"Oye Siri, pon algo de música". "Oye Siri, envía un mensaje". Esos son dos de los seis comandos que hay que decir en voz alta cuando activamos el servicio de asistencia virtual en un iPhone nuevo. Siri los enuncia primero y nosotros los repetimos, para que nuestra voz quede registrada y para que a futuro, al escuchar cualquiera de nuestras solicitudes, pueda estar a nuestra disposición. En ese procedimiento de activación, Siri termina con esta pregunta: "¿Te puedo ayudar en algo más?"
Definida por Apple como una asistente inteligente integrada a nuestros dispositivos tecnológicos cuya función principal es la de facilitar tareas diarias, Siri ha pasado a ser una de las cuatro "asistentes de voz" más usadas en el mundo. Las otras que responden a nuestras peticiones verbales son Google Home, desarrollada por Google; Alexa, de Amazon y Cortana, de Microsoft. Aunque las cuatro varían en sus funciones, hay algo que las une: sus voces predeterminadas son femeninas.
En una entrevista a The Atlantic, el encargado de diseñar la personalidad de Google Home, James Giangiola, dijo que la asistente virtual fue ideada como una mujer joven de Colorado, hija de un bibliotecario y estudiante de historia de una universidad prestigiosa que en las noches trabaja como asistente personal en un programa de televisión. Por su lado, Jonathan Foster, guionista a cargo del equipo que definió la personalidad de Cortana, afirmó que "al desarrollar su personalidad, pensamos en el impacto que podríamos tener en la cultura, las perspectivas sobre la privacidad personal, los hábitos de interacción humana y la propiedad social". "Siri hace más cosas que nunca, incluso antes de que se lo pidas", describen en la página web de Apple. Porque detrás de estas inteligencias artificiales hay un equipo humano pensando en cada uno de los detalles. Ninguna decisión es al azar. Y ciertamente están conscientes de la influencia que pueden llegar a tener sus productos en esta era de híper conectividad. Es por esto que vale la pena preguntarse: ¿cuáles son las implicancias de que inteligencias artificiales creadas por hombres para resolver y asistir estén asociadas al género femenino?
"I´d blush if I could", informe que publicó en mayo de 2019 la Unesco, plantea que en las tecnologías de inteligencia artificial se manifiestan –y se perpetúan– los sesgos de género propios de nuestra sociedad y que esto se debe, en gran parte, a que los equipos de ingenieros que programan estas tecnologías están compuestos casi en su totalidad por hombres. El informe, que le debe el título a una de las antiguas respuestas de Siri cuando se enfrentaba a un insulto –y que luego fue cambiada por un genérico "no sé qué decir frente a eso"–, establece que el 91% de los usuarios que ocupan estas tecnologías le hacen preguntas a diario por lo que no debemos subestimar la cantidad de interacciones que se espera que las personas tengan con estos asistentes de voz, chatbots –bot conversacional– y agentes virtuales. Y es que, según predijo la consultora estadounidense Gartner en 2016, durante 2020 el usuario promedio tendrá más conversaciones con asistentes virtuales que con sus propios cónyuges.
Los asistentes virtuales se han vuelto cada vez más importantes en la vida cotidiana. Entre 2008 y 2018, la frecuencia de las consultas realizadas en internet móvil usando comandos de voz aumentaron en 35 veces y ahora representan cerca de un quinto de las búsquedas en internet. Esta cifra se estima que llegará a representar el 50% de esas búsquedas durante este año. Y es que en la actualidad los asistentes virtuales manejan más de mil millones de tareas al mes, desde cambiar una canción a contactar servicios de emergencia y realizar un pedidos de comida online. Todas tareas que le pedimos a una tecnología que, en su mayoría, se proyecta como mujer.
