La historia tras la bióloga marina que innovó en la industria del salmón
El emprendimiento Bioled desarrolló un sistema de luces verdes sumergibles que favorece el desarrollo de salmones en agua de mar. Nació entre tres socios, pero actualmente son casi 100 los trabajadores en la planta que tienen en Puerto Varas los que están comprometidos con hacer crecer la marca de forma sustentable e instalarla en nuevos mercados.
Mar adentro, en Puerto Montt, cuando el sol se esconde, se hace visible un brillo verde que contrasta con el color del agua, que refleja un cielo que minuto a minuto se oscurece. Pareciera que desde las profundidades del océano nace una luz que se asemeja a las auroras boreales que se ven en países como Noruega. Sin embargo, no se trata de un fenómeno natural, sino de luces LED de color verde, que ayudan acelerar el crecimiento de los salmones, favorecer su peso, color y desarrollo muscular, para asegurar carne de mejor calidad en la industria del salmón.
Exponer a seres vivos como chanchos, aves y peces a luces artificiales es una técnica llamada fotoperiodo. Esta permite inhibir los cambios estacionales de la luz, es decir, eliminar la diferencia entre los días largos de verano y los más cortos en invierno, además de los cambios del paso del día a la noche. Los animales están expuestos a luz durante las 24 horas del día: luz natural desde que amanece y artificial cuando se pone el sol.
Bioled, una empresa chilena formada en 2006 por tres socios, hoy es líder a nivel nacional en fabricar luces que logran estimular los órganos sensoriales de los peces y que secreten hormonas que inhiben su maduración precoz. La luz permite que los peces se mantengan jóvenes, musculosos, favorece su peso y la calidad y el color de la carne. La técnica permite reducir el tiempo en que los peces deban estar en agua de mar de 18 a 12 meses, lo que implica millonarios ahorros en alimento.
Apenas se tituló como bióloga marina, Ximena Navarro comenzó a trabajar con los salmones, el rubro que la acompañaría hasta la actualidad. Ha dedicado su carrera a estudiarlos y ya acumula 30 años de experiencia. Durante la primera mitad de la década pasada, cuando la bióloga trabajaba para empresas de alimento y de vacunas de peces, ella y su hermana Cristina Navarro, quien es ingeniera comercial, decidieron que querían independizarse laboralmente.
Sabían que querían hacer algo juntas, pero no fue hasta que el marido de Ximena, quien es veterinario, les comentó sobre beneficios que tenían las luces LED en los peces cuando decidieron qué hacer en conjunto. Las hermanas se aliaron con Claudio Bertín, ingeniero eléctrico, y entre los tres levantaron la empresa que hoy lidera la técnica del fotoperiodo a nivel nacional. Una tía de las hermanas, de lado materno, les entregó los ahorros de su vida cuando empezaron. Apostó por ellas y hasta el día de hoy la consideran como la cuarta socia. Con ese primer financiamiento, lograron armar el primer prototipo en base a estudios biológicos del efecto de la luz en los peces.
Durante los inicios de la empresa, en Chile la técnica no era ampliamente aplicada a salmones y no se hacía con las luces más adecuadas. Además, solo se empleaba en la etapa de agua dulce de la cría, no en agua de mar. Lo que el equipo de Bioled descubrió a través de estudios y prototipos, fue que la longitud de onda, es decir, el color que más favorecía a los peces era un tono determinado de verde. Con esa información, crearon un prototipo pequeño, que apenas consumía siete watts. En 2007 patentaron la longitud de onda exacta, escalaron el prototipo y comenzaron a hacer luces de tamaño real.
El producto se comenzó a vender para el proceso de agua dulce, que era en el que se ocupaba en ese tiempo, y permitió que la empresa comenzara a escalar hasta que pudieron construir una fábrica que permitió producir en serie. Aunque el comienzo fue positivo, en 2009 toda la industria salmonera experimentó una crisis provocada por la expansión del virus ISA, que enferma y mata a los peces en agua de mar, y causó una caída en las ventas. “Caímos y casi morimos. Quedamos con un trabajador y nosotros tres”, recuerda Ximena Navarro.
