No hay cuarentena para el delivery: tres historias de repartidores
En tiempos en que los restaurantes luchan por seguir en funcionamiento y atraer comensales, los repartidores de comida surgen como la mejor herramienta para evitar el cierre de locales y satisfacer la necesidad de comer. Tres conductores cuya única fuente de ingresos es el reparto comparten cómo los tiempos de cuarentena, negocios cerrados, distanciamiento social y alcohol gel han afectado sus rutas y recaudaciones diarias.
En diciembre de 2019, Piensa Digital relató el testimonio de tres repartidores de delivery, de Uber Eats, Rappi y Pedidos Ya, luego de semanas de trabajo post estallido social del 18 de octubre, en tiempos en que las lacrimógenas y los vidrios en las calles eran el panorama que debían enfrentar al viajar de un restaurante a una casa o departamento. Hoy, el desafío para ellos es nuevo: comunas inmersas en un silencio que no es propio de una ciudad en que el delivery de alimentos y servicios básicos tiene luz verde, por parte de las autoridades, para seguir funcionando y evitar aglomeraciones y que la gente salga de sus casas.
Uno de los entrevistados en diciembre fue Ricardo González, un ciclista venezolano que recorre 11 kilómetros de ida y otros 11 de vuelta para viajar desde su casa en Las Rejas hasta Ñuñoa, donde está su restaurante predilecto para esperar pedidos: el Melt Pizza de Pedro de Valdivia. Aunque el estallido social significó un golpe en ventas para él como repartidor de Rappi, en enero volvió a generar lo que acostumbraba, entre 15.000 y 20.000 pesos al día.
Pero la normalidad fue efímera. El 16 de marzo, tras el anuncio de la fase 4 del coronavirus, González decidió esperar unos días sin trabajar como repartidor de delivery. “Llegué a un punto en que dije: ‘Ya no voy a seguir trabajando, porque no voy a arriesgarme para que me paguen mil pesos por un pedido’”. Sin embargo, a los días las tarifas le parecieron convenientes y la necesidad de trabajar lo hizo subirse nuevamente a su bicicleta. “Sigo teniendo miedo, pero soy como un taxista: vivo del día a día, más nada me ayuda”, dice.
Cuando se diagnosticaron los primeros casos de Covid-19, González no tenía una mascarilla, pues estaban agotadas, y recibió quejas por algunos comensales. Desde Rappi, el gerente general de la empresa, Isaac Cañas, explica que han desarrollado una estrategia comunicativa para alertar a los conductores de las precauciones que deben tomar para repartir comida, además de entregarles alcohol gel y mascarillas. Hoy, González carga con él todos los elementos de precaución necesarios: alcohol gel, guantes y una mascarilla que no quita de su cara durante toda la jornada.
En las últimas semanas sus destinos cambiaron, pues ya no le piden tanto ir a restaurantes, sino a minimarkets como Oxxo y Ok Market, por productos como agua embotellada, huevos y pan. A él le gustan estas tiendas de conveniencia, porque no hay que esperar ni hacer fila, es fácil conseguir los productos y el monto mínimo para comprar generalmente es de 1.500 pesos. Distinto es ir a un supermercado, pues le parece que es poca plata por mucho tiempo haciendo compras.
González asegura que recién a fines de marzo las personas de las comunas que frecuenta, como Providencia y Ñuñoa, volvieron a pedir comida a restaurantes. Isaac Cañas confirma que ha habido un “crecimiento de más de un 120% en la categoría Mercado, con especial aumento de demanda en supermercados y farmacias”. Destaca también el crecimiento entre 100-200% de consumo en pymes, tales como verdulerías y almacenes. Asegura que el ticket promedio de los pedidos ha ido en aumento.
El gerente general de Rappi, Isaac Cañas, cuenta que ha habido un crecimiento de más de un 120% en la categoría Mercado, "con especial aumento de demanda en supermercados y farmacias".
