El alza de los drones en primera persona
Los drones que se vuelan con gafas y pueden moverse libremente, como si fueran aviones de acrobacia, han aumentado el interés, por las imágenes únicas que consiguen y también porque los consumidores les han perdido el miedo.
La revolución de los drones comerciales, aparatos que hasta hace 10 años no existían para consumo masivo sino que estaban circunscritos al mundo militar, tiene distintas caras. La más conocida y desarrollada es la de los drones orientados a video y fotografía, ya sea para aficionados o profesionales. Es la que permite que hoy, por el mismo precio de un buen smartphone, cualquiera pueda tener un dron y volarlo remotamente varios km, obteniendo imágenes estables y de calidad. Y todo de manera relativamente segura, gracias a lo mucho que se han desarrollado en temas de sensores y la misma “inteligencia” del aparato.
Pero hay otra categoría, casi de la misma data de los drones mismos, pero que por ser más de nicho y requerir más involucramiento, se ha quedado lejos del mainstream: la de los drones en primera persona o FPV, por sus siglas en inglés “First Person View” o “vista en primera persona”.
Comenzaron muy asociados al circuito de carreras de drones (gente que compite en pruebas de distancia, velocidad o habilidad) y también a la mecánica, a armarlo uno mismo a voluntad, por partes, a veces desde cero: dron, motor, cámara, alas, anteojos, y decidir el componente que uno quiera según necesidad y presupuesto.
Por lo mismo, en la cultura de dueños o pilotos de este tipo de drones, se estila saber de mecánica y no sólo para el armado inicial. También para repararlos, algo que es pan de cada día pues, al ser drones sin sensores ni nada que los limite demasiado ni les impida volar de manera libre y temeraria, suelen caerse o chocar a menudo.
Sin embargo, la cultura de los drones FPV está dejando de ser algo tan de nicho por algunos motivos. Uno es simplemente la mayor demanda por videos más dramáticos y espectaculares que sólo estos drones pueden lograr: videos en perspectiva de primera persona que flota y se mueve libremente, como un ave o como un sofisticado avión de acrobacias (aunque con una fracción del costo y los riesgos asociados).
Por ejemplo, muchos de los videos que este año se viralizaron del famoso volcán de Islandia en erupción fueron grabados con drones FPV. Ese nivel de vértigo y dramatismo en las imágenes simplemente no se logra con un dron convencional.
El piloto local de drones FPV Guillermo Rojas, conocido en el medio como “Mossh”, y quien aprendió volando en carreras y en los bosques, cuenta que cada vez es más la demanda de las productoras audiovisuales por estas tomas vertiginosas que solo logran estos drones. Pueden ser a veces tomas de caída libre en algún escenario outdoor; otras, imágenes intrépidas en el pasillo de un supermercado.
Su historia es testimonio de cómo ha crecido este mercado. Hasta hace un año era profesor de ingeniería en un instituto, pero su expertise en drones FPV, de más de siete años volando constantemente, lo llevaron a dejar su trabajo y dedicarse ahora de lleno a los videos, armando una empresa con un socio.
“Tiene que ser autodidacta en temas de soldadura, programación, un montón de cosas que tienes que empezar a manejar para poder generar un drone que te de la confianza”, dice respecto a este oficio. “Que cuando alguien te pregunte si puedes volar arriba del agua o hacer tal cosa, puedas decir claro, tengo la confianza porque está bien armado. Y teniendo la confianza puedes empezar a volar donde sea”, añade.
Lo usual es montar una cámara GoPro en los drones FPV, pero es tal la demanda de las productoras que , cuenta Rojas, él y su socio están entrando en la categoría de drones FPV conocida como “cinelifter”, drones que tienen la robustez suficiente para sostener una cámara de cine.
Ahora, aunque estos drones requieren dedicación y conlleva riesgos, no todo es tan complejo como en el mundo profesional. Hay drones FPV que vienen ya armados o semi armados que sirven para empezar, como los de la marca Emax, que se encargan o los traen algunas tiendas. O incluso hay quienes empiezan con simuladores antes de armarse y ponerse a volar un FPV. Se compran un control especial, similar al de un videojuego, lo conectan a un computador y practican con softwares como Velocidrone o The Drone Racing League.
Para armarse uno mismo un drone, hay diferentes caminos. Algunos encargan “bundles” con todo para armar en tiendas como Aliexpress, otros recurren a las tiendas locales dedicadas a los FPV. Rojas recomienda tiendas como Helifilms Store, FPVZone, MadFPV y TomateFPV, esta última, tienda de uno de los más exitosos pilotos locales, quien tiene apenas 15 años.
Un gigante entra a la carrera
Hoy la forma más directa y confiable para muchos de entrar en este tema es simplemente comprar el drone FPV de DJI, producto lanzado en marzo y que fue una de las grandes novedades tecnológicas de este año.
La compañía china (prácticamente sinónimo de drones) lanzó en marzo el DJI FPV, marcando su entrada en este terreno. Es un drone en primera persona que viene listo para llegar y usar, sin necesidad de armar ni agregar nada. Y cumple con el espíritu FPV de imágenes con vértigo, y además mantiene mucho de los protocolos de seguridad que suelen tener los drones de la empresa, para evitar que alguien no avezado destruya el aparato por no saber manejarlo bien (lo que no sería ninguna gracia, pues cuesta cerca de un millón doscientos mil el pack más simple).
Para los más puristas, éste es considerado un FPV híbrido, a medio camino y recomendado para alguien que quiera iniciarse y tomar confianza. Pero ha sido de los productos más comentados este año por fotógrafos o videastas que tenían un drone tradicional, pero nunca estuvo en sus planes entrar en el mundo FPV, por ser algo demasiado complejo y trabajoso.
Fabián Hidd, de la tienda Heliboss, uno de los distribuidores de DJI en el mercado local, cuenta que este producto —el primero de DJI que, a la usanza de la cultura FPV, se vuela usando anteojos en vez de pantalla, similar a las que se usan en los aparatos de realidad virtual— “en un comienzo les interesó mucho a personas que querían sentir ellos mismos volando, que querían subir un peldaño, gente que tuvo ya un Mavic Mini 2 o un Air 2, y que quería vivir otro tipo de experiencia”.
Dice que dio que hablar cuando se lanzó, que en su tienda ahora está agotado y que ha tenido en general buenos comentarios de quienes lo han comprado. “Les gusta porque no tienes que llegar y manejarlo en el formato más libre de todos, sino que puedes volar un poco asistido y tiene incluso un simulador incorporado”, sintetiza.
Este evento, que reunió en el Teatro Municipal de esa ciudad a expositores de distintas soluciones tecnológicas -entre ellos, Kinesix VR, Zeus y Huawei, partners de Claro empresas- fue también el punto de partida para la nueva Corporación de Innovación y Desarrollo Sostenible de la Ciudad Jardín.
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