Desafío 8M: Aumentar la participación femenina en carreras “masculinizadas”

Valeria Fuentealba
La ingeniera en minas Valeria Fuentealba debió derribar prejuicios -y el miedo de su familia circense a que pudiera ser discriminada- para hacer carrera en esta área.

Sí, estamos en 2023, pero la conversación a la hora de hablar de mujeres trabajando en "áreas de hombres" -o carreras STEM, como se les llama a las Ciencias, Matemáticas, Tecnología e Ingenierías- sigue siendo la misma: falta de espacios, prejuicios, discriminación y aún pocos referentes para motivar a las niñas a seguir estos caminos. ¿Cómo dar vuelta las cifras? Aquí, testimonios y representantes de distintas instituciones proponen diversas iniciativas en las que están trabajando.


Todo comenzó con una visita a la División Chuquicamata de Codelco. Valeria Fuentealba (31) tenía 20 años cuando, estando con su familia y trabajando con el Circo de Los Tachuelas en Calama, la invitaron a conocer las instalaciones de la empresa. Lo que ahí se encontró no se comparaba a nada que antes hubiera visto. Y, divagando sin un horizonte claro, tomó una decisión.

En la industria circense, dice, todo se mueve en clanes y familias. Uno nace ahí y, por lo general, dedica su vida a ello. Pero ella quería un poco más, y optó por la carrera de Ingeniería en Minas en INACAP de Maipú. Eso fue cinco años después de la visita a la cuprífera, pero, por cumplir un sueño, más vale tarde que nunca.

La primera barrera fue su núcleo familiar. Habló con sus padres, pero no hubo buena recepción: querían que se mantuviera en el mundo del circo.

“Se me complicó un poco, porque mi papá no quería, pero pude estudiar con beca y crédito”, recuerda la ya graduada. Mientras estudiaba, trabajaba los fines de semana en el circo para poder costear sus gastos —pagó solo primer año, luego se mantuvo bajo el sistema de gratuidad—. Pero su familia no pensaba que ella no fuera capaz, ni que no se mereciera estudiar lo que quisiera, sino que temían que, a la luz de los prejuicios existentes en la sociedad, pudiera verse afectada.

“Es un sector muy machista y tenían miedo de que me pasara algo en una mina, entre otros factores”, comenta. En la universidad tuvo una mala experiencia con un profesor, y en el mundo laboral pudo “ganarse” a quienes no les parecía correcta su presencia. ”'Para mí las mujeres no deben estar acá, sino que en casa’, me dijo uno”, recuerda sobre prácticas que se repiten en las distintas industrias. “Que quienes estudien carreras de este tipo no bajen los brazos y, si una siente que es el área, por muy mal que la traten, que hagan oídos sordos, porque tarde o temprano las cosas van a cambiar”, propone la Técnico en Aceros de Perforación en Boart Longyear.

Valeria Fuentealba
Valeria Fuentealba (a la der.) se crió entre carpas, payasos y acróbatas del Circo Los Tachuelas. Despegarse de esa potente tradición fue uno de sus principales desafíos.

La historia de Valeria Fuentalba es un modelo que se repite en los diversos sectores, principalmente en las áreas STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas). De hecho, de acuerdo a información de la UNESCO, solo el 30% de las investigadoras son mujeres. En cuanto a las carreras TIC (Tecnologías de la Información y Comunicación), la cifra es del 18%.

Las diversas dificultades

Los sectores más masculinizados, dice Carmen Gloria Iturra, cofundadora de la ONG TecFem -una comunidad para apoyar a que las mujeres de las áreas STEM puedan encontrar trabajo y se desarrollen profesionalmente- son los oficios como la mecánica, gasfitería y electricidad, que están vinculadas particularmente al sector de la construcción y minería. “Creemos que el área minera es la más difícil para acortar las brechas, por los largos turnos y el peso cultural, que dificulta la conciliación familiar y las tareas de cuidado”, acota la ingeniera informática.

Las áreas STEM también cargan con estereotipos de género muy arraigados. Discriminación, prejuicios, sesgos por su género. “Pueden sentir que tienen que demostrar constantemente su valor, capacidades y habilidades, pueden ser subestimadas o minimizadas solo porque comúnmente relacionan esos oficios a trabajo de hombres”, plantea Iturra, egresada de INACAP Valparaíso, donde vivió en carne propia cuán pocas mujeres hay en este tipo de profesiones: en su curso había apenas un par de compañeras entre más de 20 hombres estudiantes. Sin embargo, uno de sus principales alicientes fue que tuvo a una mujer como jefa de carrera.

Además, las mujeres pueden sentir que deben trabajar más duro que los hombres, para así ser reconocidas y promovidas. “Se enfrentan a resistencias e impedimentos a lo largo de todo el proceso desde que inician con su decisión, luego en centros educativos y mundo laboral”, comenta.

