¿El precio de la belleza? No es inusual que en redes sociales encontremos publicaciones relacionadas a investigaciones en animales que algunos laboratorios hacen para marcas de cosméticos, principalmente de maquillaje. Conejos con los ojos irritados o con heridas en la piel son algunas de las imágenes más comunes, muchas veces asumiendo que es la única manera de probar que los productos son lo suficientemente seguros para el uso humano.

En abril de este año la ONG Te Protejo y Cadem publicaron que el 78% de las mujeres rechaza los experimentos en animales con fines cosméticos. La directora general de la organización, Camila Cortínez, aseguró entonces: "Cada día más consumidores están exigiendo productos con certificación Cruelty Free, por lo que es importante que las empresas cosméticas tomen acción". Pese a esto, desde la marca The Body Shop aseguran que el 80% de los países del mundo aceptan el testeo en animales, siendo solo la Unión Europea (desde 2013 la UE prohíbe la comercialización de productos cosméticos probados en animales), Noruega y Suiza quienes rechazan estas pruebas, a lo que se suman países con legislaciones al respecto como Nueva Zelanda, India, Israel, Corea del Sur, Taiwán, Turquía, Guatemala y Vietnam.

De hecho, según información de Cruelty Free International, se usan aproximadamente medio millón de animales en pruebas cosméticas cada año, siendo los más comunes los ratones, conejos, conejillos de indias y hámsteres. La gran pregunta es, si hay tantas personas en contra, ¿por qué se sigue experimentando en animales con fines cosméticos?, y ¿qué otras alternativas existen?

La directora comunicacional de Te Protejo, Nicole Valdebenito, nos ayuda con estas interrogantes. "Las marcas grandes no quieren quedar fuera de China, un mercado demasiado atractivo por la cantidad de consumidores", explica, haciendo alusión a que en dicho país, por obligación, las marcas deben testear en animales para poder entrar al comercio local. Como explica Humane Society en su sitio web, aunque contradictoriamente los productos que se producen en China no deben ser testeados en animales, aquellos cosméticos ordinarios y de uso especial que provienen del extranjero sí, de otra forma no entran en el comercio local.

Esto hace que las grandes marcas entren en conflicto con la legislación europea, por lo que optan por ciertas triquiñuelas. "Las marcas dividen -explica Nicole-, esto es muy confuso para el consumidor, porque la misma compañía para algunos lugares hace testeo y para otros no, entonces no tenemos cómo saber qué es lo que llega, por ejemplo, a Chile".

Ahora, en el caso de las compañías más pequeñas, mantener las pruebas en animales puede tener motivos ligados a lo económico y a la costumbre. "En algunos países existen incentivos para avanzar científicamente en este tipo de testeos, pero pasa también que hay poca información", nos cuenta la representante de Te Protejo. Y agrega: "La gente no sabe que hay pruebas alternativas que son más eficaces, entonces prefieren seguir la costumbre de enviar productos al laboratorio de siempre y probar su toxicidad en animales".

LAS ALTERNATIVAS

A diferencia de lo que muchas personas creen, testear productos cosméticos en animales no es lo más eficiente ni mucho menos la única manera de probar que un producto sea tolerable y efectivo. Cabe destacar que la alternativa no implica el testeo en primera instancia en personas, sino que solo se piden voluntarios cuando ya se sabe que el producto es seguro, y se hace para probar durabilidad y eficacia, por ejemplo.

Según explican desde The Body Shop, las principales alternativas a la experimentación en animales son el uso de tejidos humanos y modelos de computadora. Casi todos los tipos de células se pueden cultivar al interior de un laboratorio, lográndose incluso crear estructuras tridimensionales, tales como órganos humanos en miniatura. También se usan células humanas donadas por voluntarios a través de sangre, sin que esto afecte al donante en lo absoluto.

En el caso de los modelos computacionales, las máquinas son capaces de replicar aspectos del cuerpo de las personas para predecir la seguridad de nuevas sustancias cosméticas basadas en el conocimiento de las sustancias que ya existen.

El brand manager de Pamela Grant, Manuel Figueroa, explica que en caso de que sus productos necesiten testeo, por ejemplo para comprobar que sean hipoalergénicos o que cuenten con protección UV, se realizan estudios en clínicas dermatológicas especializadas que cumplan con estándares protocolares y certificación global. "Otro tipo de estudios, como los de eficacia, se realizan mediante pruebas in vitro sobre los activos estudiados durante el proceso de investigación y desarrollo".

Desde Te Protejo insisten en que estas alternativas tienen una eficacia de un 80% a un 90%, muy superior al 55% que alcanzarían las pruebas en animales. Nicole es enfática: "En la cosmética no hay nada que se testee en animales que no se pueda probar con experimentos alternativos".

En Chile es en las universidades donde principalmente se hacen las pruebas alternativas, pero la mayoría de los laboratorios cosméticos nacionales que no hacen testeo prefieren tercerizar. Por ejemplo, en el caso de Pamela Grant, que nunca ha testeado en animales y que este año obtuvo la certificación Cruelty Free, hace sus pruebas en un centro técnico.

Que una marca tenga este sello asegura al consumidor que en ninguna parte de la cadena de producción, ni el producto ni sus ingredientes fueron probados en animales. No quiere decir que sea necesariamente vegano, por ejemplo. En Sudamérica, Te Protejo es la única organización que entrega este certificado, mientras que en México lo hace Anima Naturalis y en el resto del mundo trabajan organizaciones como Cruelty Free International y PETA.

UN INTERÉS QUE CRECE

En 2015 la encuesta Nielsen publicó que un 75% de los millennials estadounidenses están preocupados de que sus cosméticos sean sustentables y que están dispuestos a pagar más por un producto 'libre de crueldad'. "Es una tendencia que el consumidor sea como un detective que quiere saber de dónde viene el producto, cuáles son las políticas de producción de la marca, si es ecológico, si ha sido testeado en animales y si el packaging se puede reciclar, por ejemplo", afirma Nicole Valdebenito.

Figueroa concuerda: "En los últimos años los consumidores han cambiado de forma drástica la manera en que interactúan con las marcas y las exigencias que tienen frente a los productos que consumen".

En Chile hay 40 marcas nacionales que ya están certificadas, como Pamela Grant, Petrizzio, Sheet!, y Glov. Mientras que en la Cámara de Diputados la bancada Parda -Parlamentarios por la Dignidad Animal- junto a Te Protejo presentaron un proyecto de ley para prohibir el testeo en animales en Chile. La ONG se encuentra trabajando en la campaña Be Cruelty Free Chile, para conseguir 100.000 firmas que den cuenta del interés ciudadano por el tema, y que planea presentar a la Comisión de Salud este año. A la fecha llevan 56.000.