Ferias navideñas: la esperanza de las pymes
Diciembre es el mes en que las micro, pequeñas y medianas empresas esperan, pues es el periodo en que logran subir sus ventas. En el actual contexto social, el panorama se ha visto resentido. Piensa Digital recorrió algunos de los lugares donde se instalaron ferias navideñas y los comerciantes hicieron su balance.
Bachata y un vendedor de pistolas de agua que rocía a los transeúntes para promocionar sus productos dan la bienvenida por estos días a Meiggs, barrio conocido por sus camaleónicas ofertas, pues los comerciantes adaptan sus productos a la temporada del año. Si es marzo, útiles escolares. ¿Septiembre? Disfraces folklóricos. Durante diciembre, los regalos para niños y los adornos navideños se toman los puestos del sector ubicado en Estación Central, un obligado de las ferias navideñas de estos días.
Se vende de todo, como una suerte de mall sin paredes y con precios más bajos. Hay juguetes, electrodomésticos, adornos, comida e incluso vendedores de petardos. El plástico es el material predominante. Mucha ropa de grandes marcas, pero falsa. Aunque más de 30 grados golpean el asfalto de Santiago, los productos navideños pretenden aparentar que en Chile las fiestas de fin de año se viven en un clima frío. Latas de nieve falsa y personajes abrigados repletan las calles. Algunas de las tiendas venden exclusivamente árboles de plástico y se ven como un bosque de cinco por cinco metros.
La gente batalla entre coches con guaguas, carros de feria e incluso maletas para avanzar por las angostas calles, que tienen puestos a ambos lados y a la mitad del paso. Las mochilas no se llevan en la espalda, sino adelante. Algunos incluso andan con candado en los bolsos. Cada cierto tiempo, los comerciantes cuentan los billetes que han ganado en la jornada y los guardan en un banano.
Uno de los comerciantes que se adapta a la temporada es José Oliva, quien también se desempeña como presidente del sindicato Paseo Barrio Meiggs. En su local, que no tiene nombre, se venden adornos de Navidad y juguetes de plástico. “Son productos tradicionales, que uno está acostumbrado a vender todos los años, porque sabe que es una venta más segura”, propone.
Oliva sostiene que tras el estallido social, las ventas cayeron en un 40% en todo el barrio en comparación a 2018. ”Creemos que falta seguridad. Hay un desorden, calles bloqueadas. Hoy, cada comerciante cuida sus metros cuadrados”, explica el comerciante. Agrega que Meiggs permitía abastecer a distintas ferias navideñas de todo Santiago. Sin embargo, varias de ellas han sido canceladas. Reconoce que hoy llega más público, pero argumenta que la torta se reparte entre más. José Oliva estima en 80.000 las personas que pueden visitar el barrio durante un sábado previo a Navidad. Este será su primer año haciendo ventas con tarjetas.
Si se avanza unos pasos más por la calle Salvador Sanfuentes, se llega al puesto de Bladimir Espinosa, un comerciante conocido por sus viajes a China para comprar productos que trabaja en Meiggs desde 1985. Él propone que la baja en sus ventas es algo que se arrastra desde antes del estallido. El vendedor estima que hoy vende un 25-30% que en 2016. ”Aquí estamos liquidados, porque hay malas gestiones. A veces no dejan pasar vehículos, está lleno de ambulantes. Ellos tienen la necesidad de trabajar, pero alguien tiene ordenar, darles una calle”, reclama.
Por lo general vende juguetes, como caballos, scooters y skates; pero esta temporada los reemplazó. ”El juguete ya murió, porque el niño está con la tecnología. Nosotros no somos tecnológicos, pero los niños sí poh. Tú ves a un niño chico de un año y ya está con la tecnología”.
Al igual que Oliva, Espinosa cree que la gente sigue yendo a Meiggs, pero que hay más comercio. “Antes, el comercio llegaba hasta Grajales. Hoy está llegando hasta Blanco Encalada, cuatro cuadras más allá”, sostiene. Él paga 130.000 pesos al mes por su puesto, pero hace dos meses no ha podido pagar. Hoy vende los juguetes que le quedaron de su último viaje a China junto a su nueva inversión: los carros de feria.