Marco Zaror, ingeniero comercial de la Universidad de Chile y especialista en inteligencia artificial y Big Data, lo explica así: "Estas son decisiones muy estudiadas porque el objetivo de estas compañías es el de lograr capturar la mayor cantidad de gente posible. En ese sentido, la decisión de ocupar una voz tradicionalmente asociada a lo femenino es consecuencia de una deliberación consciente que toma en cuenta cómo es nuestra cultura. Hay estudios que plantean que la voz femenina nos atrae más a hombres y mujeres y ese es el argumento que se ocupa. Sin embargo, el problema surge cuando al implementar esa voz seguimos fomentando los estereotipos de género. Le estamos pidiendo asistencia diaria a un dispositivo que tiene voz y nombre de mujer, por lo tanto le estamos asignando a la mujer un rol de asistencia y de constante disponibilidad".
Efectivamente, hay estudios que demuestran que la voz femenina tiene mayor proyección y es más fácil de entender en entornos ruidosos. Los especialistas concuerdan en que hombres y mujeres tienden a caracterizar las voces femeninas como más serviciales, pero las razones no son del todo claras. Entre éstos, un estudio realizado por la Universidad de Utah en 2016, planteó que el tono, la entonación y la pronunciación de las mujeres hace que sus discursos sean más despejados e inteligibles. Para la psicóloga y docente de la UAI, Isidora Paiva, decidir ocupar una voz usualmente asociada a lo femenino es una estrategia de marketing. "Las mujeres siempre somos el medio y servimos para vender. Nuestra voz va a hacer que el objeto sea deseable y, por sobre todo, va a apelar a lo coqueto pero también a lo maternal, para así cumplir con las expectativas del consumidor. Porque para lograr eso, es necesario que se perpetúen ciertos estereotipos con los que ya nos sentimos familiarizados", explica. "No es que estas tecnologías sean las culpables, porque en realidad son un reflejo de la sociedad machista en la que vivimos, pero sí sirven para mantener el estatus quo. Si le haces pensar a las personas que las mujeres equivalen a una asistencia permanente, eso es lo que se espera. Uno aspira, inconscientemente, a que la mujer en el día a día responda de la misma forma".
Según el estudio de la Unesco, el problema radica en la falta de diversidad que caracteriza la industria. Google, Amazon, Facebook y Apple concuerdan en que todos los aspectos de nuestras vidas serán prontamente transformados por la inteligencia artificial, pero sus equipos no son representativos de la sociedad que pretenden transformar. Según una investigación realizada por la revista Wired y la start-up Element AI, tan solo el 22% de los profesionales que trabajan en inteligencia artificial a nivel mundial son mujeres, lo que establece una brecha del 72%. De las 641 personas enumeradas por Google como empleados del área de "inteligencia artificial", solo el 10% son mujeres. Y en Facebook esta cifra asciende a un 22%. Frente a eso, Saniye Gulser Corat, directora del área de equidad de género de la Unesco, planteó que esta evidente falta de diversidad refuerza los estereotipos. "Máquinas obedientes y complacientes que pretenden ser mujeres están entrando en nuestros hogares, automóviles y oficinas. Y por eso tenemos que cuestionarnos si estas tecnologías siguen ciertos sesgos de género y qué hay detrás de esta intención, porque dentro de sus personalidades humanizadas hay generaciones de percepciones erradas de lo que deben ser las mujeres".
Si consideramos que las tecnologías "smart speakers" son, según el estudio de Unesco, el séptimo dispositivo más usado a diario –y que han empezado a realizar tareas tan cotidianas como activar otros dispositivos tecnológicos, apagar las luces y cerrar las puertas– lo que aparece es una voz que está a nuestro servicio 24 horas al día. Como explica Isidora Paiva: "Estas tecnologías replican un sistema en el que la mujer debe ayudar y asistir. Eso hace que cueste mucho más cambiar el sistema porque se nos obliga, en cierta medida, a calzar con ese molde. Eso tiene un costo muy alto para nuestra identidad y bienestar. Lo que está mal acá no es que se recurra a una voz femenina, es todo lo que se asocia a esa voz y que estas tecnologías no permiten replantear".