Tener una rutina: ¿Monotonía o salud mental?




Las rutinas aportan tranquilidad y pueden ayudar a disminuir los niveles de estrés, pero ¿quién quiere vivir en la monotonía de hacer lo mismo todos los días? Armarse un plan a seguir cotidiano tiene muchos beneficios para la salud física y mental, pero también puede tener algunas consecuencias menos favorables. Como en todo, la clave estaría en la flexibilidad y en los intereses de cada persona en relación a cómo prefiere vivir su día a día.

Según la fundación Syncronía, que ofrece soluciones tecnológicas de salud mental, mantener una rutina entrega una serie de beneficios, especialmente en términos de productividad, pero también en relación a la salud mental. En primer lugar, explican, ayudaría a mejorar la eficiencia. Y tiene sentido, si consideramos que a través de la repetición nace la experiencia, y que tras hacer lo mismo por un largo periodo de tiempo, lo que al principio se veía complejo y de lenta factura, se vuelve fácil y más rápido de realizar. Esta eficiencia se ve potenciada por el hecho de que cuando nos acostumbramos a hacer una tarea, podemos llevarla a cabo sin pensarlo demasiado, pues hemos aprendido a automatizarla.

Por otro lado, aseguran que la rutina aporta orden a la vida, y apoya a la organización de las tareas. Cuando existe una rutina, se sabe qué momentos del día se pueden emplear en las distintas actividades, así como a qué hora tenemos programado descansar o hacer cosas personales. La planificación es una de las claves para disminuir los niveles de ansiedad y estrés.

Tener una rutina ayudaría, además, a mantener ciclos de sueño saludables, en cuanto no dejamos al azar los horarios. Así, una buena rutina incluye una hora aproximada en la que nos vamos a acostar, y también la hora en la que fijamos el despertador todos los días, o al menos de lunes a viernes. Con eso nos aseguramos entre siete y ocho horas de sueño, costumbre que tiene una serie de beneficios asociados. Por un lado, se ha demostrado que quienes duermen bien pueden ejercer una alimentación consciente con mayor facilidad, además de estar más despejados y concentrados durante el día. Dormir bien mejora el ánimo general, y nos ayudará a enfrentar de mejor manera nuestras tareas.

Suena raro, pero tener una rutina puede ayudar a romper con malos hábitos. Por ejemplo, si en relación a la comida tendemos a pedir mucho delivery aunque tengamos el refrigerador lleno, con algo de organización y rutina de planificación podríamos solucionarlo. Si caemos en el mal hábito de ver televisión hasta muy tarde, dificultando el buen despertar del día siguiente, con la rutina podemos establecer un horario prudente para ir a dormir.

Pero claro, la rutina no puede ser perfecta. De hecho, cuando hablamos de “caer en la rutina”, por lo general nos referimos a algo negativo, asociado a un círculo vicioso. “No todas las rutinas son iguales, y no examinar ni alterar nuestros hábitos puede tener un efecto limitante en nuestras vidas”, escribe la doctora Lisa Firestone en una columna para el sitio web Psychology Today. Según explica la especialista, pese a los beneficios que puede tener la rutina, una de sus consecuencias negativas más contundentes es que nos deja sin sentir.

“Nos puede dejar en piloto automático a lo largo del día, lo que puede llevar a que perdamos contacto con nosotros mismos y con nuestras experiencias inmediatas, ya sean sensoriales o emocionales. Por ejemplo, mirar el celular en el camino al trabajo puede parecer lo suficientemente inofensivo, pero puede que estemos perdiéndonos vistas, sonidos, o incluso aromas que nos den vida, de una forma u otra, nos inspiren un sentimiento específico y iluminen nuestra imaginación. De manera similar, la lista de tareas que intentamos incluir en nuestra rutina puede quitarnos tiempo que podríamos usar para conectar con nuestros seres queridos”, escribe la especialista en salud mental.

Por otro lado, entrar en una rutina y no romper con ella -al menos de vez en cuando-, nos lleva a permanecer dentro de una zona de confort que, como su nombre lo indica, nos entrega seguridad y comodidad, pero nos impide avanzar o crecer. Es como cuando llevamos muchos años en un mismo trabajo, haciendo exactamente lo mismo, y no nos movemos porque nos sentimos bastante cómodas y no se nos presentan grandes dificultades ¿Qué estás aprendiendo en tu día a día? ¿No te habrás quedado estancada?

Lo mismo pasa con las relaciones de pareja. A veces es bueno preguntarse: ¿Siguen juntos porque se aman, porque se sienten comprometidos el uno con el otro o porque siguen creyendo en su proyecto de familia? ¿Esa relación se mantiene solo porque a ambas personas les acomoda las dinámicas cotidianas, el llegar a ver a la misma persona todos los días, el no tener que cambiar la forma en la que viven? Finalmente tiene que ver con ser capaces de flexibilizar, y así como podemos llevar rutinas saludables que nos gustan y nos hacen bien, también tenemos que ser capaces de identificar cuando nuestra vida cotidiana se está volviendo tóxica, y deberíamos hacer un cambio.

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