Cómo es la red social favorita de los ciclistas
La popular app deportiva Strava, dominante en el ciclismo, basa su éxito en ser más que un rastreador de ejercicios. Entiende la actividad física como un fenómeno colectivo digno de celebrar. Acá te contamos cómo usarla y, en caso de que ya la ocupes, a sacarle partido.
Entre los pocos rubros que han sacado cuentas alegres durante la era Covid-19 está el de la bicicleta. Sus fabricantes disfrutan que la demanda se haya disparado mundialmente, mientras que los consumidores, menos alegres, están dispuestos a pagar más y hacer filas por una nueva. Los análisis tienden a explicar el boom en base a dos dos razones. Una, el posicionamiento de la bicicleta como alternativa más segura frente a medios de transporte público como buses o metros. La otra, una mayor voluntad de ejercitarse en dos ruedas en un mundo donde los gimnasios han pasado la mayor parte del tiempo cerrados.
En ese contexto no extraña que la app Strava, la más común entre ciclistas, esté viviendo su propio auge. El último año han aumentado en un 33% las actividades subidas a la aplicación y se están sumando casi dos millones de usuarios al mes a los más de 70 millones que ya tiene, según cifras de su más reciente informe.
Los nuevos usuarios pronto descubren algo que los tradicionales hace rato manejan y aprecian. Que detrás de los mapas y números, hay una robusta comunidad de pedaleros que la usa como una suerte de Instagram del ciclismo, toda una red social donde además de dejar constancia de los recorridos y tiempos, se estila interactuar dejándose kudos (el equivalente al like), subiendo fotos, haciendo nuevos amigos y desde luego, compitiendo, pues desde el momento que registras tu primer pedaleo, esta información pasa a ser parte de un enorme entramado de rutas y rendimientos.
Isidora Solari, ciclista y cofundadora de Las Reinas del Pedal, una organización que enseña a mujeres a iniciarse en el ciclismo, destaca ese aspecto competitivo: “Lo entretenido es que puedo crear un perfil y luego invitar a otras personas a participar de desafíos. Creas un grupo donde todos pueden ver las actividades de cada uno. Un desafío puede ser, por ejemplo, acumular 1000 metros de altimetría en una semana. Aceptado el desafío, puedo ir viendo los resultados de cada uno. Y eso es lo que genera comunidad finalmente, hacer actividades en común y Strava te da la data”.
La psicóloga y ciclista Lula Mesa, también vinculada a la organización de Solari, valora además que Strava estimule redes sociales reales, no solo digitales. Le pasó hace poco que, preguntando por una nueva ruta que vio que hacía alguien para cruzar el cerro Manquehue, terminó pedaleando con esa persona que apenas ubicaba. También le ha ocurrido al revés: ella ha terminado invitando a otros pedaleros que mostraron interés por alguno de sus recorridos. “Vas generando lazos. Se beneficia el compañerismo. Compartes con personas que no conoces y se vuelven más cercanos gracias a una actividad en común. Eso yo lo encuentro súper lindo. Disfrutar de algo en conjunto y que es súper sano también”, señala.
Un poco de historia
Desde que se masificó la tecnología GPS —que algunas décadas atrás era de uso exclusivo de militares— los celulares y otros dispositivos se convirtieron en aliados de los deportistas. Desde entonces pueden monitorear distancia recorrida, el tiempo, la velocidad promedio, estimar las calorías quemadas y recolectar una serie de otros datos valiosos que antiguamente habrían requerido de complicados cálculos y logística. Y con toda esa información quedando registrada a lo largo del tiempo —para saber cuánto y a qué ritmo se progresa, por ejemplo— la tecnología móvil selló su alianza con los deportistas: el celular y otros aparatos se transformaron en los nuevos personal trainers.
De las aplicaciones que aprovecharon este mundo que se abría, se dice que Strava —fundada en 2009 por Mark Gainey y Michael Horvath, excompañeros de Harvard aficionados al deporte— entendió rápidamente que para triunfar no se trataba sólo de números precisos, buen diseño y mensajes robóticos de felicitaciones a los usuarios, sino cultivar la dimensión social. Esa sería la razón de que, al menos en el ciclismo, no exista un competidor que la amenace. En el running y otros deportes, para los que Strava también se usa, la torta está más repartida,
Curiosamente, los fundadores de Strava no eran ciclistas sino remeros. Partieron apuntando al ciclismo porque se dieron cuenta que eran los deportistas más data-céntricos y propensos a gastar en accesorios como los ciclocomputadores, dispositivos que se instalan en el manillar de la bicicleta, que preceden a los smartphones y sinónimo de que te tomas el ciclismo en serio.
