“Hace un año, seis meses, 15 días y 40 segundos estoy soltera. No es una condena ni hago una rayita todos los días en mi calendario. Es un logro, un triunfo, un mérito. Durante 23 años tuve cinco proyectos amorosos que no prosperaron y en este punto de mi vida - a mis 44 años - me alegro de que haya sido así. Jamás he estado consciente de lo que necesito, sólo me he guiado por mis deseos e inseguridades. Toda la vida caminé con muletas emocionales porque no sabía hacerlo sola. Triste pero cierto.
En mi última ruptura quedé deshecha en mil pedazos. Soy de esas que escuchan canciones tristes para recrudecer la desdicha; un nivel de autoflagelación patológico. Cuando retomé la cordura, entendí que una relación de pareja sin un proyecto en común va directo al fracaso; siempre me he aferrado a ideas e ilusiones sin querer ver la realidad por miedo a la soledad.
No ha sido fácil reconstruirme en un camino sinuoso y lleno de pensamientos intrusivos. Me enfoqué en trabajar en mi amor propio y aprendí a pararme con hidalguía ante la vida rompiendo mis propias barreras e inseguridades. Este trabajo, sin embargo, es enterno. Pucha que cuesta.
Hace unas semanas tuve la sensación de que al fin había logrado mi objetivo: sentirme plena sin necesidad de compañía. Me convertí en una excelente predicadora de la deconstrucción del amor romántico y la solitud – el placer de estar con una misma -. Sin embargo, cuando me estaba dando el tiempo necesario para ordenar las piezas de mi puzzle, cuando faltaba poner la última pieza para que todo encaje a la perfección, me interesó alguien.
Nuevamente entré en un debacle mental y emocional. A ratos empecé a sentir que todo lo que había construido se desvanecía. Tengo la sensación de que cuando alguien te interesa a los 40 años es parecido a los 20. La ansiedad recrudece en forma de espiral y los rollos mentales condicionan mis emociones la mayor parte del tiempo. Me dan consejos para que me enfoque en cosas importantes como escribir, mi futuro podcast y la renovación de mi casa, pero no escucho. Me siento atrapada, fuera de foco, con ganas de golpearme contra un muro porque en lo más profundo de mi corazón – aunque me cuesta asumirlo - sí deseo tener compañía. Qué atroz.
Tengo sentimientos encontrados. No sé si esta atracción que siento por esa persona – que no tiene ni la más mínima idea de esto - nace del aburrimiento, de la sensación de soledad o si es real. Pero a pesar de que mis pensamientos y emociones chocan entre sí, tengo la convicción que este conflicto existencial es necesario para asumir que a pesar de ser una mujer fuerte, segura, empoderada y resuelta, cuando se trata del amor, vuelvo a ser una niña vulnerable, insegura y desorientada ¿Será posible madurar en medio de esta disputa? Juro que lo intentaré.
Lorena Cabrera tiene 44 años, es periodista, y escribe en su blog www.diariodeunasoa.cl