Los talleres mecánico automotriz y de bicicletas donde mandan las mujeres
TurboWoman es el primer taller mecánico automotriz de Chile atendido solo por mujeres y está ubicado en Temuco. Recicleta es una fundación que imparte talleres solo para mujeres que quieran aprender a arreglar sus bicicletas. En ambos casos, se trata de emprendimientos que nacieron con origen similar: tener referentes femeninos en ámbitos socialmente masculinizados.
Cuando Waleska Morales estaba en el colegio, era mal visto que una mujer estudiara mecánica. Hoy tiene 30 años y es la fundadora de TurboWoman, el primer taller mecánico automotriz de Chile, que es atendido solo por mujeres y está ubicado en Temuco.
Desde chica le apasionaron los motores, pero estudió administración en un instituto técnico superior por temor de lo que pudiera decir la gente. Hasta que estudió ingeniería mecánica y las expectativas de su emprendimiento fueron creciendo.
Su amiga y compañera de trabajo, Katherine Vásquez (21), cuenta que llegó a dar al taller porque vio un aviso de Waleska en redes sociales, buscando mujeres con o sin experiencia en el rubro, que estuvieran dispuestas a participar en el emprendimiento, que por entonces estaba en pañales. “Llegamos 12 personas cuando nos reclutó. Esto fue en 2018 y ahí partimos en un taller pequeño. Varias de las chicas se fueron y ahora quedamos dos mujeres mecánicas, una jefa de taller, una ayudante de mecánica y una practicante”, relata Vásquez.
Las dificultades del proyecto han sido altas. Katherine Vásquez, por ejemplo, explica que está estudiando construcción civil y lo que sabe de mecánica lo aprendió aquí, con Waleska. “Ella me capacitó con lo básico. Partí como ayudante y en enero de 2019 lo pasamos súper mal, porque no teníamos patente. Nos cerraron el local y volvimos a abrir en agosto del mismo año. Ahí crecimos con más fuerza y ahora estamos en un taller más grande, en el centro de Temuco (Diego Portales 1401)”, relata Vásquez. Con la reapertura pasó de ser ayudante de mecánica a pañolera. “Tuve que trabajar en la bodega, controlar los insumos y herramientas y eso me ayudó a aprender más cosas”, asegura ella.
El cambio a una zona con más flujo de vehículos llamó inmediatamente la atención de las temucanas. “Se empezó a llenar y vimos que llegaban hombres y mujeres. Yo sentía que llegaban y decían cosas como: ‘Toma, aquí está mi auto’. Te pasaban las llaves y se iban. Me llamaba demasiado la atención el exceso de confianza”, recuerda.
A cargo del área administrativa de la empresa, hoy están viendo la posibilidad de contratar más personal. Como los clientes se sienten cómodos con el servicio, detalla que hay quienes son capaces de ir desde lejos a conocerlas.
“A veces llega la gente y dice ‘tengo un ruido raro’, entonces les ofrecemos un chequeo por $10 mil, que toma unos 40 minutos. Esta parte es crucial, porque les pedimos a los clientes que se queden a ver lo que hacemos -si tienen tiempo- y les explicamos el procedimiento, paso por paso, incluyendo si cambiamos piezas. Les decimos qué es cada cosa y somos lo más transparente posible”, dice Katherine Vásquez. “Piensan que nosotras somos más minuciosas y se sorprenden cuando nos ven haciendo fuerza, pero también se dan cuenta de que nosotras también podemos”, agrega.
Sin embargo, también han tenido malos momentos y prejuicios por ser mujeres. “Hemos tenido clientes difíciles, pero han sido solo hombres. Uno nos trató muy mal hace poco. Aún comenta contra nosotras en redes sociales, que todo está mal porque somos mujeres y no sabemos lo que hacemos”. Pero son casos contados: la gran mayoría vuelve al taller y lo recomienda a sus amigos. “El boca a boca ha sido clave en este emprendimiento y las ganas de aprender también, porque no todas estudiamos mecánica -al igual como ocurre con los hombres-, pero sí todas queremos aprender y hemos demostrado que se puede gracias a la iniciativa de Waleska”, dice Katherine Vásquez.
