–Bueno, ¿de qué se trata esto? Yo no soy entrevistas. Mientras menos entrevistas uno da, mejor. Además vivo todo el día hablando.

Nibaldo Mosciatti Olivieri: 49 años, penetrantes ojos claros, nariz difícil de olvidar y esa voz que escuchan millones de personas todos los días.

–Si esto es por el premio, eso ya es raro.

Nibaldo Mosciatti, penquista de nacimiento, comentarista de CNN y jefe de prensa de la radio que fundó su padre hace más de 40 años y que adquirió tintes de leyenda cuando fue la única en seguir transmitiendo después del terremoto, se dispone a almorzar tres cortados dobles y un jugo de zanahoria.

–Creí que era una pitanza. Me llamó el gerente de Andina y no le creí, si yo no he postulado a ningún premio. Pensé en no recibirlo, pero hubiera sido un acto de soberbia. Además, sé que esto es un reconocimiento más a la radio que a mí. En ese sentido es bonito. Pero me da un poco de pudor.

¿Nibaldo Mosciatti siente pudor? ¿El periodista que en un ratito más dirá que los relacionadores públicos son unos vendedores de pomada y que el Consejo Nacional de Televisión no sirve para

nada, se sonroja al recibir un premio?

–Es que uno no trabaja para andar ganando premios. Yo me pregunto si estos premios no te los dan cuando uno empieza a envejecer.

El antipoder

Santiago, años 80. Nibaldo Mosciatti estudia Periodismo en la Universidad Católica. Entrega cuentos cuando le piden ejercicios de redacción. Por suerte no lo rajan: varios de sus compañeros hacen lo mismo. Al egresar le ofrecen trabajo en la radio Chilena. Se las arregla con un sueldo modesto; cree que hay que saber vivir con precariedad. Arrienda una casa con amigos. Mucha fiesta. Se harta de la radio Chilena y se va a la revista Apsi, con 24 años, al cargo de redactor político. Mucha pega, mucha fiesta. A veces, también, amenazas: es el Santiago de los 80.

–Mira: en una dictadura, si haces periodismo haces oposición. Yo nunca he tenido militancia en un partido político. Soy bien crítico de la izquierda, del gobierno de la UP. Pero me gusta el periodismo. Y en dictadura eso era hacer oposición. Yo, a diferencia de los periodistas que creen que hay que tener muy buenas relaciones con los políticos, creo que hay que tener la menor relación posible. Yo no hago vida social con gente que no es mi amiga.

¿Ningún cóctel, ninguna inauguración?

No me interesan. Tengo poco tiempo y se lo dedico ami familia y mis amigos. Y también por el tema de la independencia. Yo creo que el periodismo tiene que manejarse con distancia, y esa distancia uno tiene que construirla y mantenerla. Esa distancia es soledad. Y yo soy bueno para eso. La gente alega que soy anticoncertacionista y al día siguiente alega que soy antialiancista. Yo no estoy ni con unos ni con otros, sino que estoy para ejercer mi libertad.

Esas presiones que antes eran políticas, ¿hoy son económicas?

Hoy la independencia se mide frente a los avisadores. En la radio hacemos algo que me parece normal pero que nadie hace: el que lee noticias no hace menciones comerciales. Mira: yo ni siquiera sé quiénes son nuestros avisadores. Hemos dado muchas veces noticias que no son favorables a un cliente y creo que hemos perdido avisaje por eso, pero ésas son las reglas del juego.

Y, entonces, ¿cómo logran competir contra la mayoría de las radios, que pertenecen a grandes consorcios extranjeros?

Porque esto no es un negocio. Esto nos involucra más allá de una pega. Y ¿sabes por qué? Porque sentimos que tener un medio es un gran privilegio. Hablar frente a un micrófono es un privilegio gigantesco que muy poca gente tiene. Eso implica responsabilidad, y la primera responsabilidad es que tú eres un servicio y tienes que ser pluralista, crítico, estar lo más alejado posible de los poderes. El periodismo es eso: antipoder.

Lo que, de cierta forma, lo transforma también en un poder.

Depende. Te puede transformar en un poder si te lo crees. Yo creo que no hay que creerse el poder. Como todas estas oficinas de relaciones públicas, que detesto. Son una cuchufleta. Son las enemigas del periodismo. El relacionador público te quiere vender la pomada, no te quiere contar la verdad. Si tú te quieres dedicar a las relaciones públicas, dedícate, pero estás renunciando al periodismo. Es absolutamente incompatible.

