Los anteojos ecológicos que salvaron a su dueño de la quiebra

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Luego de varios años intentando consolidar un proyecto vinculado con sustentabilidad, el chileno Thomas Kimber lidera la marca de anteojos de sol Karün, creados con madera recolectada de los bosques patagónicos.


“Si queremos solucionar los problemas que tenemos hoy, debemos cuestionarnos quiénes somos nosotros”. Bajo esa premisa que dice en voz alta, Thomas Kimber busca ser parte de quienes pretenden entregar una respuesta a la crisis climática combinado ese interés con los negocios. El joven empresario, oriundo de Santiago (en la foto de abajo), decidió hace más de una década seguir una ruta ligada a proyectos que tengan a la sustentabilidad como motor principal. No fue hasta inicios de 2012 cuando decidió apostar por el negocio de la moda.

“Creo que me hice consciente del impacto de la industria a los 18 años, cuando empecé a ver que muchos usaban unos tipos de anteojos de sol fosforescentes”, dice Kimber. “Me sorprendió ver cómo los públicos siguen las tendencias. Ahí empecé a investigar y me empecé a dar cuenta que la moda es una de las cinco industrias más contaminantes del mundo”, agregar el emprendedor.

Pese a que seguir este ideal lo ha llevado a enfrentar importantes crisis, incluso de rozar la quiebra económica durante el camino, desde hace siete años lidera Karün, una marca de anteojos y gafas de sol fabricadas exclusivamente con redes de pesca recicladas y madera recuperada de las playas y bosques de la Patagonia. Él sintetiza: “Los anteojos son un elemento muy simbólico en la industria de la moda, uno ve el mundo a través de ellos, son una herramienta comunicacional muy potente. Nosotros buscamos transmitir un solo mensaje”.

Thomas Kimber

Empoderando emprendedores

Junto a Thomas Kimber, son cerca de 18 personas que trabajan detrás del concepto ecológico. “Somos un grupo de personas que buscamos acercarnos a una pregunta. No tenemos todas las respuestas, pero si tenemos una idea muy clara: ¿Cómo sería el mundo si entendiéramos que todos somos naturaleza?”, se pregunta.

Desde esa interrogante, Karün generó un modelo que funciona bajo dos aristas. La primera tiene estrecha relación con la producción, enfocándose en el uso exclusivo de materiales reciclados. Estos son recolectados por personas de localidades australes, quienes reciben un ingreso que utilizan como capital semilla para generar sus propios proyectos. El caso más icónico de esta forma de intercambio es el de la familia de Rosa González y Pedro Rubio, quien desde Reloncaví recolecta redes de pesca para invertir junto a su esposa en la instalación de un restorán de empanadas, que comenzó gracias al trabajo que ayuda a eliminar los residuos en la región de Los Lagos.

En segunda instancia, con las ventas de anteojos Karün (cuyos precios varían según el modelo, pero oscilan entre los $79 mil y $129 mil) busca financiar un programa junto a Balloon Latam, en el Valle de Cochamó, para empoderar a más de 600 emprendedores locales, todo con tal de proteger 400 mil hectáreas naturales en la zona patagónica. “La dualidad que existe en el mundo cuando uno logra la oportunidad de estar en lugares naturales, donde no existen civilización humana, y luego contrastarlo con lo frenético de las ciudades te hace darte cuenta de la necesidad de vivir en la naturaleza”, asegura Thomas Kimber.

Un regalo a los presidentes

Lo que alguna vez fue cuestionado por empresarios a los que Kimber acudió para buscar apoyo, con el paso del tiempo logró consolidarse en una empresa que preserva el medioambiente, ayuda a reconstruir comunidades y, sobre todo, crea empleos sin afectar la calidad de vida de sus colaboradores.

Actualmente, Karün funciona desde Puerto Varas, en otra batalla en favor de la descentralización, y cuentan con oficinas en Santiago, además de Suecia y Canadá. “El impacto más importante de lo que estamos haciendo es demostrar que las empresas tienen que cambiar su definición de para qué existe una empresa y cómo Karün, desde regiones, podemos generar un impacto a nivel global. Si logramos demostrar eso, tenemos que dar la invitación a otras marcas para comenzar a crear”, piensa Kimber.

Hoy, la marca Karün disfruta del reconocimiento internacional. En 2013, con solo un año de trabajo, los anteojos hechos con madera patagónica fueron elegidos como el regalo oficial que el presidente Sebastián Piñera entregó a los mandatarios de la primera Cumbre Celac-UE. Y en los últimos años la creación de gafas con materia prima sustentable ha llamado la atención incluso de sitios como National Geographic o Forbes.

El emprendimiento chileno destaca en el orbe por ofrecer algo totalmente distinto a un proceso productivo lineal y extractivo, pero su creador agrega que también invita a construir una cadena de valor bajo un modelo circular y eventualmente regenerativo. “Debemos generar un mecanismo que sea consecuente con lo que decimos, que inspire a la reflexión y, posteriormente, a la acción de lo que hacemos en nuestra cotidianidad”, puntualiza.

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