Economía Circular: Mucho más que reciclaje

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La reutilización de los productos terminados ya no es solo parte de la conciencia ecológica, sino que también de un modelo de negocios que está cambiando la forma de medir la productividad. En un país como Chile, donde se producen casi 420 kilos de residuos por habitante al año, el tema es de gran importancia.


Desde el inicio de la revolución industrial, todo el proceso de fabricación y venta de un producto se pensó en una sola dirección: como una línea. La recolección de los recursos, la manufactura, el envío, la venta y el consumo eran vistos como una progresión directa e inevitable. El desecho de un producto ya no era responsabilidad de sus creadores, a quienes solo les importaba seguir trazando líneas hacia adelante lo más rápido posible. El efecto de esta manera de pensar, que ha perdurado por más de un siglo, ha derivado en la generación excesiva de materiales desechables, contaminantes y en la escasez de recursos naturales. La respuesta a esto fue la cultura del reciclaje: una serie de prácticas pensadas para que los usuarios dieran nueva vida a sus desechos. Algunos motivados por el ahorro, otros por el cuidado del planeta, la cultura del reciclaje se ha instalado de forma paulatina en la conciencia de las personas, pero también de las empresas.

En Chile, aún estamos lejos de desarrollar una Economía Circular de impacto profundo. Por el momento, solo el 10% de los desechos producidos a nivel industrial y residencial son reciclados.

Es así como el paradigma clásico de la producción lineal está cambiando hacia un nuevo modelo: la Economía Circular. Como lo indica su nombre, se diferencia del modelo tradicional porque ahora no estamos frente a una línea, sino que a un ciclo, donde la cadena no tiene un momento final, sino que se trata de volver al inicio para reutilizar todas las materias necesarias varias veces. Un concepto que cada vez llama a más adeptos y que, para muchos, se está convirtiendo en la única solución para evitar el colapso. En Chile, aún estamos lejos de desarrollar una Economía Circular de impacto profundo. Por el momento, solo el 10% de los desechos producidos a nivel industrial y residencial son reciclados.  El tema no es menor, ya que cada chileno produce cerca de 420 kilos en residuos al año, la mitad de ellos biodegradables. El desafío mayor es que la otra mitad de basura per cápita entre en el ciclo de la Economía Circular lo antes posible.

Nada sobra

¿En qué se sustenta la Economía Circular? Básicamente, es repensar todos los procesos productivos para maximizar la eficiencia en el uso de las materias primas y, a su vez, reducir al máximo la emisión de desechos por parte de una empresa, sea cual sea su tamaño. El reciclaje y la reutilización de materias son solo un eslabón de un cambio mucho más profundo, en donde los residuos no existen: si es biodegradable el ambiente lo reabsorbe y si no lo es, se reutiliza o bien, se transforma en otra cosa. Thomas Kimber es el fundador de Karün, un emprendimiento de Economía Circular que fabrica anteojos a partir de redes de pesca abandonadas en el océano. Para él, el concepto de la Economía Circular tiene que ver con adaptar los procesos de producción a una realidad que respete los procesos naturales del planeta. Kimber dice: “El reciclar es solo una parte de un objetivo mucho más profundo; entender que un proceso productivo lineal y extractivo no puede convivir en un planeta con recursos limitados”.

Agrega Kimber que dentro los cambios que hay que hacer están el uso de los residuos como materias primas para fabricar otro producto (las botellas usadas que son cortadas y transformadas en vasos es un buen ejemplo de esto); la reutilización en lugar del descarte; priorizar la funcionalidad del producto por sobre su estética y asegurar una mayor durabilidad de los productos, todo esto amarrado al uso de energías renovables. Esta política del cero residuo no significa simplemente reutilizar los productos dentro de la misma cadena, sino que muchas veces en pensar cómo la compañía también puede generar bienestar en la comunidad. Una planta que recicla papel y cartón no solo contribuye al medioambiente, también contribuye a tener espacios públicos y residenciales más limpios. Por ejemplo, si sumamos los ocho países donde CMPC está presente con plantas de reciclaje, el volúmen de papel y cartón reutilizado asciende a un total de 800 mil toneladas, equivalentes a 21 Estadios Nacionales llenos de esos materiales. Son 21 Estadios Nacionales de papel que no estarán en los rellenos sanitarios, ni en las calles, ni en las casas.

El impacto de una economía circular total, sería revolucionario: se dice que podría reducirse en un 28% el uso de recursos naturales si se adoptara un modelo en donde no existieran los desechos.

La Economía Circular también ha derivado en la creación de sistemas que reducen la necesidad de adquirir bienes, sino que utilizar los que ya existen actualmente. Plataformas compartidas de arriendo de bicicletas o de electromovilidad, por ejemplo, también son ejemplos de cómo se logran sistemas eficientes de traslado sin tener que producir productos que si bien en su uso son limpios, en su producción también dejan residuos. Pero ¿Cuál es su real impacto? La mayoría de los expertos coinciden es que está por verse, ya que los primeros programas concretos de Economía Circular vienen recién instalándose desde el 2015, al menos en la Comunidad Europea, pionera en trasladar los conceptos tras esta nueva concepción de la producción a políticas públicas. Se presentaron cerca de 54 medidas, siendo la más importante la que obligará en el 2030 a que todos los envases de plástico comercializados sean reciclables o reutilizables lo que hasta ahora, ha significado una inversión extra de más de 17 mil millones de euros en compañías que han optado por modernizas sus procesos de producción. El impacto de una economía circular total, sería revolucionario: se dice que podría reducirse en un 28% el uso de recursos naturales si se adoptara un modelo en donde no existieran los desechos, sino que el potencial de un nuevo producto.

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