PL_57 Nibaldo Mociatti

¿Eres crítico del periodismo de blog, de red social?

Es una alternativa de información sin el rigor que debiera tener. Encuentro súper peligroso cuando muchos periodistas jóvenes se ponen a reportear por internet. Pero creo que mientras más medios haya, mejor, porque se democratiza la información y se disuelve el poder, que es la concentración de información en pocas manos.

¿Tuiteas?

No. ¿Sabes por qué? Porque no me gusta ser esclavo de nada. Y veo mucho que la gente termina siendo esclava, no del twitter, sino de la imagen que quiere proyectar a través de twitter.

Jesuscristo y los ovnis

¿Te sorprendió que los medios se demoraran tanto en empezar a cubrir la huelga de hambre mapuche?

Los otros medios.

¿Cómo la cubrieron ustedes?

Desde el primer día. Para la radio, el tema mapuche está en su ADN. Pero, además, a nosotros nos parece que si hay personas que están presas e inician una huelga de hambre, es noticia y la cubrimos. No hay que esperar 40 días. Mira: el periodismo es sentido común. No es más. ¿Cómo no va a ser noticia que haya mapuches presos, condenados por lo que sea, que estén realizando una huelga de hambre? Notición.

Pero, ¿ qué pasó ahí con los medios chilenos, que no la vieron?

En primer lugar, sufren del drama del centralismo. Es brutal. Creo que en la radio tenemos una vocación distinta que nos permite conectarnos con esa otra parte del país, que es más que Santiago, porque para nosotros la gente de Santiago es exactamente igual que la de regiones. Pero hay una agenda muy centralista. Y –no sé si es una sospecha– creo que muchos medios no quieren meterse en temas que les provoquen conflictos con la autoridad mientras no haya otros medios que se embarquen. Éste es un país que tiene un ADN profundamente autoritario.

¿Qué opinas de que haya que poner 20% de música chilena en las radios?

Me parece absurdo. No creo que sea la manera de ayudar a la música chilena, pero, además, es una intromisión indebida. Y a mí me gusta la libertad. Siempre hay que desconfiar de la gente que no ama la libertad.

¿Y la sanción al Club de la comedia por las parodias de Jesús?

Una pelotudez.

¿Qué sentido le ves entonces al Consejo Nacional de Televisión?

Ninguno. Ésa también es gente que no ama la libertad. Además, me carga que la sanción sea por argumentos religiosos. Si tú no te puedes reír de Jesucristo, entonces no te puedes reír de ninguna otra religión, ni tampoco de la gente que cree en otra cosa. ¿Cuál es la diferencia entre creer en Jesucristo y creer en los ovnis? A mi juicio, ninguna. Ahí yo me erizo, porque hay un doble estándar que nace de una cosa absurda, que es creer que los valores vienen de la religión. Los valores humanos vienen del ser humano. Cuando la gente me dice: "cómo, no tienes religión", "cómo, no crees en nada", yo les digo: "A ver, hablemos cosas prácticas, ¿cuál ha sido la actitud de la religión frente a las mujeres?".

¿Desde chico fuiste agnóstico?

Soy bautizado. Mi madre es muy católica, catoliquísima.

¿Te confirmaste?

No, no llegué ni a la primera comunión. Aunque cuando chico debo haber acompañado ami madre o a mi abuela a misa.

Pero no enganchaste.

Mira: admiro a mucha gente católica, a muchos curas, pero a la jerarquía de la Iglesia, como toda estructura de poder, la veo con mucho recelo y quiero mantener distancia de ella. Yo creo que las probabilidades de que Dios exista son… 0,1%, para dejar una opción y no ser soberbio. Pero la existencia de Dios me da lo mismo. Lo que me importa es la pretensión de algunos que, usando la fe y la religión, quieren imponer cosas a los otros. Y ése ya no es un tema de religión, es un tema de relaciones de poder.

Nibaldo, ¿y estas opiniones no te traen problemas?