La falta de referentes y la baja representación femenina en los altos cargos provoca una disminución en la visibilidad del trabajo de la mujer en estas áreas, propone Carmen Gloria Iturra. Es necesario que se visibilicen y puedan ser una inspiración para sus pares. “Al sentirse solas en el rubro pueden sentirse aisladas en entornos dominados por hombres, y eso puede dificultar su desarrollo y crecimiento laboral”, dice, y argumenta que es necesaria la creación de redes de apoyo y mentoría.

Comenta también que, debido al “síndrome de la impostora”, hay mujeres que no postulan a ofertas laborales cuando ven que es una empresa, entidad masculinizada o que es dirigida por un hombre. “Eso nos impide avanzar en los lugares adecuados y con la rapidez necesaria”, dice.

Las empresas cumplen un rol fundamental en la eliminación de prejuicios, sesgos y la reducción de brechas de género, y abordar así los problemas desde distintas aristas. En cuanto a las áreas STEM, la ingeniera informática dice que es importante preocuparse de la representatividad, como también de potenciar liderazgos femeninos para motivar a más mujeres a seguir preparándose y continuar desarrollándose laboralmente en ese sector.

Potenciar desde los distintos sectores

Progresivamente, las ciencias y tecnologías van moldeando a la sociedad. La comunicación, el aprendizaje e incluso el entretenimiento. Está en todos lados. Como ya son parte del día a día de la sociedad moderna, quienes “no sepan nada, se van a ir quedando atrás”. “Y eso sería muy grave para las mujeres, que han sido históricamente postergadas por distintas razones”, comenta María Teresa Ruiz, astrónoma de la Universidad de Chile y Premio Nacional de Ciencias Exactas 1997, sobre la importancia del tema.

Por eso mismo, argumenta la científica, es de suma relevancia que niñas y jóvenes se interesen en el área STEM. “No puede ser que la mitad de la humanidad quede limitada de esos quehaceres, cuando hoy sabemos lo importante que es para la humanidad y para que podamos seguir prosperando como especie”, plantea Ruiz.

En la búsqueda de cumplir la misión, agentes públicos y entidades privadas se han unido con distintas propuestas. Por ejemplo, en febrero pasado falabella.com lanzó la versión 2023 de su programa Impulsa STEM; en lo concreto, regalaron mil entradas dobles para el Museo Interactivo Mirador, para inspirar a las menores a conectarse con las ciencias, pero las actividades se extenderán durante todo el año.

Con esta campaña, afirma Camila Ríos, head de Comunicaciones y Sostenibilidad de falabella.com, la empresa quiere hacer su contribución “para una sociedad más igualitaria”, en la que niñas y adolescentes sepan que pueden destacar en estas áreas y estudiar carreras científicas, que son una gran oportunidad “para desarrollarse y hacer carrera”.

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“Hay que mostrarles más modelos de mujeres científicas y tecnólogas a las chicas, que les señale que es un camino posible a seguir”, dice la astrónoma y Premio Nacional de Ciencias Exactas María Teresa Ruiz.

De acuerdo con María Teresa Ruiz, los privados juegan también un rol al momento de generar mayores incentivos hacia la participación femenina en el área STEM. “Pueden ayudar a visibilizar el aporte de las mujeres en ciencia y tecnología, que a veces pasa desapercibido”, comenta, y luego menciona distintos proyectos, como concursos, talleres, entre otros, pero que se orienten específicamente a niñas y jóvenes.

En Chile, además, existen ONG como Niñas Pro que también hacen lo suyo. En su caso particular, realizan talleres para niñas en los que les enseñan sobre programación y las ayudan para participar en las Olimpiadas Chilenas de Informática.

Camila Pinto, directora ejecutiva de la organización, cuenta que, antes de comenzar su trabajo en 2016, incluso les preguntaban si las mujeres podían participar en este tipo de eventos. “Así que ahora ver a niñas clasificando en buenos lugares es una satisfacción gigante”, asegura.

Desde el mundo académico, la Universidad de Chile, a través del Programa de Ingreso Prioritario de Equidad de Género, llenó el 50% de las vacantes disponibles en carreras STEM con mujeres. Esto considerando que en 2022 el Ministerio de Ciencias, Tecnología, Conocimiento e Innovación reveló que el 7% de las mujeres tituladas en Chile lo hicieron en este tipo de carreras. El resultado es el más bajo de la OCDE.

María Teresa Ruiz, también la primera mujer en recibir un Doctorado en Astrofísica en la Universidad de Princeton, dice que “esa idea de que la ciencia no es para mujeres, que es aburrida, puede contrarrestarse destacando el trabajo de mujeres y mostrando sus vidas”. El secreto más grande de los científicos y tecnólogos, afirma, es que su labor “es lo más entretenido que hay”. “Hay que mostrarles más modelos de mujeres científicas y tecnólogas a las chicas, que les señale que es un camino posible a seguir”, añade.

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