Tuición compartida, responsabilidad repartida
En agosto del año pasado a Agustín (5) se le salió su primer diente. Estaba en la casa de su papá y lo primero que hizo fue llamar por videoconferencia a su mamá para contarle. "Te dije que sería esta semana", le dijo. Como lo tenía suelto hace días, Carola –su madre– le había prometido que si el diente aflojaba la semana que le tocaba estar en la casa de su papá, a la vuelta también encontraría una sorpresa bajo la almohada de su otra pieza. "Tienes suerte", le dijo al pequeño, haciendo alusión a que, por tener dos casas, tendría doble regalo.
Carola se separó del papá de Agustín hace tres años. Fue una decisión muy conversada. "Lo que más me preocupaba era que los niños no perdieran el contacto con su papá, porque justamente una de las razones de nuestra separación es que yo sentía que me llevaba toda la carga de lo que tenía que ver con la casa y los niños, y eso terminó estresándome y dividiéndonos como pareja", cuenta. Por eso, cuando él se fue de la casa ella fue muy clara con que necesitaba que estuviese presente. Con terapia de por medio, lograron llegar a un acuerdo de tuición compartida: los niños estarían una semana en la casa de la mamá y una en la casa del papá. "Es muy heavy, pero tres años después de esta decisión siento que mi ex marido es un padre mucho más comprometido que cuando estábamos casados, que era lo que tanto soñé en ese momento", confiesa.
El caso de Carola y su ex es una excepción. En Chile, el 2013 se promulgó la ley 20.680 –también conocida como de Tuición Compartida–, que introdujo modificaciones al Código Civil con el objetivo de proteger la integridad del menor en el caso de que sus padres vivan separados. "El objetivo inicial de esa ley fue que ante una separación el cuidado personal de los niños fuese compartido por ambos padres, por defecto. Si bien eso no se logró, el cambio fundamental tuvo que ver con que antes de la ley la tuición la tenía la madre y ahora la tiene quien se quede viviendo con los niños", explica David Abuhadba, de la agrupación Amor de Papá, quienes fueron impulsores de la ley.
No se le entregó a los jueces el poder de sentenciar una tuición compartida si ambos padres no están de acuerdo, ni tampoco se estableció –en términos del tiempo que deben pasar las madres y padres con los niños–, cuándo se habla de una tuición compartida. David explica que es una definición más bien conceptual. "En ese sentido la ley quedó coja, porque para que la tuición compartida sea una realidad lo que debería pasar es que, una vez que los padres se separan, el juez determine por defecto la corresponsabilidad parental; o que, en los casos en que no haya acuerdo, uno de los padres pueda solicitarla ante el juez". Así al menos funciona en países como España, donde la custodia compartida es una opción legal desde 2005. La legislación española establece que los padres pueden solicitarla en la propuesta de convenio regulador (separación o divorcio de mutuo acuerdo), pero también si lo pide solamente uno de los progenitores, considerando que de esta forma se proteja el interés superior del menor.
Fin a los estereotipos
Desde la promulgación de la ley, si bien han aumentado los casos de parejas que solicitan la tuición compartida, siguen siendo las mujeres las que mayoritariamente se quedan al cuidado de los hijos. Carla Rojas, Coordinadora de Inclusión y Género de la Facultad de Negocios de la Universidad de Chile, dice que esto tiene que ver con que en el país existe una carga muy estereotipada respecto del cuidado. "Desde pequeños, a mujeres y hombres se nos sitúa según nuestro género en roles específicos: las mujeres relacionadas al cuidado y los hombres a lo productivo", dice. Y esto se sigue reproduciendo en la adultez y en el trabajo. "Para que la tuición compartida se normalice, necesitamos prácticas que la promuevan. Un ejemplo es el posnatal parental, que en Chile se lo toma menos del 2% de los hombres. Esa es una etapa clave para que los hombres puedan desarrollar un vínculo efectivo con sus hijas e hijos, que es tremendamente necesario si después se tienen que hacer cargo de su cuidado".
Y no se trata solo de un problema de los hombres. "La sociedad patriarcal está constituida por hombres y mujeres machistas, nos han educado así y, por lo tanto, muchas veces es difícil para las mujeres entregar esos roles más tradicionalmente femeninos a los hombres", dice Rojas. Y agrega: "Cuando un niño comete un error, la primera pregunta social y cultural es dónde estaba la mamá. No se pregunta dónde está el papá. Por tanto nosotras también tenemos que partir cambiando esa visión y entregándoles a los padres la responsabilidad del cuidado de los hijos".
Esto sobre todo porque compartir el cuidado trae beneficios para toda la familia. La última encuesta nacional sobre el uso del tiempo (ENUT) del Instituto Nacional de Estadísticas, determinó que las mujeres utilizan en promedio 7 horas al día en tareas de cuidado, prácticamente una segunda jornada laboral, que además no es remunerada. La directora del Centro de Atención Psicológica de la UAHC, Carolina Bienzobas, explica que "para la salud mental de las madres, la tuición compartida es una gran avance, ya que le permitiría tener espacios de descanso y ocio, además de liberar la carga emocional y de estrés que por lo general se produce en las familias monoparentales". Según ella, para los padres también es beneficioso ya que les permite generar un vínculo mucho más cercano con sus hijas e hijos.
En el caso de los menores, según Bienzobas, compartir el cuidado en ambos padres puede jugar a favor de su desarrollo psicológico. "Esto siempre y cuando los adultos logren ejercer una coparentalidad a distancia, esto quiere decir que sean capaces de ponerse de acuerdo en los castigos o permisos, y que las niñas y niños no tengan un tipo de crianza con el padre y otro distinto con la madre". Pero a nivel macro, concluyen ambas expertas, lo más beneficioso es que las niñas y niños que se crían con el ejemplo de la tuición compartida en el futuro serán adultos que no seguirán perpetuando estereotipos, ya que crecerán entendiendo que la responsabilidad de la crianza es tanto de la madre como del padre.
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