Terminar con la violencia sexual
El 2019 ha sido un año marcado por las denuncias de abuso sexual. Las víctimas de este tipo de violencia, que según datos de MILES Chile son en un 82% mujeres, se han tomado plataformas digitales, medios de comunicación e incuso las calles a través de manifestaciones como la performance del colectivo Lastesis. Y es que, a pesar de que las cifras muestran que la cantidad de denuncias por este tipo de delito aumenta año a año, un 77% de las víctimas de violencia sexual sigue sin denunciar el abuso. ¿Por qué guardan silencio las mujeres?
La historia sin fin del proceso judicial
Entre enero y diciembre de 2018 ingresaron a la Fiscalía 28.132 denuncias por delitos sexuales.
De ellas solo un 8.3% terminaron en una sentencia condenatoria y más de la mitad -18.279 denuncias, equivalentes a un 65%- se resolvieron a través de mecanismos no judiciales, es decir, casos en los que la Fiscalía decidió no llevar el caso a juicio por falencias probatorias u otras razones administrativas.
Francisca Millán, abogada penalista especialista en casos vinculados a violencia de género, explica que en la mayoría de los casos de denuncia por violencia sexual, no se llega nunca a un juicio. "La prueba es la principal dificultad en los casos de abuso sexual, porque la dinámica del delito hace que sea muy difícil probarlo. Además, las pruebas que sí existen no se valoran teniendo una perspectiva de género", explica.
Si bien el tribunal tiene la facultad de atribuirle más o menos valor a la prueba que presenta la Fiscalía, según Millán existe una cultura de duda en torno a las motivaciones de una víctima de abuso que denuncia a su agresor. "Los delitos sexuales tienen una característica y es que se dan en un contexto muy soterrado en el que la víctima es además el único testigo. Por eso su declaración es clave, y en el caso de los abusos se la cuestiona mucho, como si las mujeres tuviesen otras motivaciones para denunciar o como que mal interpretaron la situación. Es algo completamente cultural que no ocurre en otros delitos. Si yo denuncio un portonazo y me llaman a una ronda de reconocimiento, nadie cuestiona mis motivaciones para identificar a quién me agredió. Lo que hay detrás de esto es que los tribunales no están queriendo creerle a las mujeres".
Pareja y agresor
En un área gris, en medio de relaciones de confianza, de poder o de dependencia entre víctima y victimario, es que se producen la mayoría de los abusos. Verónica (40) fue violada por su expareja cuando tenía 35 años. "Él es papá de mis dos hijos menores y en ese tiempo llevábamos 12 años juntos. En nuestra relación había ciertas situaciones de abuso, pero en su minuto no las vi. El día que me violó le había prometido que en la noche iba a tener relaciones sexuales con él, pero al llegar el momento no me sentía bien y le dije que no quería. Él se alteró muchísimo. Nunca me voy a olvidar de la expresión de su cara, estaba completamente descontrolado. Me gritó que me sacara la ropa y yo traté de hacerme la valiente y contestarle con actitud. Tengo una personalidad fuerte, pero rápidamente me di cuenta de que no me iba a funcionar esta vez. Cerró la puerta de la pieza con llave, porque estaban nuestros dos hijos en el departamento, y se abalanzó sobre mí. Me sacó la ropa a la fuerza, me tironeó y me pegó cachetazos en la cara. '¿Te gusta, cierto?' '¿Cómo te vas a arrancar ahora?', me gritaba. En ese momento, pensé que hasta ahí había llegado todo y que me iba a matar. Pero cuando terminó me mandó a bañarme y al salir de la ducha me obligó a acostarme desnuda y con el cuerpo mojado a su lado. Cuando se quedó dormido, le mandé un mensaje a una amiga pidiéndole que llamara a Carabineros y me fui a la pieza de mis hijos. Una patrulla llegó a la mañana siguiente. Su primera reacción fue encerrarse en la pieza, hasta que apareció duchado y vestido, como si hubiese estado esperando que se lo llevaran. Cuando los carabineros me tomaron la declaración, les conté todo lo que había pasado y uno de ellos me dijo que me habían violado. Le que expliqué que no, que él era mi pareja. Pero me contestó que eso no tenía nada que ver, que lo que me había ocurrido era una violación. Cinco años después, aún no he logrado recomponerme por completo. Él tiene una nueva pareja y un hijo, rehízo su vida. Pero la mía quedó destruida". de las encuestadas ha sido víctima de violencia sexual a manos de parejas o ex parejas.
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