Aunque Ricardo vive cerca de metro Las Rejas, el sector oriente sigue siendo el más conveniente para su trabajo, a pesar de la cuarentena. Lleva con él una credencial que acredita que es un repartidor de comida y le permite transitar libremente entre comunas. Actualmente prefiere ir hasta Las Condes, pues las promociones que hay ahí le parecen más convenientes. Las calles sin tráfico facilitan su libre movimiento entre un lugar y otro. “Parece un pueblo fantasma, pues ya no se ve autobuses, carros, gente; no se ve nada pues. Parece otro lugar”, cuenta el repartidor de delivery. Aunque el sector es conveniente para él, confiesa que en ocasiones siente que su trabajo es subvalorado. “Que a veces no te den una propina, me siento como que no valoran lo que estoy haciendo. Yo me arriesgo para que tú tengas tus cosas”, afirma el repartidor.
Cuando el delivery tambalea
Fernando (32), oriundo de Ecuador, trabaja para Pedidos Ya desde el 10 de junio de 2019. Aunque llegó a vivir a Santiago, donde trabajaba como paramédico, en 2019 el ritmo de la ciudad lo hizo optar mudarse al sur, a Los Ángeles. “Acá he trabajado en cualquier cosa, porque acá la vida no da tanto trabajo como en la capital”, cuenta el exsantiaguino. Cuando anunciaron que Pedidos Ya llegaría a Los Ángeles, asistió a las primeras reuniones con los organizadores de la aplicación y se atrevió a sumar su auto a la flota de la aplicación. Pedidos Ya es su única fuente de ingresos, solo complementada por el negocio de estampados y sublimación de su esposa.
Fernando propone que en el sur son más reacios a usar aplicaciones de delivery que en Santiago, aunque su uso va en aumento. “Fue de a poquito haciéndose conocido, y ya a mediados de noviembre fue el boom de Pedidos Ya en Los Ángeles. Era bueno”. Mientras muchas ciudades de Chile se paralizaban producto del estallido social, Fernando cuenta que para él, octubre, noviembre y diciembre fueron meses de grandes ganancias como repartidor. Acostumbraba a hacer 25 pedidos en 12 horas, mayoritariamente de restaurantes, farmacias y el supermercado Tottus. Aunque vive en Villa Las Tranqueras, a menos de 10 minutos en auto del centro de Los Ángeles, las marchas que hubo en la ciudad no impidieron que cumpliera con sus rutas.
Sin embargo, hoy el escenario es distinto. “Está malísimo en Los Ángeles. Ha bajado mucho la ventas, por motivo de que los restaurantes han cerrado últimamente”, resume. Ahora hace turnos de 13:00 a 21:30, antes del toque de queda, mientras que antes recorría las calles hasta las 23:00. Algunos de los restaurantes que frecuentaba comenzaron a cerrar incluso a las 20:00. Ahora hace alrededor de 10 pedidos al día.
Fernando hace sus descargos: “Yo no puedo hacer cuarentena, porque tengo que mantener a mi esposa, mi hijo, mi casa; no puedo parar”. En Pedidos Ya cuentan que lo más pedido a nivel nacional hoy son producto frescos como frutas, verduras, lácteos, snacks y bebestibles, y confirma que los restaurantes han tenido una baja en sus demandas, considerando las restricciones. Además, asegura que la demanda de supermercados y farmacias se duplicó durante la cuarentena.
"Yo no puedo hacer cuarentena, porque tengo que mantener a mi esposa, mi hijo, mi casa; no puedo parar", dice Fernando, un ecuatoriano que trabaja para Pedidos Ya en Los Ángeles.
Cuando recién se declaró la fase 4, Fernando recuerda que las personas evitaban contacto con él cuando entregaba el pedido, pero en solo semanas se perdió la costumbre. Insisten en pagar en efectivo y él mismo debe recordarles a los comensales que mantengan el metro y medio de distancia recomendado.
”En Los Ángeles la gente anda normal, el día sábado la gente salió al centro, como si todo fuera normal. Este virus es mortal, pero veo que la gente va de aquí para allá, no obedecen”, cuenta el repartidor. Desde Pedidos Ya explican que promueven el uso de medio de pago online e implementaron la funcionalidad de entregas sin contacto. También envían recordatorios a locales y repartidores para lavarse las manos cada vez que recogen un pedido, revisar que las bolsas estén bien cerradas y minimizar el contacto.
