En qué están los experimentos que buscan leer la mente con Inteligencia Artificial
A las investigaciones de Neuralink -la empresa de Elon Musk que ha implantado chips en monos para monitorear sus patrones cerebrales- se han sumado polémicos estudios realizados por las universidades de Singapur y Hong Kong, que desarrollan posibles formas de interpretar con IA los pensamientos. ¿Dónde están los límites de una herramienta que podría ser extremadamente positiva y nefasta al mismo tiempo? "Soy pesimista en este sentido", dice un experto en el tema.
La inteligencia artificial (IA) avanza sin detenerse y abarca las distintas aristas del día a día de los usuarios. Robots aspiradores, programas de reconocimiento facial, asistentes de voz o ChatGPT son algunos de los ejemplos más comunes, pero nuevas utilidades se suman día a día.
No sólo están en todos lados. Además, los usuarios les confían a estas aplicaciones información privilegiada para que puedan efectuar de mejor manera un sinnúmero de tareas. Tanto es así que no son pocos los que hoy, desde la vereda académica o la ciencia ficción, se preguntan si la tecnología podrá leer alguna vez la mente de los usuarios.
Uno de los nombres más destacados que ha estado vinculado con esta posibilidad es el de Elon Musk, el empresario detrás de empresas como Tesla, SpaceX y, desde el último año, X, ex Twitter. Su empresa Neuralink ha trabajado en el desarrollo de chips de interfaces cerebro-máquina con el objetivo de permitir una comunicación directa entre el cerebro humano y su entorno.
Aunque todavía está en etapas iniciales, los experimentos de la firma han demostrado la capacidad de la tecnología para leer ciertas señales cerebrales y traducirlas en comandos para controlar dispositivos externos.
En los últimos años, el empresario ha mostrado públicamente sus experimentos, en los que, a través de sus chips implantados en animales, ha podido comprobar que es posible “traducir” estas ondas eléctricas a señales reconocibles. En estricto rigor, lo que hace la solución de Musk es capturar esas señales producidas por el cerebro y otorgarles cierta interpretación.
En su momento, mostró al mono Pager, que se volvió uno de los íconos de su iniciativa y que podía jugar videojuegos telepáticamente.
En los últimos meses, el experimento que más ha resonado es uno impulsado por la Universidad de Texas, en Austin. Investigadores de esa casa de estudios han trabajado en sistemas de IA que pueden decodificar la actividad cerebral de los usuarios y traspasarla a texto a través de un escáner de resonancia magnética funcional (IRMf).
La ventaja, han dicho, es que se trata de un método no invasivo frente a propuestas como las hechas por Musk y que contribuiría a ayudar a aquellos que estén conscientes, pero sean incapaces de hablar.
Pero hay otra investigación que produce más preocupación: la qe realizan científicos de la Universidad de Hong Kong y la Universidad Nacional de Singapur. Los especialistas trabajan en una máquina, también a través de un escáner y sistema IRMf, capaz de captar las ondas cerebrales para que estas sean traducidas por una IA. Con el escáner pueden obtener videos de baja calidad, y si es que le aplican esta tecnología, pueden hacerlas escalar.
¿Cuál es el tema en cuestión? Si el modelo es entrenado con suficiente información, tras haber leído cientos de ondas eléctricas humanadas, se cree que podría llegar a leer o predecir los pensamientos de las personas.
¿Es posible que la IA logre interpretar o “leer la mente” de los usuarios por el solo hecho de estos entregarles algo de su información?
La respuesta es no, entendiendo que los algoritmos son entrenados y moldeados de acuerdo a datos ingresados previamente. Teniendo eso en cuenta, es poco probable que una sola IA pueda, en ese sentido, interpretar a la totalidad de la especie. Eso sí, hay ciertas excepciones cuando se tratan, por ejemplo, de dispositivos que están implantados en el cuerpo y que pueden percibir impulsos eléctricos.
El camino natural
Progresivamente, dice Jaime Navón, docente de la Escuela de Ingeniería de la Pontificia Universidad Católica de Chile, las personas serán mayores usuarias de la IA. Los sistemas y aplicaciones se volverán más inteligentes y podrán cumplir más tareas de las que hoy hacen.