Desconexión con las herramientas
El año pasado decidieron hacer el primer taller de mecánica de bicicletas, exclusivo para mujeres. Valeria Beiza, presidenta de la fundación Recicleta, partió de la idea de hacer un “match” entre quienes necesitaban una vehículo de dos ruedas y quienes tenían uno en desuso.
“Nos hemos dado cuenta que la bicicleta es una herramienta de cambio social y, por lo mismo, ni hombres ni mujeres deben quedar ajenos a su mantención”, dice Beiza. La fundación, que dio sus primeros pasos en 2009 y se formalizó en 2018, se ha enfocado en la mecánica para reparar las bicicletas que recolectaban, para dárselas a nuevos usuarios, y cumplir un rol educativo respecto a la mantención.
Arrendaron el patio de una casa y ahí montamos un taller. “Recuerdo que cuando llegué, ya habían mujeres haciendo mecánica en Recicleta”, cuenta Valeria Beiza. En ese proceso, los integrantes de la fundación se percataron que faltaban más mujeres en el rubro. “Nosotras no tenemos mucha visibilidad en la mecánica. De hecho, las mujeres deben enfrentar algunas limitantes sociales antes de, siquiera, pensar en aprender cómo reparar sus bicicletas. Al ver este problema se nos ocurrió con Melany Pino -una ex integrante de Recicleta- hacer este taller de mecánica exclusivo para mujeres, liderado por nosotras”, dice sobre los orígenes del emprendimiento.
Valeria Beiza cuenta que hubo dudas al interior de la fundación, cuestionando si era necesario o no tener espacios exclusivos de mujeres, o si las mujeres estarían dispuestas a participar de instancias como éstas.
“Temíamos que no llegaran las personas, que nos fuera mal”, recuerda. Sin embargo, cuando se lanzó el taller por redes sociales debieron bajar la publicidad en menos de un día. Las plazas se agotaron en cuestión de horas y un curso que estaba pensado para diez mujeres se amplió con 40 postulantes. Valeria Beiza comenta que “cuando haces actividades gratuitas, siempre llegan pocas personas en comparación con los inscritos, pero en este caso asistió el 80 por ciento. Nos dimos cuenta que su interés por aprender era real y ampliamos el taller a dos jornadas, una el día sábado y otra al día siguiente”.
Planificando el curso, Melany Pino y Valeria Beiza concluyeron que había un elemento central que debía abordarse en este taller. “Le pusimos pre-noción mecánica, porque nos dimos cuenta que a nosotras, histórica y culturalmente, se nos ha educado a partir de una desconexión con las herramientas”, dice Beiza. Luego añade: “Por ejemplo, desde pequeñas se nos limita más que a los hombres a interactuar con este tipo de artefactos y, por esto, al momento de aprender mecánica -ya siendo adultas- se deben reforzar las nociones básicas y esto debe estar siempre acompañado de un trabajo práctico y no teórico”.
Las socias lanzaron el curso de mecánica de bicicletas junto a las mecánicas de Recicleta, y destacan la importancia de estas instancias exclusivas para su género. “Es necesario tener referentes femeninos en ámbitos socialmente masculinizados. El hecho de que las mujeres puedan ser vistas y potenciadas en estos espacios solo fortalece la idea de que somos capaces, a la par de los varones”, aseguran.
Hoy esperan repetir los talleres de mujeres para mujeres. “Fue un hombre del equipo el que me preguntó si íbamos a continuar repitiendo la iniciativa durante este año y eso me pareció increíble. Además, cada vez que realizo un taller solo para mujeres, decenas de chicas me escriben pidiendo nuevas fechas para poder ir y llevar a más personas”, asegura Valeria Beiza, a quien se le puede escribirles a su cuenta de Instagram, en @Recicletacl. La mayoría de los talleres y actividades que ofrece el espacio son gratuitos.
Este evento, que reunió en el Teatro Municipal de esa ciudad a expositores de distintas soluciones tecnológicas -entre ellos, Kinesix VR, Zeus y Huawei, partners de Claro empresas- fue también el punto de partida para la nueva Corporación de Innovación y Desarrollo Sostenible de la Ciudad Jardín.
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