Yo también tuve un blog
Por ahí por el 2004 abrí mi primer blog. Iba en tercero medio y, por supuesto, sentía que tenía muchas cosas que contar. Hay muchas personas que, con justa razón, crearon sus primeros blogs porque tenían algún hobby o vocación de la que querían hablar o se querían dar a conocer en algún rubro como el de la moda, la música y el cine. Yo no. Yo no sabía de qué iba a ser mi blog, solo tenía claro que tenía que hacer uno porque me gustaba escribir y quería compartir lo que escribía.
Honestamente, mi vida no era excesivamente interesante ni muy distinta a la de cualquier estudiante de enseñanza media, así que como varios y varias empecé escribiendo sobre mi manera de ver el día a día. Escribía sobre lo mucho que me gusta ver películas de terror en Halloween o sobre los postres que le gustan a mi abuelo que siempre está a dieta. A veces, si me gustaba alguien en secreto -porque una es así, trágica- escribía algunas prosas crípticas al respecto.
Para mí, lo importante era tener el blog para decir cualquier cosa. Entonces pasaba horas aprendiendo sobre HTML para personalizarlo más allá de lo que te permitían los diseños pre instalados de Blogger y para mostrarme como alguien mucho más interesante de lo que era.
Así como borré mi Fotolog escolar cuando entré a la universidad, también eliminé mi blog y abrí otro más blanco, sin tanta chimuchina, donde lo que importaba era el fondo más que la forma. Me quedé con los diseños clásicos del programa, pero me desgarré escribiendo sobre mis experiencias y, principalmente, sobre mis dolores. Seguramente eran artículos pésimos, pero fue una época de mi vida donde tenía tanta pena, que publicar me hacía sentir menos sola.
Pero no siempre eran artículos tristes. Empecé a indagar en la escritura un poco más irónica y a jugar con bromas para ver si se entendían, y creo que me resultó. Algunos profesores me leían y comentaban, igual que compañeros y compañeras de mi nivel y más grandes, e incluso un diario local empezó a publicar columnas que mis abuelos compartían con sus vecinos y mi papá mantiene en una carpeta.
No sé si escribir en blogs me hizo una mejor periodista, pero estoy segura de que me preparó para algunas cosas. Por ejemplo, este tipo de textos más personales se me dan con facilidad y no tengo mucho pudor a la hora de hablar sobre mí. Y, por otro lado, aprendí a vivir con todo tipo de comentarios al exponerme a que personas que no me conocen me leyeran. Y créanme, cuando trabajas en un medio digital eso te sirve bastante, especialmente cuando confundes grupos musicales de culto en el título y todos los comentarios piden que te echen.
A principios de siglo, tener un blog te hacía parte de un grupo de personas que creían que tenían algo que decir. Y aunque al principio no siempre sabíamos qué era, en el camino nos dimos cuenta de que, a lo largo de posts de despecho, de alegría y de ficción, habíamos encontrado algo que hoy, en tiempos de redes sociales y trending topics, a muchos les falta: una voz propia.
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