Twerk: la arremetida del baile feminista
Tres twerkeras cuentan por qué esta danza de origen africano, que hoy se toma las redes sociales, es un acto de protesta y empoderamiento frente al patriarcado. Incluso, una herramienta terapéutica.
“Con mi cula yo te puedo aplastar / Es chiquitita, pero sabe rebotar / ¿Qué dijiste? ¿Que la tengo que tapar? / Imposible / La ocupo pa’ protestar”, dice uno de los versos de la pegajosa canción Mi cula, el primer tema que lanzó en su vida la twerkera Srta. Chu hace dos años -cuando tenía 23- y que se convirtió rápidamente en un éxito: tiene más de 470 mil reproducciones en spotify y 210 mil visualizaciones en Youtube, en total. Además de miles de videos en TikTok con mujeres moviendo glúteos al son del coro: “Porque mi cula es mi metralleta / Y es tan poderosa que mejor ni te metas”.
Ocho años antes de lanzar la canción, la Srta. Chu todavía no era artista, sino María Jesús Pino Durán, una estudiante de enseñanza media de un colegio católico, que se encerraba en el baño o en su pieza -para que sus padres no la vieran- a bailar twerk, aquella danza centrada en mover las caderas hacia adelante, atrás o los costados, activando continuamente la pelvis y relajando los glúteos. Se suele practicar con las rodillas algo flexionadas, o también en el piso.
Si googleamos twerk los resultados rápidamente nos llevan al concepto de “perreo”, pero lo cierto es que hay diferencias enormes. “El twerk es una danza afrodescendiente, proveniente de Costa de Marfil, que se hizo conocida en los años 80 en Nueva Orleans. Y se masificó hace pocos años. El perreo es un término que viene del reggaetón, un estilo y danza de Puerto Rico. Pero perreo no necesariamente significa un movimiento de caderas, por lo que son totalmente distintos”, aclara María Jesús Pino.
Srta. Chu (@srita.chu), como le dicen hoy en día, dice que nunca sintió culpa por bailar cuando lo hacía a escondidas. Que no era ese el sentimiento: “Yo sabía que no estaba haciendo nada malo. Me sentía tan cómoda y tan dueña de mi cuerpo, que estaba orgullosa. Crecí en un ambiente conservador y bailar me liberó. A mis padres se los oculté hasta los 18 años, cuando entré a la universidad y les dije: esta soy yo. Después entendieron el trasfondo y hoy me van a ver a mis shows”, cuenta María Jesús, quien finalmente se tituló de periodista. Mientras estaba en la universidad, solía dar clases y charlas sobre el twerk como baile feminista, en tiempos donde poco se sabía de esta danza. Srta. Chu se estaba convirtiendo en una pionera, sin saberlo.
Twerk feminista
“El twerk no solo es una danza, sino también es un estilo de vida. Es una disciplina que, al practicarla, se convierte en una forma de protesta frente al patriarcado, en la que mujeres y disidencias se sienten por fin dueñas de su cuerpo, después de siglos de represión. Las personas que lo bailan se empoderan tanto, que son capaces de hacer cambios radicales”, señala la Srta. Chu, quien comenzó a escribir sus propias canciones para que tuvieran letras que no la cosificaran. Ahí comenzó su carrera musical, cuando lanzó el viralizado tema Mi cula.
Que esta fuera una danza feminista no es algo que Almendra Novoa (31) captara de inmediato, sino que, de hecho, lo fue comprendiendo mientras más lo practicaba. “Yo partí bailando twerk hace siete años, porque quería hacer actividad física. Luego empecé a bailar en shows, en discos, eventos de noche. Un camino cuestionable para la Almendra de ahora, pero que fue parte de mi proceso de crecimiento”, cuenta esta relacionadora pública, fundadora de comunidadtwerk.com, la única academia en Chile que hoy ofrece un instructorado validado por la International Dance Council de la UNESCO.
En aquellos eventos nocturnos, Almendra (@almendranh) notó que las mujeres se interesaban mucho y preguntaban dónde podían aprender; así que se propuso hacer clases. “En paralelo, tuve un proceso de deconstrucción muy significativo, a partir de la violencia de género a la que muchas hemos estado sometidas. Fui comprendiendo que esta comunidad ha sido un espacio seguro, donde somos mujeres y disidencias que no se juzgan, que se acompañan en esta liberación y en el darse cuenta que nuestro cuerpo nos permite hacer cosas que jamás creímos que podíamos hacer. Hoy mi discurso ha cambiado, no soy la misma de antes y estoy orgullosa de esa evolución”, dice.
“Se nos cuestiona mucho nuestra danza. Nos preguntan bastante en redes sociales que cómo mover el poto te va a empoderar. Y es difícil de explicar porque yo tampoco lo veía así cuando no lo bailaba. Pero cuando empiezas a practicar y a incorporar este tipo de movimientos, lo comprendes. Entiendes que tu cuerpo te pertenece y esa confianza comienzas a proyectarla en otros espacios de tu vida. Para mí ha sido terapéutico”, añade Almendra.
Twerk medicinal
Desde los 15 años que Vanessa Hernández (@solsitamiamorr), hoy de 24, estudia de forma autodidacta la conexión de la ginecología y la espiritualidad. Poco a poco se fue especializando en estudiar sobre memoria uterina, rituales, círculos de acompañamiento grupal y desbloqueo pélvico. Cuando conoció el twerk -después de haber invitado a la srta. Chu para una de sus clases- todo cobró otro sentido. Comenzó a practicar sin parar durante 4 horas al día este baile, y a conectarlo con enseñanzas taoístas y chamánicas. Así creó una metodología de medicina con twerk: desbloqueando la pelvis a través del baile y, con ello, incidiendo positivamente en una serie de centros energéticos en el cuerpo.
“Hoy en día el twerk es no solo mi herramienta de trabajo, sino también de sanación y de vida. Practicarlo es tan potente y poderoso. Su trasfondo, para mí, va mucho más allá de sentirse empoderada -lo que está perfecto también-; pero para mí el twerk tiene el poder de conectarme con mi espiritualidad. La reconocida twerkera Lizzo, mujer afroamericana estadounidense, señala que las culturas africanas usaban movimientos de la pelvis para conectar con Dios. Y eso me hace mucho sentido. El twerk es una terapia viva”, cuenta.
En las clases que da a mujeres y disidencias, ha visto resultados sorprendentes. Desde personas que registran menos dolores menstruales, alivio de incontinencia urinaria, mejoras en dolores lumbares o ciática, hasta avances en procesos terapéuticos. “La cadera es un sostén en muchos sentidos y, cuando la fortaleces, alineas el resto de tu cuerpo en términos fisiológicos pero también energéticos. Por eso es muy movilizador”, finaliza.
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