El crowdfunding se alza como un nuevo testeo para las empresas
Kickstarter y Indiegogo son algunas de las plataformas más tradicionales y con años en la industria. Amazon sumó ahora Build It, un espacio similar que permite a los usuarios votar por los productos previo a su fabricación.
La crisis derivada por el coronavirus afectó a grandes y pequeños. No solo las empresas consagradas mermaron sus ganancias, sino también aquellas que, decididos a emprender o a desarrollar algún proyecto, vieron incluso reducidos los fondos de inversión y oportunidades para obtener recursos. Durante la pandemia los sitios de crowdfunding, o de financiamiento colectivo en línea, se volvieron una buena alternativa y surgieron varios proyectos. Lo mismo hicieron gigantes del comercio electrónico, como Amazon, que lanzaron un sistema similar llamado “Build It”.
El usuario de crowfunding, dice Cristóbal Cabello, gerente general de Yerka Chile, no es un cliente tradicional, sino que representa al público objetivo al que apuntan las campañas levantadas en estas plataformas. “Calzan totalmente con el perfil, porque están incluso dispuestos a perder con tal de ser los primeros en tener el artículo”, dice. El de Yerka y sus bicicletas antirrobo es uno de los casos más relevantes a nivel nacional bajo esta modalidad, y que en 2015 logró recaudar cerca de US$99 mil de los poco más de US$64 mil que buscaban originalmente a través del portal Indiegogo.
Según Cabello, por entonces el motivo para elegir la plataforma era la que se adaptaba mejor internacionalmente, y que le permitía trabajar con distintas nacionalidades. “Muchas de sus campañas exitosas tienen que ver con bicicletas, por lo que había mucho de nuestro público ahí, a diferencia de Kickstarter, que es otro gigante, pero más vinculado a temas tecnológicos, computadoras, pantallas y cosas por ese estilo”, comenta el ingeniero.
A la hora de elegir un sistema de crowfunding, el ingeniero menciona que es una de las mejores formas de testeo con personas reales, conocer sus intereses y, al mismo tiempo, puedan participar del proyecto y su producción financiándolo. “Si es un producto lo que estás buscando realizar, es mucho más rentable e inteligente hacer el levantamiento de fondos con los mismos clientes finales”, afirma.
David Toledo, fundador y director ejecutivo de Crow Bicycles, dice que en su caso, Indiegogo les permitía lanzar un sitio web de pre-lanzamiento. Sobre las ventajas de este sistema, el ejecutivo dice que “es una estupenda ventaja para validar los proyectos antes de que sean lanzados”. “Esto permite crear una estrategia de márketing para ir dando reconocimiento a la marca y producto, para después dar el salto a otras formas de comercio”, comenta desde Madrid el empresario, que lanzó hace unos días la primera bicicleta en el mundo de gravel eléctrica a través de un crowfunding, y añade que es también una forma de poder levantar los proyectos, sin comprometer la relación societaria con la entrada de inversores externos a la compañía. En su caso, recaudaron poco más de €54 mil, de los €40 mil que buscaban originalmente en su campaña en Indiegogo.
Incentivando a los usuarios
Además de Indiegogo, uno de los principales sistemas de este tipo es Kickstarter. Las visitas al sitio web se han mantenido y, según indican desde la corporación, la tasa de éxito en la financiación de proyectos ha incrementado en un 51%, superando lo que se esperaba para 2020. Eso sí, en abril y para cuando el COVID-19 ya estaba presente en gran parte del globo, los proyectos se redujeron en un 25%, pero después volvieron a repuntar tras una serie de medidas especiales.
La plataforma de recaudación, para incentivar a los usuarios y nuevos proyectos a publicar sus iniciativas, lanzaron “Inside Voices” y “Lights on”, el primero con la idea de fomentar la producción desde el hogar mismo y el segundo centrado en campañas de crowdfunding en apoyo de aquellos locales que bajaron sus cortinas por la pandemia.
Una de las campañas nacionales que ha logrado cumplir con su objetivo, por ejemplo, es la recaudación de Satori Films en 2016 para realizar la película de Alejandro Jodorowsky “Poesía sin fin”. Y, recientemente, Wolu Studios recaudó poco más de AU$53 mil de los AU$40 mil que buscaban para realizar el capítulo piloto la serie animada “Carta Prat”, inspirada en su cómic homónimo. Pablo Monreal, fundador de la firma y creador también de la historia original, afirma que previamente monitorearon, durante semanas, Idea.Me pero “vimos que estaba muerta”.
