¿Muy temprano para dejarlo ir?
La maternidad, al ser un mundo desconocido para quienes se enfrentan a ella por primera vez, viene llena de preguntas e incertidumbres. En Paula queremos acompañarte en este proceso muchas veces complejo, buscando las respuestas a tus inquietudes.
LA PREGUNTA
"Tengo un hijo de 23 años que está viviendo su primera experiencia sexual y de pololeo con una chica con más experiencia que él. Está encantado, a tal punto que quiere arrendar un departamento para vivir juntos. El problema es que aún no termina la universidad, y a pesar de que he intentado mostrarle que es una decisión arriesgada, no me escucha y se nota decidido. Mi mayor esfuerzo está concentrado en que entienda que es importante que termine de estudiar, pero a veces me faltan argumentos para explicárselo".
Viviana, 51 años, trabajadora social.
LA RESPUESTA
El psicólogo Fernando Marchant, de VidaIntegra, explica que lo primero que hay que tener en cuenta es la edad del joven. La mayoría de edad en Chile se alcanza a los 18 años, y es en ese momento cuando se le otorgan a los jóvenes privilegios y responsabilidades como votar, entrar a la universidad o manejar. Pero ¿es esa la verdadera edad de madurez? La neurocientífica estadounidense Sandra Aamodt en su libro Bienvenido al cerebro de su hijo: cómo crece la mente desde la concepción hasta la universidad, dice que "las partes críticas del cerebro involucradas en la toma de decisiones no se desarrollan completamente hasta los 25 años aproximadamente". Esto, según la experta, se debe a que el proceso de desarrollo de la corteza prefrontal, que comienza en la pubertad, termina recién a esa edad. "Es la parte del cerebro que nos ayuda a inhibir los impulsos y a planificar y organizar nuestro comportamiento con el objetivo de alcanzar metas", dice.
Esto no ha sido siempre así. Marchant explica que antiguamente la edad de maduración era menor, pero que "el cambio de modelo social en el que vivimos, donde prima la inmediatez, el individualismo y las carencias afectivas, ha moldeado lentamente el cerebro humano y ha retrasado su desarrollo afectivo".
En este contexto, una de las sugerencias del experto es trabajar con los niños desde pequeños valores como la tolerancia a la frustración. "No está bien darles todo lo que piden, cada vez que lo hacen. Y cuando la respuesta es no, conversar con ellos y explicarles razones. De esa manera se les va enseñando sobre paciencia y tolerancia".
La psicóloga Macarena Veas refuerza esa idea y aconseja que, incluso cuando los hijos son grandes, es clave hablarles de manera sincera y transparente. "Explicarles las consecuencias buenas y malas de dar un paso como éste. Si está estudiando, que la universidad le va a seguir demandando tiempo, y que ahora además tendrá que hacerse cargo de las responsabilidades emocionales y financieras que conlleva una convivencia". Al mismo tiempo, dice la experta, demostrarles las emociones que su decisión está provocando en nosotros, los padres. "Es importante comunicarse directamente con frases como: 'a mí me preocupa, tengo miedo, no obstante te deseo lo mejor'". En crianza debemos ser auténticos y sinceros, y también hablar desde la experiencia. "Podemos decirles que nosotros ya pasamos por esta etapa, que tiene miles de cosas buenas, pero que también tiene dificultades y que nosotros como padres solo estamos cumpliendo con la labor de advertírselas".
Finalmente si la decisión está tomada, no queda otra opción que aceptarla. Veas dice: "también es cierto que, independiente de la edad, la vida de los hijos no nos pertenece y siempre van a ser ellos los que tomen sus propias decisiones. Y más importante que eso; la vida se construye con aciertos y errores, todo es un aprendizaje y desde el punto de vista emocional, es bueno para ellos saber que cuando se caigan, va a haber alguien que los contenga".
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