Simone de Beauvoir: Relaciones abiertas, feminismo y el inicio de la sororidad

Simone de Beauvoir



Murió a los 78 años de edad, sin embargo, su obra y pensamiento ha traspasado generaciones de mujeres que al leer sus autobiografías y ensayos siguen identificándose con su pensamiento crítico sobre la sociedad y el significado de ser mujer. Su libro, El Segundo Sexo (1949), en el que la autora dio cuenta de la situación de las mujeres en la historia y la necesidad de ampliar sus libertades, sigue siendo un referente para los movimientos feministas.

Lo cierto es que esta escritora y filósofa parisina, desde su juventud, se atrevió a plasmar sus ideas feministas e incomprendidas para su época. “En la realidad, no me sometía a nadie: era, y seguiría siendo siempre mi propia dueña”, escribió. “No me imaginaba nunca como la compañera de un hombre: seríamos dos compañeros”.

Guiada siempre por el pensamiento del “yo decido”, optó a los 21 años por vivir sola, yendo contra todo lo establecido para la época. Así, arrendó un pequeño departamento a su abuela, quien era dueña de un edificio en París. Durante ese tiempo no solo decidió que sería escritora, sino también terminó sus estudios universitarios en la Sorbonne y conoció a su pareja, el filósofo Jean-Paul Sartre. En él, la escritora no vio la posibilidad de tener una familia e hijos, sino de vivir el amor en completa libertad. “Era la primera vez en mi vida que me sentía intelectualmente dominada por alguien”, escribió.

Una relación abierta e igualitaria, en la que ambos tuvieron otras parejas a lo largo de su vida. Sin embargo, para cada uno de ellos el otro era su amor esencial, una complicidad inigualable que solo terminó con la muerte del filósofo en 1980.

Zaza y Simone: El inicio de la sororidad

En la construcción del pensamiento feminista de Simone de Beauvoir, hubo una mujer especial que no solo conquistó la mente de la escritora, sino también su corazón. Esa fue su amiga Elisabeth Lacoin, más conocida como Zaza.

Se conocieron a los nueve años cuando eran compañeras del colegio, y desde entonces se hicieron inseparables. La inteligencia despierta y los múltiples talentos de Elisabeth fascinaron a Beauvoir, quien en su autobiografía Memorias de una joven formal la menciona en gran parte de sus capítulos: “La manera en que se dirigía a las profesoras me asombró; su naturalidad contrastaba con la voz estereotipada de las demás alumnas”.

Con Zaza, Simone pudo de ser ella misma sin tapujos ni reservas, es más, descubrió que podía ser una mejor versión de sí misma. Así, lo cuenta la escritora Carmen G. de la Cueva en su libro Un Paseo por la vida de Simone de Beauvoir, quien señala que la filósofa admiraba la independencia, libertad, confianza y seguridad en sí misma de su amiga. “Ese reflejo que le ofrecía el mirarse en Zaza hizo que Simone se replanteara muchas cosas acerca de qué clase de niña era y qué clase de persona quería ser”, comenta la autora.

Su relación con Zaza aparece también, pero de forma ficcionada, en su novela Inseparables. En esa publicación Simone devela un sentimiento “sin nombre” que abrazó su corazón de una forma pasional. “No sospechaba cuánto necesitaba yo compartirlo todo con ella; eso era lo que más me desconsolaba; acababa de darme cuenta de que mi amiga no tenía idea de lo que sentía por ella”.

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