A ver: cuando uno opina, asume que la opinión es rebatible. Parte de la gracia de la opinión es ésa. Que es distinto a la información. Por ejemplo, he dicho muchas veces, y me retan cuando lo digo, que si no hay educación pública de calidad, no hay democracia. Porque la democracia es cuando todos valemos igual y tenemos igualdad de oportunidades. En Chile, yo miro a la gente y pienso: ¿cuánta de esta gente

sabe que sus hijos están condenados a ser pobres? No por no tener capacidades, sino porque no les van a entregar las herramientas. Entonces me indigna cuando se habla de que ésta es una sociedad competitiva, que el jaguar y todas esas pelotudeces. Qué fácil decir eso desde el poder, desde la garantía de tenerlo todo. Porque resulta que tu hijo va a competir en la carrera de 100 metros planos arriba de una moto y el otro a pata pelada. Así es súper fácil. Eso sólo hablando de educación; si tú le sumas después los apellidos, los contactos, los pitutos, las relaciones sociales… Ésta es una sociedad bien enferma. Es como un niño bonito lleno de tumores. Me da mucha pena.

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Errores radiales

Son cinco los Mosciatti-Olivieri. Nacidos en Concepción, Mauro, Tomás, Ezio, Piero y Nibaldo crecieron en la radio que Nibaldo padre fundó en 1966 y que hoy tiene 40 emisoras en todo Chile. Dice Nibaldo que de su padre –quien murió en 2007– heredó, además de este medio, el desapego por el dinero, el amor al periodismo y la afición por el teatro.

Cuéntame de tu papá.

Mi padre era un gran contador de historias. Fue actor, director de teatro, titiritero también. Él partió haciendo teatro callejero, no estudió, fue un autodidacta. Mi padre fue una persona increíble. Yo todavía trato de juntarme con viejos amigos suyos para que me hablen de él. Se murió uno hace poco, Rolando Toro, el inventor de la biodanza. También se dice que tu papá inventaba cosas, por ejemplo, el sistema de predicción de resultados de elecciones que ustedes usan hasta hoy. Sí, pero es un sistema de predicción estadístico más que un invento. Requiere mucho trabajo. Eso lo hace mi hermano Mauro, que es ingeniero y una bala.

¿Qué rol cumple cada hermano?

Yo soy director de prensa, Tomás es el director de la radio. Nuestro corazón administrativo está en Concepción y Mauro es el gerente y también ve las radios del sur… Y nos juntamos a discutir, a discrepar, a consensuar.

¿Todos tienen carácter fuerte como tú?

A nuestra manera sí. Pero yo no sé si tengo un carácter fuerte. No me gusta pelear, aunque creo que es inevitable de repente. Alguien que diga que está totalmente en contra de la violencia dice una pelotudez, como Patricio Aylwin, que ha dicho muchas pelotudeces en su vida. Lamentablemente hay momentos en que la violencia se necesita, porque no te queda otra que defenderte. Pero siempre digo que la violencia, por justificada que esté, degrada. Te queda dentro.

¿Te enojaste mucho cuando la radio ADN usó el audio de una entrevista a Bachelet que hicieron ustedes?

Ahí yo me enojé por la desfachatez. Lo único que quería era una disculpa formal ante una falta tan evidente y grave, que era el pirateo de audio reiterado en tres ediciones distintas, lo que demuestra que no se les pasó sino que fue una decisión editorial. Cuando uno se equivoca, tiene que decirlo. Ésa es la única manera no sólo de ganar credibilidad, sino de hacer más decente nuestro trabajo.

¿Te ha tocado pedir perdón por un error?

Sí. Nosotros cometimos un error gravísimo para la elección municipal en Santiago en 2004. Nos equivocamos en la proyección y dijimos que ganaba Schaulsohn, y él se proclamó ganador cuando en realidad había ganado Alcaíno. Fue una de esas cosas absurdas, un dato mal ingresado, una suma mal hecha de una mesa que distorsionó toda la muestra. Apenas nos dimos cuenta dijimos: "Nos equivocamos, pedimos disculpas". No digo que eso haya mitigado nuestro error, pero es lo único que uno puede hacer. Además, ¿quién no se equivoca? Imagínate que transmitimos en vivo. ¡Obvio que nos vamos a equivocar!

¿Hasta cuándo piensas seguir en la radio?

Siempre. Eso no significa que no me gustaría hacer otras cosas, y trato de hacerme otros espacios, para escribir por ejemplo. Ahora, acabo de escribir un cuento para niños, era una promesa que le tenía hecha a mi mujer, que es una de las directoras de la editorial Amanuta. Pero me siento muy a gusto acá. Por la libertad de la que gozo. Y porque está el cuento familiar, está la sombra de mi viejo proyectada, y cuando digo la sombra de mi viejo también es la de mi mamá. Si había que construir una antena, ella andaba en la camioneta acarreando los fierros. Eso para mí es importante.