Conservación: tras las huellas del huemul en la cordillera

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Virtualmente, los huemules casi no se dejan ver, pero diferentes planes de monitoreo llevados a cabo en sectores altos de la cordillera del Biobío, han permitido identificar los movimientos de esta especie vulnerable e identificar las principales amenazas que enfrenta.


[video url="https://rudo.video/vod/bHF51t?volume=0"] El huemul, que forma parte de nuestro escudo nacional y que figura como monumento natural del país desde junio de 2006, continúa como ‘especie en peligro’ debido a la caza y a la intervención de su hábitat. Es por esto que diversas organizaciones han decidido participar activamente en la protección y recuperación de esta especie. El vulnerable escenario en el que se encuentran uno de los tres tipos de ciervos que habitan en el país, y que suman cerca de dos mil ejemplares en todo el mundo, ha sido monitoreado por CMPC en sectores altos de la Cordillera de los Andes. Luego de que se detectara la presencia de una pequeña población de huemules en Rucamanqui, en la Región del Biobío, un terreno de cinco mil hectáreas que es patrimonio de la compañía y que fue declarado Área de Alto Valor de Conservación (AAVC). El principal objetivo para el cambio de status del predio: velar por la conservación de esta especie, a través de la instalación de cámaras trampa. De acuerdo al gerente de tecnología y planificación de CMPC, Jean Pierre Lasserre, esta labor les ha permitido llegar a importantes conclusiones: “Además de confirmar la presencia y el estado de la población del huemul, a través del permanente monitoreo realizado, hemos sido capaces de conocer la evolución de su población e identificar las principales amenazas”.

Un nuevo refugio

La información obtenida de las cámaras trampa que están distribuidas en diferentes sectores de la Cordillera de los Andes, y que se encuentran operativas todo el año, es revisada dos o tres veces anualmente. Para acceder a la zona de conservación, los encargados de rescatar el material deben hacerlo a través de caballos, a veces a pie, tardándose hasta seis horas. Con el objetivo de mejorar este escenario, se comenzó a gestionar la construcción de un domo para luego trasladarlo a lo más alto de Rucamanqui. Fue así como en marzo de este año, se concretó el traslado de la construcción, gracias a un helicóptero Chinook, lo que permitió otorgar mayor seguridad a las personas que suben a la parte alta de Rucamanqui y, además, poder realizar un monitoreo más intensivo. El ingeniero en restauración y estudios ambientales de CMPC, Alamiro Navarrete, explica la importancia logística de esto: “Las labores se realizan durante dos a tres días en sectores cordilleranos y, en muchas oportunidades, las personas debían quedarse en carpas”.

Además de Rucamanqui, existen otras AACV, como La Cascada y Cerro Castillo, ambas ubicadas en Coyhaique, Región de Aysén, donde la empresa también instaló cámaras trampa para registrar la posible presencia de huemules. Según estimaciones, en diferentes sitios de la Cordillera de los Andes, existen aproximadamente 50 huemules. Para llegar a este número, se consideran diferentes elementos, aparte de las cámaras, como rastros de huellas, fecas, pelos, astas, ramoneos y osamentas. “Al inicio del monitoreo apoyado con cámaras trampa, en la temporada 2012-2013, se verificó la presencia de una pareja de huemules”, cuenta Pierre Laserre. “Luego, en 2015, se pudo confirmar la presencia de un huemul juvenil que probablemente fue una cría de la pareja avistada anteriormente”. Dentro de los objetivos a futuro de la compañía, se encuentra el fomentar y apoyar el trabajo de organismos públicos y propietarios colindantes para continuar la labor de preservación. Para Laserre es fundamental, además, “evitar que las actividades relacionadas con la producción o el turismo, se conviertan en una amenaza para la conservación de esta especie”.

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