Paula 1144. Sábado 29 de marzo de 2014.
Es 2007 y Natalia Contesse (35) toca la puerta de Margot Loyola. Le dice que quiere entender qué significa ser cantora y que quiere crear tonadas, cuecas y décimas. La folclorista le cuenta de la mujer campesina y de cómo canta para la tierra, alzando su voz en casamientos, trillas y velorios. Le cuenta, además, que si quiere escucharlas tiene que contactarse con la recopiladora Patricia Chavarría, Premio Nacional de Folclor. Natalia obedece. Visita a Patricia en Concepción y anota todo lo que dice: cada dato, cada recomendación. Luego se lanza a viajar por pequeños pueblitos de las regiones del Biobío y el Maule. Guitarra en mano, se nutre, sin mucho método pero con pasión, de las tonadas que le canta la señora Rosalía, una tejedora de crin, o don Fernando, un sastre y curandero de Aculeo. De todas esas experiencias nace su música: Puñado de tierra (2011) y Corra la voz (2013), el álbum que está inspirado en el libro de refranes del filósofo y esteta, Gastón Soublette, Sabiduría chilena de tradición oral.
Teloneó a Pedro Aznar, compartió escenario con Manuel García y acaba de girar por España. Natalia ha adquirido el respeto de los entendidos. La crítica de música Marisol García, por ejemplo, cree que Natalia es una cantautora urbana, no una folclorista, pero que "a través de la búsqueda de músicos viejos con los que ha aprendido y de las lecciones vivas que obtiene de los cultores originales, sin mediadores, ha estudiado el folclore y solo registra algo cuando se siente segura de lo aprendido. Esto hace que sus discos parezcan tener una especial hondura y un cierto misterio muy atractivo al oído", señala.
Natalia, por su parte, ha sacado algunas conclusiones tras esos recorridos: "Como dice la señora Margot, 'la mujer es creativa en esencia. La cantora nace desde el vientre de la tierra'. Me gusta sentir que mis canciones traen esas noticias a la ciudad donde la conciencia es tan poca. Ser una mensajera", dice.
Tus viajes te han conectado con lo femenino. ¿Qué te han enseñado las cantoras que has conocido en los campos?
Son mujeres sencillas pero que tienen un poder: todas han tomado la guitarra, la semilla, la guagua y el cuchillo para levantarse y abrir caminos. Y son herederas de un repertorio que las conecta con los procesos agrarios. Tienen otra noción del tiempo. Las cantoras y cantores campesinos no miran la naturaleza solo como una fuente de recursos, sino como una presencia que les revela milagros. Parece que al estar más apartados, más en silencio, pudieran escuchar los misterios de la tierra: la mujer canta mientras siembra porque simboliza la fertilidad y baila sobre el trigo cuando crece a modo de celebración, pero también se repliega cuando le llega la menstruación. Todavía hay pueblos que le llaman el parto chico porque lo interpretan como una renovación. Volver al origen siendo testigo de eso ha significado volver a la raíz de mi música.
De los refranes que inspiran Corra la voz, tu favorito es: "Las escobas nuevas barren bien, pero las viejas conocen los rincones". ¿Cuán inspirador ha sido conocer a Margot Loyola y que te consideren una de sus herederas?
Ha sido fundamental porque doña Margot ha dedicado su vida a compartir y entender el alma del pueblo chileno y es siempre un libro abierto de infinitas historias, sentires y saberes. Es importante que la gente joven la visite: músicos, pero también políticos, poetas y pensadores deberían ser testigos de su profundidad. ¡Por qué no querría heredar de ella! ¡Cómo no sentir, aunque sea una pequeña responsabilidad de darle continuidad a su legado que es un tesoro histórico, cultural y filosófico! Mi gratitud es inmensa.
¿Qué presentarás en Lollapalooza con el conjunto folclórico que ella y su esposo Osvaldo Cádiz dirigen, Palomar?
Un número de cueca, canto y disfraces inspirados en la Pascua de los Negros, la festividad que realizaban los esclavos en el tiempo de la Colonia en un pueblo de la Región del Maule: Roma. La comunidad afro en Chile es un tema que me interesa mucho, el punto de partida de mi próximo disco.