El pedido en la reja
Carlos Zamorano (28) lleva 10 meses como repartidor de Uber Eats. Empezó mientras trabajaba en una pizzería, para ganar plata extra en su tiempo libre. El Mall Tobalaba es su punto favorito para recoger pedidos de La Florida y Puente Alto. “Al segundo mes, la plata extra que me hacía era como un doble sueldo, porque me hacía casi lo mismo que lo que ganaba”, asegura Zamorano. Podía lograr hasta 20 repartos al día en su bicicleta. Agosto de 2019 fue su mejor mes: ganó 300.000 a puro pedaleo. Aunque las ganancias por reparto de Uber Eats no son fijas, estima que promediaba ganancias de 200 mil al mes como part time.
Motivado por sus ganancias, renunció a la pizzería a fines de febrero -después de cuatro años de trabajo- para vivir 100% del reparto a domicilio. Compró una bicicleta con motor, para dedicarse de lleno a Uber Eats, justo la semana en que se declaró que el virus entraba a la fase 4, antes de que cerraran malls y restaurantes. “La compré y mi plan era recuperar la inversión en una semana”, comparte Zamorano. Los primeros días logró hasta 40 pedidos en una jornada. Pero rápidamente las personas se refugiaron en sus casas, mientras en los malls protestaban para exigir su cierre. Alcanzó a ir un día a trabajar en el Mall Tobalaba, y al día siguiente lo cerraron. “Pensaba que podía mantenerme de puro Uber, sin saber lo que se venía”, lamenta.
Carlos Zamorano compró una bicicleta con motor, para dedicarse de lleno a Uber Eats, la misma semana en que el coronavirus entró en la fase 4 y significó una baja en la venta y sus ingresos.
El repartidor de delivery percibe que bajó la demanda y también aumentaron los repartidores, por lo que los días de cuarentena han sido muy negativos para él. Tuvo que empezar a hacer repartos desde restaurantes que él ni siquiera conocía, porque las grandes cadenas estaban cerradas, pero sin obtener los mismos resultados. “En una semana entera hice 15 mil. Antes eso me lo hacía en una tarde”.
Desde la aplicación, recomiendan tanto a restaurantes asociados como a repartidores verificar que todas las órdenes estén debidamente selladas. Además, apoyan a sus repartidores con un reembolso por la compra de gel antibacterial o toallas desinfectantes. Además, Jordi Suárez, gerente general de Uber Eats para el Cono Sur, asegura que han “decidido apoyar a los socios repartidores registrados en nuestra aplicación, que hayan sido diagnosticados con Covid-19, o que hayan sido puestos en cuarentena individual por una autoridad de salud pública. Quienes estén en esta situación recibirán, por única ocasión y de forma extraordinaria, un apoyo económico por hasta 14 días”.
"Hemos decidido apoyar a los socios repartidores registrados en nuestra app, que hayan sido diagnosticados con Covid-19 (...) Recibirán, por única ocasión, un apoyo económico por hasta 14 días", indica Jordi Suárez, gerente general de Uber Eats para el Cono Sur.
Carlos Zamorano cuenta que entre los repartidores del sector comentan lo difícil que ha sido para ellos hacer repartos en Puente Alto, y que la solución que han encontrado algunos es viajar hasta comunas en cuarentena. Hasta el día de hoy, no ha intentado ir hasta allá por los 19 kilómetros que separan a Puente Alto de comunas como Providencia, y también por el miedo de estar en lugares con una alta concentración de contagiados.
Hoy, la aplicación de delivery tiene la opción “dejar en puerta”. Zamorano deja el pedido donde los clientes lo indiquen. Colgado de las reja de las casas, si es necesario, para evitar el contacto. Cuenta que los primeros días los clientes recibían los pedidos igual que siempre. “Siguen saliendo pedidos en efectivo, pero yo les pregunto si pueden hacerme una transferencia”, dice Zamorano. Solo una vez logró hacerlo. Aunque la forma de entregar cambió, desde Uber Eats explican que los antojos continúan como siempre: “Las preferencias de los chilenos en estas últimas semanas se mantienen respecto al resto del año: pizza, hamburguesa y sushi. Lo mismo sucede con los acompañamientos. Siguen siendo los palitos de ajo, las papas fritas y el arrollado primavera”.
Este evento, que reunió en el Teatro Municipal de esa ciudad a expositores de distintas soluciones tecnológicas -entre ellos, Kinesix VR, Zeus y Huawei, partners de Claro empresas- fue también el punto de partida para la nueva Corporación de Innovación y Desarrollo Sostenible de la Ciudad Jardín.
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