Constanza Núñez solo visita Meiggs cuando necesita algo en específico que, sabe, puede encontrar en el barrio. Hoy su motivo fue comprar un regalo de Navidad para su hermana de cuatro años. Pasea con un muñeco de poni dentro de una bolsa de nylon, las que están prohibidas en los supermercados. ”Yo encuentro que está igual de lleno. Las veces que he venido está igual que ahora, aunque esas veces son días normales, no previo a fiestas”, dice.
Por Salvador Sanfuentes camina Mariela Toro en búsqueda de productos hindú, como inciensos. “Hace mucho calor, está muy lleno, se corren riesgos, es feo también el lugar, pero se encuentran buenas ofertas”, asegura. Jonathan Valdivia visita Meiggs porque es más barato que el resto del comercio y, según él, hay más variedad. Busca juguetes para sus dos hijos y seis sobrinos. ”Todos los años venimos, pero este año anda menos gente. Pero los precios no han cambiado”, sostiene.
Para enfrentar la caída de las ventas tras el estallido social, desde hace un mes la empresa BarrioMeiggs.cl comenzó a operar como market place, es decir, un sitio web que permite que vendedores y compradores se relacionen de forma virtual para lograr una transacción. Actualmente son cinco las tiendas del barrio que pueden ofrecer sus productos en las vitrinas digitales del sitio. Sin embargo, la gerente en ventas de la empresa, April Toledo, sostiene que varias más se sumarán luego de que termine la temporada navideña, para estar preparados cuando toque vender productos de playa y piscina o para el Día de los Enamorados.
Los comerciantes de Meiggs tienen la opción de contratar planes desde los $50.000 hasta los 200.000 pesos al año. El plan más pequeño permite publicar 80 productos, mientras que el más grande, 1.500. Según Toledo, la idea del sitio es ofrecer los mismos productos a los mismos precios, con la posibilidad de hacer preguntas a los vendedores, pero sin tener que ir a Meiggs.
Ferias navideñas en el centro
A cuatro kilómetros de Meiggs, en el barrio Forestal-Bellas Artes, se desarrolló la feria navideña “Elijo Pyme” durante el sábado 14 de diciembre, cuando la Navidad entró en cuenta regresiva. Con el tránsito interrumpido en José Miguel de la Barra, entre Merced e Ismael Valdés Vergara, y con las estaciones Baquedano, Universidad Católica y Santa Lucía cerradas, más de 450 stands se instalaron en plena calle para que emprendedores ofrecieran variados productos. Ropa, comida, antigüedades, artículos para mascotas eran los más recurrentes. Es común entre los stands ver carteles promocionando sus páginas web o perfiles en Instagram, pues muchas no tienen un local físico donde vender de forma periódica.
Sabrina Pavez quería subir el cerro San Cristóbal junto a su guagua, pero se encontró con la feria en el centro y decidió quedarse: ”Es una oportunidad para las pymes de mostrar sus productos, en lugar de escoger a las grandes casas comerciales, uno puede elegir algo original, ver el esfuerzo de la gente y pagar ese esfuerzo”.
Alejandra Manríquez, vecina de Santiago Centro, se enteró por internet sobre la feria y quiso asistir junto a toda su familia: “Hemos comprado montones de regalos. Encontramos cosas para bebé, salsas, pastas orgánicas, muchas cosas gourmet”. Williams Alarcón salía de clases cuando se encontró con la feria. ”Hace rato que no veía tanta gente. Me sorprendió ver tanta gente acá, tantos locales después de todo lo que ha pasado”, dice.
Alejandra Hernández es la creadora de La Tiendita, un negocio especializado en juguetes de madera y libros para preescolares. En 2017, Hernández quedó sin trabajo. En ese entonces, su hijo tenía dos años. “Mis amigas me preguntaban dónde le compraba los juguetes a mi hijo. De ahí nació la idea de empezar a vender”, dice la empresaria. Ella explica que sus productos tienen la particularidad de ser educativos, pues permiten trabajar distintas habilidades, además de ser más sustentables que el plástico. La tienda funciona todo el año a través de redes sociales (@La_tiendita.chile en Instagram). Aunque aprovecha instancias como el día del niño o la Navidad para participar en ferias, la mayor parte de sus ingresos son gracias a redes sociales. Ella incluso paga a estas plataformas por publicidad.
