Síndrome de Diógenes y el abandono de los adultos mayores
A mediados de julio, Carabineros encontró a dos adultos mayores muertos en la casa que compartían en la calle Waterloo de la comuna de Las Condes. Una pareja de hermanos de la que hace más de dos meses nadie sabía. No los habían visto en la calle desde abril y, según lo que se informó tras su hallazgo, llevaban sin vida cerca de dos meses. Tras entrar a la residencia para dar con los cuerpos, Carabineros tuvo que pedir ayuda de Bomberos, pues la casa estaba llena de cosas que dificultaban avanzar. Los hermanos padecían síndrome de Diógenes.
A nivel popular, este síndrome -también conocido como Mal de Diógenes- ha caído en una cierta caricaturización gracias a producciones como la norteamericana Acumuladores, que muestran a personas que llenan sus vacíos con cosas materiales, a tal punto, que conviven con heces de animales y ratones sin que esto parezca un problema para ellos.
Un artículo publicado por la Federación Iberoamericana de Asociaciones de Personas Adultas Mayores, define a este problema como un trastorno del comportamiento que suele darse en personas mayores de 65 años y que se caracteriza principalmente por la acumulación de objetos, desperdicios y basura en la propia casa.
Algo que tienen en común las personas con Síndrome de Diógenes -y que se confirma con el caso de los hermanos de calle Waterloo- es la soledad. ¿Cómo puede ser que durante dos meses nadie se haya preguntado dónde estaban? ¿Cómo es qué nadie pidió a Carabineros que interviniera antes?
“Los hogares de los pacientes con Síndrome de Diógenes son sucios y descuidados”, aseguran los doctores Carlos Reyes-Ortiz y Thomas Mulligan en el artículo Un caso de Síndrome de Diógenes, publicado en 1996 por la Asociación Americana de Geriatría. “Hay platos sucios, vasos, ropa y pilas de diarios, cartones o libros”, describen. Y agregan: “Los pacientes dan la impresión de nunca desvestirse ni lavarse, su pelo a veces está infectado o enredado. En casos extremos, tienen la superficie de la piel marcada por la suciedad y las uñas largas creciendo en sus manos y pies”.
En el mismo artículo, se postula al Diógenes como un desorden de personalidad que probablemente durará por el resto de la vida del paciente, quien con el tiempo empieza a dejarse estar, se deja de preocupar por sí mismo y se aísla de los demás. Explican estas personas se caracterizan, entre otras cosas, por ser poco sociables, obstinados, agresivos, independientes, sospechosos de los demás y excéntricas. Además, presentan un dilema para los trabajadores de la salud, pues son personas que no buscan ayuda, pues han llegado a tal nivel de descuido de sí mismos, que no les importa tener una mejor calidad de vida.
Algunas respuestas
“Es importante mencionar que este síndrome no está categorizado dentro de ningún manual de diagnóstico y que aunque está asociado a personas de la tercera edad, no es exclusivo de ellos”, asegura Mauricio Carroza, psicólogo de Clínica INDISA. El especialista agrega que estas personas sienten una dificultad a la hora de deshacerse de bienes o posesiones, que aunque para algunas personas parezcan basura, para ellos son objetos preciados cargados de valor emocional.
No hay evidencia, explica Carroza, de que el síndrome de Diógenes sea hereditario, por lo tanto se podría pensar que se construye en el tiempo, aunque no surgiría de manera espontánea. “La sintomatología asociada a este síndrome surge en la interacción con otros, es decir, al relacionarme de la forma que sea con otros, la persona va significando los hechos o situaciones que le van ocurriendo de tal forma que comienza a aparecer la acumulación, el distanciamiento social y el descuido personal, entre otros síntomas”, dice el especialista en salud mental.
En relación a por qué una persona podría desarrollar este síndrome y qué obtienen a nivel emocional a partir de la acumulación de objetos, Carroza explica: “Podemos hipotetizar que hay una sensación de pérdida de control que está relacionado con la angustia y con la idea de que en algún momento algo nos podrá ser útil, en un futuro incierto que no sabemos y eso se relaciona con la ansiedad”. Así, el tener objetos acumulados entregaría una ilusión de control y una sensación de resguardo.
Porque no se acumula porque sí, se acumula porque hacerlo cumple una función. “Puede estar relacionado con la sensación de abandono, con la soledad, con la visión de sí mismo histórica que puede tener”, explica Carroza. “Cada persona tiene historias y significados distintos, por lo tanto puede ser desde no estar con la familia, la muerte de la pareja, distanciamiento físico con un ser querido o incluso empezar a verse de cierta edad, lo que en ocasiones es visto como el inicio de la soledad, o la idea de tener que aislarse para no estorbar a los más jóvenes”.
La soledad, o la sensación de estar solos y solas, se ocultaría a través de la acumulación, en cuanto es más fácil sentir apego hacia un objeto que sentirnos solos. Las cosas que se van juntando podrían algún día cumplir un propósito, podrían servir de algo y, mientras tanto, sirven de compañía y entregan, en la mente de estas personas, una sensación de seguridad.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.