Cómo afectan los proyectos de reducción de jornada laboral a las pymes

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60 minutos separan la propuesta de reducción de jornada laboral oficialista del de la diputada Camila Vallejo, que esta semana la Cámara de Diputados aprobó la idea de discutirlo. ¿Cómo podrían repercutir ambos proyectos en las empresas y por qué es tan decisiva la flexibilidad? Aquí, algunos especialistas responden.


Desde 2017 que la idea de reducir la jornada laboral rondaba en el Congreso. Ese año, la diputada Camila Vallejo (PC) propuso bajar el trabajo semanal de 45 a 40 horas, pero el proyecto no volvió a ser escuchado hasta este 2019, con una propuesta del gobierno incluida que considera 41 horas semanales. Esta semana, y luego del estallido social que cambió la agenda país, la Cámara de Diputados aprobó por 88 votos la idea de legislar sobre el primer proyecto. ¿En qué se diferencia un proyecto de otro?

La primera diferencia es evidente: 60 minutos separan una propuesta de la otra. Según explica Alejandro Micco, doctor en Economía de la Universidad de Harvard y académico de la facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile, el proyecto de Vallejo concentra dos posturas: una plantea la reducción de horas a 40 semanales y la más radical pide incorporar a esas 40 horas la hora de colación, por lo que la productividad real sería de 35 horas semanales.

Micaela Raffe, jefa de selección de Cenac Group, una empresa dedicada hace más de 40 años al rubro de recursos humanos, añade a este punto que dicha iniciativa “busca distribuir las horas por igual en cinco o seis días a la semana”. Al mismo tiempo, menciona que pretende reducir la jornada laboral de inmediato para las grandes empresas y en un plazo de 2 a 3 años para las pymes, esperando que en este tiempo puedan adaptarse al cambio de mejor manera.

El proyecto oficialista, por su parte, “no contabiliza las horas de trabajo a nivel semanal, sino mensual y promedia las horas en 41 semanales con flexibilidad”, dice Micco. En cuanto a su implementación, Raffe comenta que esta “sería paulatina, tardando hasta 2027. En esa fecha todas las empresas deberían cumplir con la normativa”.

Flexibilidad e implementación

Carlos López, gerente comercial de Multi Servicios Financieros SpA, apunta que la flexibilidad es una diferencia sustancial, “ya que invita a los trabajadores a lograr acuerdos con su empleador respecto a cómo distribuir las jornadas laborales. En cambio, el proyecto de 40 horas se basa en parte en la ley actual, por tanto, es más rígido”. En dicho contexto, explica que la flexibilidad podría permitir, además, la incorporación a la fuerza laboral de un sinnúmero de personas a las que bajo el régimen actual les resulta más complejo encontrar trabajo.

En el caso de las pymes, dice Micaela Raffe, jefa de selección de Cenac, “el rol laboral de cada persona no se encuentra totalmente definido y abarca varias funciones. Esto lleva, muchas veces, a trabajar algunas horas extras, como también sucede en algunas grandes empresas. El proyecto de 41 horas se podría ajustar más por la flexibilización, aunque al igual que las empresas de mayor tamaño, la pymes necesitan una reducción de jornada, por lo que deberían considerar implementarlo de inmediato también cómo en el proyecto de 40 horas”.

Carlos López discrepa con Raffe. El gerente comercial de Multi Servicios Financieros SpA expresa que la gradualidad en la implementación sí es importante, especialmente en las pymes, debido a las diversas realidades que integran este grupo. Además, añade que “para una pyme que quiere seguir operando con su dotación actual, sin duda que el costo hora trabajada va a subir cualquiera sea el proyecto que se aplique. El desafío en este contexto será mejorar la productividad para compensar tal consecuencia”.

Consecuencias del cambio en las empresas

Respecto a las preocupaciones que giran en torno a ambas opciones, Raffe asegura que en ningún caso deberían existir despidos, bajas de sueldo u otras modificaciones grandes, por reducir cinco horas semanales de trabajo: “Está comprobado que las personas son más productivas al reducir su jornada laboral. Al ajustarse más con su vida e intereses personales, su motivación es mayor y, por lo tanto, existirán mejores resultados”. Carlos López concuerda, comentando que “pensar que los efectos inmediatos de la reforma sean despidos, puede ser muy prematuro. No hay que sacar cuentas anticipadas”.

Para el doctor en Economía de la Universidad de Harvard y académico de la facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile, Alejandro Micco, sí existe un problema y radica en lo salarial, pues cree que los empleadores deberán enfrentarse a la decisión de reajustar los sueldos, experimentando una posible reducción: “Más allá de hablar de empleo o desempleo, uno tiene que tener claro que si decide tener más tiempo libre, que es una discusión muy válida, tendrá menos capacidad de adquirir televisores. Si uno reduce las horas trabajadas, las remuneraciones serán más bajas. A la vez, debemos tener en cuenta que menos salario es igual a menos ahorros para las pensiones futuras”.

En esta misma línea, el doctor en Economía enseña que “hoy la rebaja que se está planteando, de 45 a 40 horas, equivale a 11% de reducción sobre la jornada laboral. Si lo llevamos al caso extremo de 45 a 35 horas, estamos bajando 22%, algo bastante importante. Eso va a tener impacto en el salario de los trabajos, aun cuando la ley indique que estos no deben alterarse, porque habrá menos aumentos de sueldo o porque cuando un trabajador se cambie de empleo ya le habrán reajustado el sueldo a su nuevo cargo haciéndole una oferta acorde a la nueva cantidad de horas trabajadas”.

El desafío de la productividad

Reducir las horas de trabajo puede tener gran impacto en la productividad. Mientras algunos creen que las horas libres aumentan la felicidad de los trabajadores y por ende producen más, Micco es claro y escéptico al respecto, comentando que dichas aseveraciones del mundo político no se han comprobado.

“Hay que recordar que Chile figura, dentro de la lista de la OCDE, en el ranking de los países con mayor número de horas trabajadas, pero no así en el de mayor productividad”, dice López. Por lo mismo, considera que “las pymes tendrán que fomentar la capacitación de las personas para mejorar la productividad. Junto con la reforma, es necesario contemplar políticas que permitan a estas empresas contar con un apoyo o fomento para facilitarles el camino”.

A las dificultades con la productividad y la falta de capacitación, Micco agrega que “hoy estamos, además, enfrentando la fuerte llegada de la automatización. Entonces, tenemos que preguntarnos si es el mejor momento para hacer cambios en la jornada laboral”.

Hablando de la OCDE, el académico de la Universidad de Chile detalla que los países que integran el organismo y que hoy son exitosos, “cuando tenían nuestro nivel de desarrollo, que pasó más o menos en los años ’70 y ’80, tenían una jornada laboral que era apenas 5% más corta que la actual nuestra. Estamos hablando de una o dos horas menos de lo que trabajamos hoy. Cuando decidieron reducir su jornada, demoraron en promedio 12 años hasta ejecutar totalmente los cambios”.

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