A diez días de la Navidad, “Elijo Pyme” fue la primera instancia que tuvo para ofrecer sus productos durante esta temporada de fiestas. “Desde el estallido social ha estado pésimo. Uno mismo no está comprando cosas ‘innecesarias’, sino que uno, como esta esa incertidumbre, una destina la plata para otras cosas”, dice. Sin embargo, reconoce que a principios de diciembre la situación mejoró un poco.
Al igual que Hernández, “Elijo Pyme” es la primera vez durante la temporada en que Karina Catalán y su marido Cristián Sánchez pueden ofrecer los productos de su emprendimiento, Cactó Reciclaje. Esta microempresa se dedica a confeccionar joyas a partir de papel de revistas cuché desde hace cinco años. Sánchez es diseñador y da forma a las piezas. Catalán trabaja en recursos humanos, pero paralelamente vende en su emprendimiento familiar. “Es una tremenda oportunidad, porque el sector es muy bueno. Cuando yo me estaba recién instalando vendí 10.000 pesos”, dice Catalán.
De revistas que les donan, ellos sacan las portadas u hojas con color para dar forma a las piezas. Hacen aros, collares, pulseras y anillos. Se inspiran en una técnica empleada por mujeres ugandesas que trabajan con papel húmedo. Además, a Catalán se le enseñó en el colegio a trabajar esta técnica, aunque no tan desarrollada. Recuerda que en 3° básico le regaló un collar a su mamá hecho de revistas.
El matrimonio vende a través de Instagram (@cactoreciclaje) y participa en el Eco Mercado de Barrio Yungay. Según ella, esta temporada les ha ido más o menos. “Ha estado súper lento. Hay veces que ni siquiera hemos podido participar en ferias, porque no las están haciendo, porque la convocatoria es muy baja”, asegura la empresaria. Aunque por ahora Cactó reciclaje es su trabajo paralelo, Karina Catalán espera poder dedicar todo su tiempo a su emprendimiento en el futuro.
Unos metros más al sur, está el stand Autónomo (@Autonomo_oficial en Instagram), la microempresa de Fernando Miranda. El proyecto está próximo a cumplir tres años. Se especializa en chaquetas masculinas, aunque también hace polerones y poleras. Él se encarga de todo el proceso de producción, pues hace el diseño, los patrones, compra las telas y después corta y cose. La confección de una chaqueta le puede tomar todo un día.
El comerciante dice ser autodidacta, pues aprendió a hacer chaquetas gracias a tutoriales de YouTube y a ensayar y equivocarse. “Trato de no seguir la tendencia retail, que siempre son una paleta de colores súper básica. Trato de incluir brillo y cosas que no sean comunes en el comercio”, explica Miranda.
A diferencia de las otras emprendedoras de la feria, Miranda sí cuenta con un local. Se estaba instalando a media cuadra del Metro Santa Isabel justo cuando comenzó el estallido social. Fue esta estación una de las primeras en registrar evasiones masivas, en la previa de lo que sería el 18 de octubre. Tuvo que cerrar la tienda por un mes, porque la gente no llegaba, aunque a su local no le pasó nada. Aunque hoy su tienda abre, quiso participar en Yo Elijo Pyme para dar a conocer sus chaquetas. En comparación a la Navidad 2018, Miranda estima que sus ventas disminuyeron a la mitad esta temporada.
Un bazar navideño en Las Condes
Si se sube otros ocho kilómetros, se llega al Parque Araucano de Las Condes, lugar donde se realizó el Bazar Navideño. Aunque es más pequeño que los otros eventos, el lugar reúne a emprendedores entusiasmados por tener un lugar donde vender sus productos. Un muñeco a escala humana del Viejito Pascuero, un globo de nieve inflable y un food truck de sushi reciben a los visitantes.