Ante la crisis, las ganas de emprender no se detuvieron. Como no podían vender luces para ser usadas en salmones, decidieron darles otro uso. Se diversificaron para poder sobrevivir y retomar cuando la crisis cesara. Se las ingeniaron para hacer semáforos o adornos de luces para cavas, que vendían a hoteles.
El éxito tras la crisis
A raíz de la irrupción del virus ISA, el Sernapesca cerró las fronteras a los huevos de pesca exportados, por lo que todas las ovas se debieron hacer en Chile. En adelante, las empresas de ovas se comenzaron a especializar en hacer peces más fuertes, grandes y sanos. Sin embargo, el crecimiento veloz significó que maduraran más rápido, a costa de perder color y textura. Es aquí donde el equipo de Bioled identificó una nueva oportunidad para crecer: ellos tenían la clave del fotoperiodo para inhibir la madurez en la etapa de agua de mar.
A medida que el uso de la técnica se expandía, Ximena Navarro activamente continuó con sus investigaciones sobre los salmones, para ser capaz de explicar detalladamente a sus clientes sobre el uso de las luces. “Nadie sabía muy bien de qué se trataba, cómo funcionaba fisiológicamente el tema. Contraté muchos expertos, como doctores en fisiología animal o en reproducción, con el fin de dar asesoría sobre cómo aprovechar las lámparas”, recuerda.
En parte, Ximena Navarro atribuye el éxito de la empresa, que desde 2017 forma parte de Endeavor, a que la técnica del fotoperiodo se masificó en Chile y el mundo. “Nosotros estábamos a la vanguardia de la tecnología. Lo mejor de nosotros es el know-how de los 14 años que hemos estudiado. Esta es una nueva rama en la acuicultura en que nosotros nos hicimos especialistas”, cuenta la bióloga. Por esta razón, sostiene que se han convertido en un referente de la técnica y líderes a nivel nacional.
La bióloga marina Ximena Navarro.[/caption]En un comienzo el modelo de negocio era de venta, pero desde hace tres años arriendan los productos. Bioled se encarga de fabricar las luces en la planta y luego instalarlas en los centros remotos, en medio del mar. Para esos tienen 26 técnicos eléctricos que hacen instalaciones. “Las lámparas van a un centro la primera vez que se usarán, duran entre 10 y 12 meses, y luego vuelven, les hacen mantención y las mandan de vuelta, incluso por una tercera vez”, detalla Ximena Navarro. Como las lámparas se arriendan y la empresa se hace cargo de reponerlas, han procurado reciclar todos los materiales posibles.
Desde hace dos años tienen una gran fábrica en Puerto Varas, para evitar estar repartidos entre Valdivia y Puerto Montt. Actualmente, trabajan con 128 centros activos, cada uno de ellos con un estimado de 20 jaulas, con entre cuatro a seis luces por cada una. La planta que partieron las hermanas Navarro y Claudio Bertín en 2008 hoy cuenta con 96 personas trabajando en ella.
En estos meses de pandemia, la industria del salmón es una que ha seguido en faenas, tomando numerosas medidas para evitar contagios y no parar. De las 19 empresas productoras de salmón que hay en Chile, Bioled trabaja con 13, lo que representa el 51% del mercado, según estimaciones de Ximena Navarro. Sin embargo, en Bioled han procurado aprovechar las oportunidades para sumarse a nuevos mercados. Ya han logrado exportar sus luces a países como Polonia, Australia, Estados Unidos, Nueva Zelanda y Dinamarca. Durante este mes, tienen programado exportar sus productos al mercado noruego. Están en el proceso de conseguir la certificación europea CE.
Este evento, que reunió en el Teatro Municipal de esa ciudad a expositores de distintas soluciones tecnológicas -entre ellos, Kinesix VR, Zeus y Huawei, partners de Claro empresas- fue también el punto de partida para la nueva Corporación de Innovación y Desarrollo Sostenible de la Ciudad Jardín.
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