Invitados al podcast del atleta de ultra-resistencia Rich Roll, sus fundadores explicaron que cuando Strava estaba en fase de elaboración les llamaba la atención el poco uso que se les daba a los datos de los ciclocomputadores y vieron allí un gran potencial. También, que desde su concepción tuvieron claro que junto con los datos debía estar el aspecto comunitario.
Cuando el anfitrión les consultó si el espíritu “abrumadoramente edificante y positivo” que tiene el servicio fue algo por diseño, Horvath contestó que sí, que desde su concepción intentaron crear esa sensación de ser parte de un equipo, de encontrar en otros fuentes de motivación y un sentido de la competencia amigable. “Hay todo un lado de Strava que no tiene que ver con las tablas de clasificación, sino con contar tu historia como atleta, con la riqueza de la experiencia, ya sea con fotos o con cómo titulas tus actividades o los comentarios que añades”, dijo.
Otro aspecto a destacar es su horizontalidad. En Strava conviven pedaleros aficionados junto a lumbreras del ciclismo. Comparten al menos una base común: el publicar tus recorridos, algo que suele hacerse de manera casi automática, no como en las redes sociales típicas, donde cualquier posteo toma algo de tiempo. Así, en tu feed te puede aparecer una modesta subida al cerro San Cristóbal hecha por un amigo una tarde cualquiera y al rato los 240 km recorridos por Richard Carapaz en plena Olimpiada, performance con la que el ecuatoriano ganó el oro hace unos días en Tokyo. Curiosamente, su hazaña por el monte Fuji quedó registrada con un título automático: “Paseo por la tarde”.
Gonzalo Aravena, excampeón nacional de mountain bike en cross country, valora el hecho de que cualquier principiante pueda seguir a los expertos y ver sus rutas y rendimientos. Cuenta además que en su caso él usa la app tanto para entrenar y ver sus tiempos como para participar en su dimensión más social. Valora los desafíos que aparecen, como muchos que se dieron durante la pandemia, competencias abiertas a todo público. “Permite la posibilidad de competir con amigos y otra gente sin la necesidad de estar al mismo tiempo”. Destaca que es útil también fuera de tu ciudad. “De repente voy a Villarrica y sigo personas de allá y puedo ver sus recorridos. Y sirve harto como para ir a un lugar nuevo y hacer nuevos lazos que van a servir mucho en las rutas”, cuenta.
¿La recomendaría a principiantes? “Totalmente”, dice. “Aparte de tener tus entrenamientos grabados, lo de conocer nuevas rutas, desafiarse a sí mismo y con otra gente es algo que totalmente te ayuda a ir mejorando”, añade.
Planificar el camino
Strava usa el modelo freemium, con un servicio básico gratuito y otro pagado con más prestaciones, como poder ver tus datos en contextos más específicos. También el servicio, que en países del primer mundo lo utilizan las autoridades para su planificación vial (ya que no hay mejor manera de saber por dónde pasan los ciclistas), entrega en su versión pagada la posibilidad de planificar viajes anticipadamente.
“Es pura data mining de alto nivel”, explica Isidora Solari, de Reinas del Pedal. “Por ejemplo, si el sábado quiero hacer las cuestas Mallarauco, Lo Prado y Barriga, veo el punto donde voy a partir, por donde voy a pasar y ahí Strava te reconoce por cuales son los lugares por donde ha pasado más gente. Y lo choro es que no solo está la distancia que vas a recorrer sino también la altimetría. Y ahí tu vas viendo la dificultad que le vas poniendo a la ruta o ves cuáles son los caminos más concurridos”, explica.
Hasta hace poco más de un año en la versión básica sí se podían planificar rutas y había características hoy exclusivas de la premium, cuestión que dejó a muchos usuarios insatisfechos. El lado positivo es que la premium se puede probar 60 días gratis, que parecen suficientes para darse cuenta si es que vale o no la pena para cada uno.
Este evento, que reunió en el Teatro Municipal de esa ciudad a expositores de distintas soluciones tecnológicas -entre ellos, Kinesix VR, Zeus y Huawei, partners de Claro empresas- fue también el punto de partida para la nueva Corporación de Innovación y Desarrollo Sostenible de la Ciudad Jardín.
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