El secreto detrás de los imposibles muebles de papel

Cada vez que Francisca Martínez aparece en alguna feria junto a sus productos, las preguntas suelen ser casi siempre las mismas: ¿Oye, es resistente? ¿Qué pasa si se mojan? ¿Podrá un niño subirse encima? ¿Cuánto tiempo durará? A primera vista, las creaciones que vende hace dos años a través de su empresa Fracta, no se asimilan fácilmente. Se trata de un proyecto que elabora muebles de papel. Sillas, pisos y mesas hechas del derivado de la madera y que sorprendentemente, son bastante resistentes, pero a la vez, portátiles. Un producto que responde a los cambios de la vida en la ciudad, pero también a los de una sociedad mucho más consciente en lo que consume y que por sobre todo, busca generar identidad en un mundo donde todo parece verse cada vez más similar.

Sillón multiuso

La inspiración detrás de Fracta nace, en palabras de su fundadora y CEO, de la necesidad impuesta hoy por habitar en lugares que son cada vez más pequeños. “Sin embargo, los muebles siguen siendo los mismos, por lo que acomodar todo lo que queremos se hace cada vez más diferentes”. Así surgió, desde Fracta, la propuesta de crear muebles que puedan cambiar de forma, tamaño y estilo de manera fácil y rápida. Y el material perfecto para hacer esto era el papel. ¿Y cómo funciona? Los muebles de Fracta se crean con grandes láminas de papel que se entrelazan en una estructura similar a la de un panal de abejas. Esto hace que puedan doblarse como si fuese un acordeón, que además, es muy resistente.

El sillón, el producto más reconocido de la línea, está hecho de 270 placas de papel que, cuando están unidas, no llegan a los 20 centímetros de grosor, pero que pueden expandirse hasta en cinco metros, para poder alojar mucha más gente. Se puede colocar a lo largo como un sillón, en forma de círculo como una especie de puf, e incluso se puede acortar para ser una silla. ¿Y la resistencia? La estructura de panal hace todo el truco ya que, en total, el sillón de Fracta puede soportar hasta una tonelada sin deformarse. Han hecho pruebas con personas que pesan más de 100 kilos y el material no se resiente. Además, son resistentes al agua ya que poseen un tratamiento especial. “Si bien no deben ser expuestos a la lluvia, porque siguen siendo de papel, si un vaso se da vuelta encima, el agua escurre entre los agujeros y no se genera mayor daño”, dice Martínez. De hecho, cuando van a ferias a mostrar sus productos, asegura que hacen de todo para demostrar que son resistentes: desde sentar a la mayor cantidad de gente posible hasta hacer que niños se suban encima. El sillón posee una duración de al menos 10 años, aunque se recomiendan los mismos consejos que al usar un sillón tradicional: cuidarlo con cojines o almohadas ni tampoco hacer dobleces más allá de los que se generan naturalmente.

Hecho a mano

Pero quizás lo que más enorgullece a Francisca y su línea de productos, que hoy incorporan, además del sillón, a una mesa de centro y un piso multiuso, es el compromiso con el medio ambiente que genera esta propuesta. Todo el papel utilizado en Fracta es 100% reciclado y los residuos generados se entregan nuevamente para volver a ser reutilizados. Martínez dice: “La sustentabilidad y segunda vida de los materiales tienen un carácter fundamental en Fracta, por lo que decidimos adoptar un modelo de desarrollo circular, 100% chileno”. De hecho, la creadora sabe que, por las características y el tamaño de sus muebles, podrían fácilmente mandar a hacer el trabajo afuera, con lo que abaratarían costos y tendrían más stock, pero se perdería el foco principal del proyecto, que es entregar muebles hechos a mano, de calidad y asegurándose de que estén insertos en un sistema producto sustentable y circular. Por lo pronto, mientras Martínez busca a potenciales clientes que se interesen en la propuesta de Fracta, sigue trabajando en ideas y nuevos proyectos que terminen mostrando lo versátil que puede llegar a ser el mundo del papel.