento, pero luego debería venir un periodo en el que uno empieza a encontrarse con otros aspectos y desde ahí podría construir una imagen más integrada de la persona. Todos tenemos aspectos positivos y negativos, y reconocerlos nos permite avanzar hacia una segunda etapa, que involucra una mirada más realista del otro u otra, pudiendo integrar los aspectos deseables y menos deseables de la otra persona”, explica.
Sin embargo –agrega– a veces suele ocurrir que nos quedamos solamente en la idealización, no tomando en cuenta ciertos aspectos de la pareja y esto podría ser por diversas razones: una necesidad muy grande de mantenerse en una relación; miradas muy polares de la vida y de las personas en general, es decir donde las personas son vistas en positivo o negativo; porque se ha sufrido mucho en relaciones anteriores entonces uno se aferra e idealiza a la otra persona para no desencantarse; tener expectativas muy altas del otro u otra y de las relaciones no pudiendo ajustarlas y manejar la frustración que pueden generar las imperfecciones del otro.
“También ocurre que algunas personas al estar muy cerca o muy involucradas emocionalmente en una relación no son capaces de tener la distancia emocional necesaria para poder mirar al otro como tal y solo una vez terminada la relación logran ver con mayor claridad. Esto suele pasar con personas que se involucran en relaciones donde la otra persona pasa a ser todo, cuando se aíslan y cortan vínculos con otras personas y se tiende a idealizar a la pareja porque si dejan de hacerlo, se dan cuenta que están muy solas”, agrega Pamela.
La psicóloga Marisol Sagredo complementa y dice que cuando la idealización sobrepasa el tiempo esperable del enamoramiento se podría hablar de una idealización más patológica y que en psicología se conoce como el Complejo de Brunilda. “Es un complejo inconsciente que aparece cuando en una relación de pareja una persona ensalza extremadamente a la otra u otro, de tal manera que es considerada como un superhombre, superheroína o principe azul y todas las otras cosas y personas pasan a segundo plano versus el rol protagonista de la pareja”, explica. Y aclara que este tipo de personas, así como idealizan, también tienden a devaluar, es decir, cuando hay algún quiebre, sienten todo lo contrario, y ven a la ex pareja como una persona totalmente imperfecta.
Y aquí entra en juego también el autoengaño, que según explica Marisol, reafirma todo lo que yo soy. “El asumir que la persona que tengo como perfecta, ya no es tan perfecta, implica aceptar que todo lo que he construido se desarme. Y por tanto mantengo toda esta situación, pero de manera inconsciente, porque el autoengaño no es un acto racional”, dice.
La influencia del entorno como en todo el contexto sociocultural no se puede dejar de lado en este tema. Según Pamela este tiene directa relación con la idealización de las parejas. “Hay una serie de mandatos culturales que están insertos en nosotros y que conocemos a través de las relaciones de pareja que vemos en nuestro entorno, en nuestra familia, también en las películas, cuentos y ahora en las redes sociales, que nos hablan de lo que el amor o la relación de pareja debiese ser. Pocos hablan y poco se muestra de lo más real, de las imperfecciones, del dolor y aquello que no es ideal en el ámbito social y entonces estamos todo el tiempo intentando alcanzar ese ideal de hombre o mujer en la relación. Y esto nos puede llevar a no tomar en cuenta o meter debajo de la alfombra aspectos del otro que no caben dentro de este molde que viene dado por la sociedad y la cultura”, explica Pamela.
Y concluye que por eso es importante ser conscientes de esto, porque podría suceder que uno no detecte señales negativas de una pareja –machismo, egoísmo, falta de empatía o incluso violencia– más que por una idealización, por una historia personal que nos lleva a tolerar y normalizar este tipo de conductas. “Ser lúcidas y lúcidos en esto es clave, porque siempre las señales siempre están”, afirma.
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