Una de las comerciantes es Marta Blau, dueña de una empresa de vestuario publicitario que lleva su nombre desde 1998. A raíz del estallido social bajó la demanda de vestuario publicitario y se suspendieron las fiestas de fin de año, que son su fuerte. Empezó a intervenir y fusionar ropa para ella misma en los ratos libres que tuvo tras el estallido y la gente que la rodea le empezó a gustar lo que se ponía. “Me gusta mucho el jeans, entonces lo empecé a trabajar. Yo soy la vitrina, de alguna manera, porque me pongo lo que yo hago”, propone. Asegura que en la mañana una mujer se llevó un pantalón que ella tenía puesto. “Me dijo ‘no, es que lo quiero’. Me lo saqué y me puse otro”, cuenta la empresaria que viste de jeans. “Me gusta conseguir jeans y vestidos usados, pero de diseñadores. Tengo Levi’s, Tommy Hilfiger. La fusión con mi toque queda maravillosa”, dice entre risas. Cada una de las prendas que confecciona es única.
También dentro de la feria, Priscila Coa ofrece muestras de pan de masa madre a quienes pasan por su stand. Su emprendimiento es de panadería y repostería saludable. Nació por una inquietud personal de Priscila, pues ella comenzó haciendo pan de masa madre con harina de trigo para sí misma. Luego empezó a vender el pan y la gente comenzó a preguntar si hacían productos sin gluten. Así se empezó a introducir en las harinas sin gluten y descubrió que la masa madre no solo sirve para pan, sino también para repostería. Ahora, intenta satisfacer las necesidades de personas que tienen distintos tipos de enfermedades o alergias alimentarias.
Además de vender, ella enseña cómo hacer pan y dulces en base a harinas sin gluten. ”Una alimentación sana no significa comer lechuga y atún, sino que uno puede comer sano de manera rica”, asegura. A lo largo del año trabaja por Instagram (Primitiva.cm) y hace clases en su casa, pues no cuentan con un local.
A diferencia del resto de emprendedores, para Priscila Coa el estallido social significó un incremento de la demanda por clases de hacer pan. "En el último tiempo he visto que hay una necesidad grande de la gente de querer elaborar sus propios productos, sobre todo pan", dice. Ella lo relaciona a la incertidumbre del periodo.
Mauricio Gabella (Mauro_gabela), diseñador de profesión, se dedica a la ilustración análoga en acuarela y tintas. Su emprendimiento lleva su apellido por nombre. Desde hace cuatro años ha desarrollado material para ferias como Comic Con u otras relacionadas con el fan art. He desarrollado subproductos desde ahí, como reproducciones enmarcadas, cuadernos con ilustraciones e imanes. Cada una de las ilustraciones que exhibe está hecha por él.
Hoy las acuarelas son su única fuente de ingresos. “Yo tuve agencia de diseño durante mucho tiempo, pero no me fue muy bien. Siempre he estado emprendiendo de forma paralela. Cuando me tocó estar sin trabajo, hace dos años, empecé a hacer trabajos de acuarela”, cuenta el ilustrador.
Ha ido a Comicón dos veces seguidas, donde asegura le va bien. ”Hay mucha gente que hace fan art, pero que hace fan art en acuarela es menos. En general tengo súper buena recepción de lo que hago”, dice Gabella. Sin embargo, desde el estallido, se le han caído eventos. Su trabajo depende de los eventos que se hacen a lo largo del año.
Justo el fin de semana del estallido, tuvo una convención en Villa Alemana. En lugar de dos días, el evento duró uno. Luego fue a la Expo Comic en el GAM, en plena Alameda. Se hizo, pero fue poca gente. El profesional rescata que las ventas online y a pedido han aumentado, aunque reconoce que es poco.
Este evento, que reunió en el Teatro Municipal de esa ciudad a expositores de distintas soluciones tecnológicas -entre ellos, Kinesix VR, Zeus y Huawei, partners de Claro empresas- fue también el punto de partida para la nueva Corporación de Innovación y Desarrollo Sostenible de la Ciudad Jardín.
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