Paula 1102. Sábado 18 de agosto de 2012.

La terapia de constelaciones familiares sostiene que la sanación proviene de ocupar el lugar que a uno le corresponde en un sistema familiar y de respetar el lugar de los demás. Aquí, tres maneras de hacerlo.

El lugar que ocupa cada miembro en un sistema familiar es la clave con que trabaja la terapia de las constelaciones familiares, creada en  los 80 por el sicoanalista alemán Bert Hellinger y que hoy se aplica con éxito en centros de terapias sistémicas. Sustentada en la hipótesis de que los conflictos se transmiten de generación en generación, la técnica trabaja con representaciones del sistema familiar –puede ser un grupo de pacientes o figuritas de madera– para recuperar el lugar que a cada uno le corresponde en el sistema y respetar el sitio que ocupan los demás. María Inés Troncoso, terapeuta y facilitadora de constelaciones del Centro Inana, que estudió en entrenamientos intensivos con Bert Hellinger, explica cómo el lugar que un paciente les otorga a distintos miembros de su familia en una sesión de constelaciones familiares puede dar pistas de algo que no está en orden.

El hombre a la derecha

"Para lograr un orden sano en una pareja, durante la constelación la mujer debe ubicarse al lado izquierdo del hombre, que es donde está su corazón. Así, él queda con su mano derecha libre para atraer el dinero y el trabajo y contener a la mujer que necesita esa fuerza para criar a sus hijos que se ubican a su lado izquierdo. Si en la terapia el hombre se pone al lado izquierdo, es porque está ocupando el papel de hijo y ella el de madre".

La madre a la derecha de los hijos

"La mujer debe ubicarse al lado derecho de sus hijos. Cuando se ubica en el izquierdo, los está asumiendo como hermanos. Los ve como pares. Aunque cada caso es único, esto puede asociarse con enfermedades o malos ratos en el trabajo. En la constelación se hace consciente algo que no se ve y se recupera el lugar de madre".

Hijos a la izquierda

"Cuando un hijo se ubica a la derecha de ambos padres, es porque se cree superior a ellos y no respeta la jerarquía del sistema, según la cual la vida viene de los padres y ellos siempre van a estar sobre los hijos. Por eso hay que honrarlos".

Recuperar el lugar propio

La terapia grupal es guiada por facilitadoras que van ubicando a la persona que constela en el lugar físico que le corresponde y acompañan con frases sanadoras como: "Mamá, tú eres la grande. Yo soy la chica. Te agradezco la vida, con lo bueno y lo difícil. Dejo contigo lo que te corresponde y te llevo en mi corazón". "Estas frases reestablecen el equilibrio y ayudan a entender el orden del sistema", asegura la terapeuta María Inés Troncoso.