Luego de eso, eligieron Kickstarter puesto que era la marca más conocida y “toda la gente que hace cómics o videojuegos, le ha sonado alguna vez”. Comenta que la plataforma no permite hacer campañas desde Chile, como sí lo hace Indiegogo, y que para poder levantar una iniciativa requirieron de formar alianza con un equipo presente en Australia y abrir una cuenta bancaria en ese país.
A pesar de eso, el creativo explicita que un 50% del total de fondos recaudados provinieron de Chile, mientras que el resto fueron de algunos otros países de Latinoamérica, Estados Unidos, Australia y Europa. “Cuando se mostro, y como es una animación similar a la japonesa, sintieron que era algo nuevo”, teoriza Monreal. Uno de los beneficios que tienen los sistemas de crowdfundings, plantea, es que son mucho más rápidos que postular a un concurso para obtener fondos, como lo sería el del Fondo Nacional de Televisión, e incluso que alguna empresa apostara por ellos. Como en paralelo son una editorial de cómics y estos son sus primeros pasos en la industria audiovisual, conseguir fondos, en su caso entre $20 o $30 millones para el capítulo piloto, “recién sería en algunos años más”.
Según afirma, y en base a una investigación que realizaron de forma previa, los usuarios que deciden emprender con un proyecto a través de Kickstarter fallan al menos tres veces antes de lograr su objetivo. La editorial recién se formó en 2018, por lo que quienes apoyaron su iniciativa conocían previamente su trabajo y hay quienes recién lo conocieron a través de la plataforma. “Había un público que se interesó rápidamente y otros que no nos conocía. Quien quiera hacer esto, tiene que saber que más que las explicaciones, lo más relevante es el video de presentación y las fotografías o imágenes. Porque si son malos, la gente no seguirá viendo hacia abajo el proyecto”, añade. Con el episodio piloto, pretenden ir a ferias internacionales y ofrecer su producto a plataformas de servicios de streaming.
El crowdfunding de Amazon
En el caso de Amazon, su nuevo sistema “Build it” debutó en febrero y permitirá que los usuarios, una vez confirmada su inversión e interés en un uno de sus productos ofrecidos, decidan qué artículos desarrollará la empresa. Su plataforma actualmente cuenta con tres de ellos, un reloj de cuco (US$79.99), una báscula nutricional (US$34.99) y una impresora de notas adhesivas ($89.99). Los tres serán aparatos inteligentes y que tendrán posibilidad de conectarse a través de Alexa para interactuar con los usuarios. De momento, solamente la impresora ha conseguido el total de apoyo necesario y lo hizo al tercer día de anunciada. El reloj y la báscula llevan actualmente el 53% y 55%, respectivamente. Los ítem estarán solo disponibles para quienes los preordenen y apuesten por ellos y solo se cobrarán si la meta se cumple. Actualmente no está disponible pujar por ellos desde Chile.
Pero que Amazon lo haga ahora no significa que es la primera empresa. Desde años la firma china Xiaomi tiene su propia plataforma de financiamiento de productos Youpin, en la que los usuarios o clientes pueden decidir si respaldar o no el desarrollo de alguno de sus proyectos. Hace años otras empresas, como lo hizo Lego en 2018, buscan apoyo a través de sistemas ya existentes. Con respecto a la firma danesa de juguetes, fue a través de Indiegogo y para validar su línea FORMA.
Existen otras iniciativas a través de plataformas locales. Santuario Emilia, de la Fundación Adopta, es un proyecto que se está realizando en Valparaíso y que en octubre de 2020 recaudaron poco más de $10 millones a través de Catapulta.me. La búsqueda de la plataforma fue orgánica, comenta Juan Calamares, uno de los socios fundadores de Adopta. Lo que buscaban, ofreciendo libros de cuentos de una gata ciega llamada Emilia como recompensa, era reunir dinero para poder levantar un refugio de animales.
Si bien la idea de ellos era entregar los textos a quienes colaboraran, el también ilustrador de ellos dice que no todos los mecenas pidieron la recompensa. Un 50% de los colaboradores, afirma, aportó de forma desinteresada y no solicitó lo estipulado. “Muchas veces escribían para colaborar, sin querer nada, y lo especificaban”, dice Calamares, sobre la campaña que tuvo a 555 patrocinadores.
Este evento, que reunió en el Teatro Municipal de esa ciudad a expositores de distintas soluciones tecnológicas -entre ellos, Kinesix VR, Zeus y Huawei, partners de Claro empresas- fue también el punto de partida para la nueva Corporación de Innovación y Desarrollo Sostenible de la Ciudad Jardín.
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