¿Cuál debería ser el límite, en caso de existir? “Una cosa es imaginar cuáles ‘deberían’ ser los límites y si realmente se podrán forzar, pero soy pesimista en este sentido”, dice el Jefe de Programa en los diplomados de Big Data Ciencia de Datos.
Sobre el desarrollo de la Universidad de Texas, en Austin, eso sí, advierte que está bastante alejado del concepto de ‘leer la mente’, propiamente tal. Comenta, eso sí, que la captura y posterior interpretación de la actividad cerebral puede ser mal utilizada. “Por ejemplo, podría ser usada para extraer secretos en contra de la voluntad de alguien y también está el riesgo que, por error, se atribuyan a alguien pensamientos que jamás ha tenido”, plantea.
Algunos buenos usos que podría tener la captura y posterior interpretación de “los pensamientos”, dice Navón, sería analizar los sueños o entender la forma en que se generan las ideas durante las sesiones de “brainstorming”. Pero incluso existirían casos más prácticos.
Un ejemplo reciente involucra a investigadores del Feinstein Institutes for Medical Research, que, tras la implantación de microchips en el cerebro de un paciente tetrapléjico, lograron restablecer parcialmente su capacidad de movimiento. Al “pensar” en mover el brazo, se libera una descarga en la médula espinal que estimula la actividad cerebral. Todo esto mediado por la interpretación de la IA.
Con qué propósito se buscaría que la IA lea la mente de los usuarios es una de las primeras preguntas. De acuerdo con Emiliano Araneda, fundador de Theragen, esta tecnología involucra un amplio campo. De hecho, dice que con lo que se ha visto hasta ahora, se ha confirmado que es una herramienta poderosa que ayuda a construir mejores productos y servicios para el usuario final, y eso tiene un gran valor para los negocios.
“Pensar en limitar el uso de la IA de manera generalizada sería una tragedia; muchas veces el usuario final no lo nota o no lo sabe, pero se está aplicando IA en procesos intermedios de negocio, en productos y servicios que todos conocemos, para reducir costos, mejorar tiempos de respuesta, etc.”, recuerda el ingeniero, detrás de la plataforma de IA PsicólogoGratis.
-¿La IA podría llegar a tener la capacidad de “leer la mente”?
-Una cosa es que cuando interactúes con una IA como ChatGPT sus respuestas sean más o menos parecidas a lo que tú habrías respondido, pero otra cosa es atribuirle capacidades que no tiene por sí misma -dice Araneda.
La IA, plantea, con los métodos que hoy se conocen, funciona modelando datos preexistentes para estimar o predecir un resultado a partir de un dato de entrada. “Lo más cercano a leer la mente que podemos imaginar es lo que intenta hacer Neuralink”, acota, sobre la iniciativa en la que trabaja Musk desde hace años y que busca sensorizar el propio cuerpo humano desde adentro.
Con respecto al caso de Musk, no han logrado que el implante deje indemne al que lo porta. En caso de resolver los desafíos tecnológicos y regulatorios, comenta, realizar pruebas en humanos y extraer información sobre los patrones neuronales del cerebro en tiempo real “sería un escenario muy interesante para todos los que nos dedicamos a trabajar con AI, y aún si llegáramos a ese escenario, habría que probar los modelos, técnicas, métodos y arquitecturas que arrojan las mejores predicciones para los distintos casos de uso que esa nueva data esconde”.
En el caso de Theragen, es un laboratorio en el que desarrollan agentes inteligentes para conducir terapia psicológica efectiva. “Es un sistema autónomo que posee una identidad, preferencias, tiene un diseño arquitectónico que permite tener memoria y reflexionar”, comenta sobre la plataforma que lanzarán en 1 de septiembre. Está basada en interacciones reales para entrenar a los modelos y utilizan el método cognitivo conductual para conducir la terapia.
Este evento, que reunió en el Teatro Municipal de esa ciudad a expositores de distintas soluciones tecnológicas -entre ellos, Kinesix VR, Zeus y Huawei, partners de Claro empresas- fue también el punto de partida para la nueva Corporación de Innovación y Desarrollo Sostenible de la Ciudad Jardín.
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