El barrio de Recreo, en Viña del Mar, es uno de los más históricos y relevantes de la Ciudad Jardín. El sector no solo ha sido destacado por su arquitectura y vistas panorámicas al Pacífico, sino también por su herencia cultural. Hogar de colegios, universidades y diversas instituciones, es ahora también el punto focal para el denominado “primer barrio inteligente” en el país, que se pudo concretar gracias al trabajo colaborativo entre la Universidad Andrés Bello (UNAB), la municipalidad y el aporte de privados como Claro empresas y Microsoft.

Su inauguración, realizada el sábado pasado, convocó a vecinos y a representantes de los distintos sectores de la zona.

El “poste inteligente” o tótem, parte del denominado BIG Barrio Recreo (Barrio Inteligente Gestionado), lo que hace es justamente entregarse como una herramienta a la comunidad. Con la integración de diversas tecnologías, a través de una aplicación o escaneo de un código QR, pueden acceder a una serie de funcionalidades que les permitan interactuar con la ciudad, sus vecinos y herramientas de seguridad. Por ejemplo, en caso de emergencia, pueden contactar directamente con una central de Seguridad Ciudadana, para así prestar auxilio en cuanto se requiera.

Dentro de su política de sostenibilidad, dice Francisco Guzmán, vicepresidente de Mercado Empresas ClaroVTR, incluyen trabajar en conjunto a las comunidades y las diferentes municipalidades para “llevar inteligencia también a las ciudades”. “Lograr ese propósito es el que busca la ciudad inteligente que, al fin y al cabo, es crear ambientes donde las personas puedan interactuar con las ciudades, siendo ellos y los vecinos el centro de esta comunión virtuosa”, dijo el ejecutivo a “Piensa Digital”.

“Las ciudades y los ciudadanos están cambiando, por lo tanto, nuestra forma de interactuar con estos entornos también debe ir cambiando, hacer que sea más moderno, más amigable y sustentable: ese es el rol que nosotros pretendemos cumplir con la comunidad”, agregó.

La contribución desde el mundo académico y las universidades ya no es necesariamente con una orquesta que se presenta con un espectáculo o un programa de atención veterinaria, dijo Hugo Rojas, académico de la UNAB.

“Ahora son programas de largo aliento y, por lo tanto, hay que buscar partners comprometidos, activos, organizados y la manera de hacer eso es poder celebrar con partners territoriales”, comentó el también director de LabU de la institución, que trata temáticas vinculadas a las ciudades inteligentes, sobre su trabajo en primera instancia con la municipalidad de la ciudad.

Lo primero fue poder lograr el acercamiento con el mundo público, pero destacó también la colaboración con el sector privado, con quienes hay que lograr una total armonía en la comunicación. “Tiene una lógica, un lenguaje y un timing distinto al de la administración pública, que es más político y con otros intereses”, planteó.

Habitualmente una universidad, siguió el académico, opera con proyectos circunscritos a dos o tres años y que pueden sufrir el “efecto agencia”, en que cambian los rectores, los directores o suceden otras incidencias. “Llevar un proyecto siete años o más requiere de una visión clara, fuerte y también lograr hacer que sea una visión compartida por quienes son los actores incumbentes en un desarrollo y un desafío de este orden”, sugirió el especialista.

Antes de materializar el punto inteligente, comentó, fue relevante hacer el trabajo con la comunidad. Antes que la transformación digital de la ciudad, los barrios o del entorno urbano, debe realizarse un proceso de transformación cultural. “Si no son las personas las que están entendiendo, validando y valorando, cualquier tecnología quedaría ‘sobrepuesta’”, aseguró Rojas.

En ese sentido, Carlos del Fierro, representante de las juntas de vecinos en la mesa técnica de BIG Barrio Recreo, dijo que tiene tranquilidad con el proyecto, porque los adultos mayores de la zona estudiaron y manifestaron su total interés en aprender cómo usar estar nuevas tecnologías. Como hay una alta densidad de población en avanzada edad, planteó lo significativo que es el proyecto para ellos. “Si tienen que ir a la panadería, ¿Estará abierta? ¿Tendrán del pan que yo necesito? Son cosas que son simples o absurdas, pero son así y que se complementan con las necesidades que tenemos en el barrio”, comentó.

Gerald Pugh, vicerrector de la Universidad Andrés Bello en la sede de Viña del Mar, destaca el rol de las universidades con respecto a la generación de conocimiento.

“Hemos puesto a disposición a nuestros mejores académicos, docentes, profesores, estudiantes e investigadores que han trabajado temas de inteligencia artificial y cómo se aplica en las ciudades inteligentes de manera de ir generando oportunidades para los vecinos de un barrio, en este caso Recreo, pero que se puede proyectar a otros en la región”, propuso. Con estas mejoras, de la mano de una institución de la región, se puede lograr una ciudad más atractiva.

El trabajo entre los distintos actores, sean del sector público o privado, fue clave para la concreción del proyecto.

“No es una receta de hoy, sino que lo ha sido muchos años”, destacó Macarena Ripamonti, alcaldesa de la ciudad. “Tenemos que entender el compromiso con las ciudades, incorporar eso dentro de las políticas, las visiones de las empresas y salir adelante de manera conjunto: así, y solo así, vamos a poder entendernos y avanzar de manera más veliz, como la gente lo está pidiendo”, aseguró. BIG Barrio Recreo es un buen ejemplo, del cual aseguró están “desarrollando al menos quince más” y agradeció la participación de otros actores. “Como municipios, no podríamos hacerlo solos: podemos ahorrar nuestros recursos y ser más eficientes si trabajamos de manera conjunta”.