“Hace cuatro años tomé la decisión de mudarme a Santiago desde el norte, donde vivía. La idea era pasar un tiempo de soltería para sanar relaciones tóxicas del pasado; conocer gente y lugares nuevos, y disfrutar de mi departamento mirando al cerro San Cristóbal.
Recibí la visita nortina de mi gran amiga Stephanie, un lunes 24 de septiembre. Entre risas y conversaciones, ella decidió bajar Tinder en mi celular para buscarme citas y también se puso a buscar para ella. Ambas hicimos match y coordinamos encuentros para esa misma noche.
En mi perfil tenía una frase de una canción de Juan Gabriel, ‘pero qué necesidad, para qué tanto problema’, decía. Y fue lo que inició la conversación con Cristóbal, mi cita. De allí en adelante hablamos de música y todo fluyó hasta decidir juntarnos esa noche a tomar un té en mi departamento.
Nos encontramos en calle San Cristóbal, frente al cerro, en la comuna de Recoleta. Llegó con los platillos y caja de su batería. Me gustó de inmediato, pero me hice la lesa.
Subimos a mi departamento y no paramos de conversar: música, jazz, John Coltrane, gatos, su hermosa hija, comida y así, todo fluía de forma increíble y me sentía muy cómoda.
Llevábamos más de una hora, cuando me llamó mi amiga para decirme que iría a comer algo al departamento con su cita Tinder. Sentí desazón porque quería seguir sola con Cristóbal, pero decidimos preparar algo rico para comer y ahí fue cuando descubrí que además cocinaba bien. Pensé: habrá segunda cita sí o sí.
Cuando ya se tenía que ir, bajé con él y de forma natural nos dimos un beso largo bajo un farol. Desde ese día no dejamos de vernos. A los meses empezamos a vivir juntos y su hija pasó a ser mi familia.
Esta fue mi primera y única cita de Tinder. Ya son cuatro años juntos y hoy tenemos un bebé de 18 meses, que perfectamente podría ser apadrinado por la aplicación. De hecho podría decir que tengo un hijo “Tinder”. Y por eso no dejo de agradecer a mi amiga por haber descargado la aplicación, porque nunca creí que a través de ésta podría encontrar un amor profundo y duradero.
Si bien en primera instancia y en general Tinder puede ser una App para tener muchas citas y “pasar el rato”, el algoritmo funcionó perfecto para darme algo que buscaba hace mucho tiempo: una persona con quién poder comunicarme sin miedos, un lugar donde se aceptan y abrazan las luces y las sombras que tenemos. Y para tener un hijo, era para mí esencial el tener una relación de este tipo, pues criar desde el amor y el apoyo mutuo es maravilloso.
Tinder, te agradecemos y recordamos todos los 24 de septiembre”.
Daniella tiene 32 años y es periodista.