Tuve un encuentro que me ayudó a trabajar mi sexualidad
“Recuerdo que el año 2011 yo estaba pasando un muy mal momento, trabajando luego de haber abandonado una carrera en segundo año. Aún me sentía algo perdida en Santiago, pero continuaba con mis amistades de la universidad y comencé a salir a la disco con ellos para subirme el ánimo. En una de esas salidas dejé totalmente de lado a un amigo con quien nos estábamos besando y me puse a bailar con una chica bastante atractiva. Esa noche nos besamos y toqueteamos, la acompañé a tomar la micro y finalmente me dio mucho pudor acompañarla a su casa, pese a su insistencia. Creo que quizá me asusté, porque nunca había estado con una mujer.
No volví a saber de ella hasta que 9 años después, cuando yo ya estaba ejerciendo otra carrera y vivía cerca de mi pueblo natal. Me la encontré en Tinder. Fue imposible ignorarla, hicimos match enseguida, ella aún me recordaba. Me invitó a un departamento donde vivía con un amigo, me sentía muy nerviosa con nuestra cita. En ese entonces la monotonía de la vida me estaba asfixiando y estaba en pleno duelo por una larga relación con un hombre. Ya había pasado mucho tiempo, tenía vergüenza de que se fijara en los cambios de mi cuerpo, pero cuando nos encontramos todo pasó a segundo plano. Ella era muy extrovertida, tenía mucha facilidad para expresarse. Al contrario de lo que me pasaba con los hombres, con ella no me sentí opacada ni disminuida sino todo lo contrario; trataba siempre de reforzar mis aspectos positivos, me escuchaba y me animaba a concretar mis objetivos.
Ya con unas copas en el cuerpo pasamos a su habitación y seguimos con lo que teníamos pendiente. Recuerdo su piel blanca y suave y su larga cabellera. Yo estaba acostumbrada a ser más ruda sexualmente y esa vez pude descubrir una parte de mí más delicada y menos enfocada en solo generar placer. Ya no estuve tan pendiente de satisfacer o de hacer la performance a la que estaba acostumbrada con los hombres; con ella fue todo más fluido, de descubrir que podía dar y recibir placer de manera muy natural.
Pasamos la noche juntas y al otro día nos despedimos con un tierno beso. No hubo enganche de ninguna de las dos, fue todo muy buena onda. No volvimos a hablar, pero hasta el día de hoy nos seguimos en redes sociales. A veces cuando veo sus fotos pienso que se ve linda, me pregunto si tendrá polola o pololo… Pero también sé que con ella no hubiera resultado una relación; somos muy distintas, ella es un alma libre.
Hoy la recuerdo con cariño, por lo especial que fue conmigo y por haberme animado a probar cosas diferentes. Nuestro encuentro me ayudó a trabajar mi sexualidad. Eso de estar tan preocupada de parecerme a ese ideal de mujer sexual, sacada del porno. Me enseñó que hay un abanico de cosas que se pueden hacer para estimular placer que no es necesariamente lo penetrativo. Eso fue un descubrimiento para mí y he seguido trabajándolo con mis parejas. Todos hombres eso sí, porque no he vuelto a estar con una mujer”.
Lidia es Psicóloga clínica y tiene 31 años.
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