VPH: ¿Por qué las mujeres adultas también deben vacunarse?

vacuna VPH mujeres



A pesar de ser la enfermedad de transmisión sexual más común –se estima que 8 de cada 10 personas sexualmente activas lo contraerán en algún momento de su vida–, existen muchos mitos sobre el Virus del Papiloma Humano (VPH). Uno de los más comunes es pensar que el virus sólo se transmite si hay signos o síntomas visibles. En realidad, se puede contagiar incluso sin síntomas. Otro mito frecuente es que el riesgo es mayor en personas con múltiples parejas sexuales, cuando basta haber tenido una sola pareja para contraer el virus. Además, los síntomas pueden aparecer años después, dificultando saber cuándo ocurrió la infección.

También se cree que los condones son suficientes para prevenir el VPH. Si bien ayudan, el virus puede infectar zonas no cubiertas por el preservativo. Además, el VPH genital se transmite por contacto directo de piel a piel durante el sexo vaginal, oral o anal, y no solo por la penetración.

Pero los mitos que giran en torno a este virus sobrepasan el ámbito del contagio y también se posicionan en términos de prevención, específicamente respecto de la vacuna. En Chile, la vacunación contra el VPH forma parte del Programa Nacional de Inmunizaciones desde 2014, con dos dosis para las niñas en 4º y 5º básico. En 2019, se amplió a los niños. Desde este año, con la incorporación de la vacuna nonavalente, se administrará una sola dosis en 4º básico. La vacunación se realiza principalmente en menores que no han comenzado su vida sexual, pero este no es el único grupo que puede beneficiarse.

Un mito común es que haber tenido VPH genera inmunidad. Sin embargo, no todas las personas desarrollan protección inmune, por lo que es posible reinfectarse con otro tipo del virus. En ese sentido, surge la pregunta: ¿Vale la pena vacunar a mujeres adultas que ya iniciaron su vida sexual?

En agosto pasado se realizó en CDMX el Seminario Latinoamericano de Periodismo en Ciencia y Salud organizado por MSD. Allí se presentó la conferencia “Prevención del Virus del Papiloma Humano más allá del género y en las diferentes etapas de la vida”. Una de las expertas fue la doctora mexicana Elsa Díaz López, Ginecóloga y Obstetra, Master en Bioética. Entre otras cosas, habló sobre las razones por la que, además de los niños, niñas y adolescentes, también deberían vacunarse las mujeres. “Incluso después de superar una infección por VPH, aún existe la posibilidad de reinfección, porque no se puede asumir que tener inmunidad contra una cepa garantiza la protección contra otras”, asegura la doctora. Y según el Instituto de Salud Pública del Minsal, 45,1% de las mujeres están infectadas con más de un genotipo del VPH.

Principales razones para vacunarse

Se ha calculado que aproximadamente el 8,6% de todos los cánceres en mujeres y 8,8 % en los hombres, están asociados al VPH. También que el 80% de las mujeres y el 91% de los hombres nos vamos a infectar en algún momento de nuestra vida con VPH, y que una vez que se inicia la vida sexual, sólo bastan 3 o 4 años para que el 50% de nosotras nos infectemos de VPH.

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Díaz explica que, en mujeres infectadas, los anticuerpos generados no son suficientes para defenderse de otras infecciones. “La vacuna activa los anticuerpos de memoria, lo que ayuda a reducir las recaídas en infecciones como las verrugas genitales, entonces si una mujer desarrolla verrugas genitales y se trata, luego la vacuna puede reducir el riesgo de que vuelvan a aparecer”, afirma. Otro ejemplo: “Una mujer que tiene una lesión de alto grado, es decir, precancerosa, en el cuello del útero. Se la quito. ¿Hasta ahí termina mi función como médico o tengo que preocuparme porque el día de mañana no vaya a desarrollar un carcinoma de cabeza y cuello, es decir, de garganta, de faringe, de orofaringe que también son producidos por el VPH? En esos casos lo que se recomienda es vacunar a esa paciente que ya traté por esas lesiones”. De hecho, en revisiones sistemáticas se ha visto que una paciente que tiene un tratamiento y le aplicas una vacuna, se va a reducir el riesgo de volver a regresar con una lesión precancerosa, más o menos entre un 43 y un 67%.

Pero la doctora es clara al explicar que la vacuna no cura; no es terapéutica, sino que profiláctica. “Una mujer tiene una lesión precancerosa, se la quitamos, pero quedan restos de tejido. Si la vacuno ¿no va a recaer? No. Tiene que hacer el tratamiento completo. Ahora, una vez que se haga ese tratamiento y no queden tejidos precancerosos, si pongo la vacuna, disminuyo el riesgo de otros tipos virales y reduzco, en cierta medida, la posibilidad de una recaída”, aclara.

Factores de riesgo adicionales

Según la Dra. Elsa Díaz, a esto se suman los factores de riesgo, entre los que se encuentran: inicio de vida sexual en forma temprana (antes de los 18 años), tabaquismo, el tener otras infecciones como clamidia, micoplasma o algunas que constantemente estén presentado un proceso infamatorio; también que haya situaciones de inmunocompromiso como nefropatías o artritis.

La etapa de la perimenopausia también es un factor, pues en ella se reduce la respuesta inmunológica; la paciente tiene una reducción en el aclaramiento, es decir, en la capacidad de eliminar el virus; y hay comorbilidades como diabetes e hipertensión. “Se nos olvida que las adultas tenemos una gran cantidad de situaciones que pueden causar un compromiso en nuestra respuesta inmunológica”, dice. Y agrega: “Por eso es importante la vacuna, ya que permite tener una mejor respuesta inmunológica para evitar lesiones”.

Esa importancia radica en que a nivel mundial, los VPH de alto riesgo causan el 5% de todos los cánceres. Cada año, se diagnostican 570.000 mujeres y 60.000 hombres con cáncer relacionado con el VPH, incluidos los de cuello uterino, orofaringe, ano, pene, vagina y vulva. En Chile, aproximadamente 600 mujeres fallecen anualmente por cáncer cervicouterino, un promedio de dos mujeres al día.

La vacunación es una de las estrategias que estableció en 2019 la OMS para eliminar el cáncer. “Hay países en Europa en donde a partir del 2006 se ha vacunado primero a niñas y niños, y luego se extendieron a jóvenes hasta 21 años. Las primeras mediciones dieron cuenta que en los primeros dos años, prácticamente se vio una reducción casi del 90% de las verrugas genitales; en el término de una década vieron que se redujeron las lesiones precancerosas en un 70% más o menos. Hoy en países como Dinamarca, Australia, Inglaterra y Canadá, estas metas de reducción se han hecho reales y se espera que en el 2030 estos países muestran estadísticas en donde se ha eliminado el cáncer cervicouterino por completo”, dice la doctora. Y concluye: “Por eso la vacuna, además del tamizaje y el acceso a buenos tratamientos, es una oportunidad de vida”.

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