Web 3.0: los nuevos usos de internet

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El concepto, de moda hoy en la red, forma parte de una nueva generación tecnológica. La descentralización de los datos, a través de tecnología blockchain, cambiaría para siempre la forma en que consumimos información y nos vinculamos con el ciberespacio.


El concepto lleva años siendo utilizado, pero recién ahora está tomando vuelo y mayor presencia en las redes. Con los avances tecnológicos, la Web e internet en sí mismo está en un constante cambio, prestando cada vez más nuevas herramientas a los usuarios y facilitando también así el acceso a la información. Uno de los términos que ha ido ganando terreno es el de la Web 3.0, que apunta hacia el futuro de la navegación en la red y cómo también surgen nuevas oportunidades para los cibernautas. Blockchain, la aparición de organizaciones autónomas descentralizadas, entre otras cosas, forman parte de esta tendencia.

Para poder entender el concepto, hay que ir un poco hacia atrás. Con la denominada Web 1.0, se creía que era una forma de navegación en la que uno simplemente veía contenido y la interacción con este era solamente seguir a través de links haciendo click. Básicamente, una web donde se va pasando de una página a otra. En ese entonces, se asumía que solo habían generadores de contenido y sus consumidores. Pero no había una interacción entre ambas partes.

El paso más allá vino con la Web 2.0 que fue, básicamente, cuando las webs y plataformas dieron sus primeros pasos para las que posteriormente serían las apps para dispositivos móviles. Foros, Fotolog, Facebook en sus primeros años, blogs, y cuando los sitios de las tiendas del retail comenzaron a admitir comentarios de sus usuarios, son algunos de los ejemplos. El matiz, con respecto a la etapa anterior, es que el consumidor de la información se transformó también en el productor de esta y la interacción entre el emisor y el receptor se vuelve una constante.

Luego de esto el paso fue la 3.0, hace unos diez años atrás. Desde eso, explica Tomás Vera, director de I+D de Zenta Group, empresa dedicada al desarrollo de tecnología, el concepto se fue transformando. En primera instancia, se refería a una web semántica que interpretara tablas, en la que por ejemplo, si de una tienda de retail se tratara, los usuarios podrían solicitarle consultas más específicas. “Si buscaba una plancha, podía preguntarle por la más barata y me entregaría, por ejemplo”, resume el informático.

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El concepto actual está lejos del mencionado por Vera y se rompieron todos los paradigmas con respecto a este. La nueva Web 3.0 está más vinculada al concepto de Bitcoin y también tiene que ver con la distribución del contenido. Básicamente, son organizaciones que están con un orden o gobierno distribuido y, adicionalmente, apoyan a la distribución de ese contenido en clave de blockchain.

Al estar apoyados de esta manera, se vuelven etéreas y se encuentran en toda la red disponibles y “serían webs muy difíciles de bajar o si alguien publica un contenido en ese lugar”. Bajar ese contenido de la red sería imposible.

“Si pudiéramos hacer eso con las noticias y alguien publicara un texto en una Web 3.0, que está sostenida por blockchain, sea verdad o mentira, sería difícil sacarla de ahí porque ya está distribuida a nivel global”, asegura el especialista.

En resumen, apunta, ¿Qué quiere decir esta nueva forma de entender la web? Este siguiente nivel tiene todas las características que tiene hoy blockchain de confiabilidad, de estar disponible de accesibilidad y disponibilidad. “Básicamente, es entregar todas las características que tienen estas estructuras de datos, pero pasándolas a un concepto web y que esté disponible en todos lados al mismo tiempo”, explica Vera.

Organizaciones descentralizadas

Las organizaciones autónomas descentralizadas (DAO) nacieron hace un par de años con una criptomoneda llamada Ethereum. Cuando nace, tiene la capacidad de construir los denominados contratos inteligentes, que les permiten armar DAO. Vera recuerda el caso de ConstitutionDAO, que fue una “misión digital” de un grupo de usuarios alrededor que se propuso comprar una de las copias restantes de la Constitución de Estados Unidos.

“Efectivamente, ¿Qué podría hacer que esta institución pueda comprar ese ítem? Es que nosotros mandamos un contrato inteligente, que es un código, como si estuvieras escribiendo un programa donde todos los fondos van a esa institución descentralizada y que todos votamos por fijar un precio y pujar por la Constitución, y pasaría a ser de todos aquellos quienes participaron”, explica.

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A través de blockchain se pueden realizar "contratos digitales" y que permiten, por ejemplo, que ciertas transacciones se concreten solo si es que se cumplen todos los factores previamente estipulados y sería uno de los usos de la Web 3.0.

Lo más importante de la Web 3.0, explica, es esta capacidad que se genera de tener estas instituciones o visiones que son distribuidas y descentralizadas, donde incluso mañana se podría, por ejemplo -y que es lo que se cree que podría ocurrir pronto-, realizarse contratos de arriendo y ya no se necesitarían más notarios. Esto porque se podrían establecer contratos digitales, donde se podría estipular que, si sucede tal evento en particular, los dineros o los fondos se liberan. Lo mismo ocurriría al momento de vender un automóvil y otras situaciones, en las que todo se podría programar.

“En ese caso, hasta que no aparezca mi nombre en el registro automotor como propietario de ese auto, no se liberan los fondos para la otra persona, por lo tanto no se podría detener esa transacción. Inmediatamente los fondos se pasarían a esa persona y el contrato no se podría detener, porque ya está todo dentro de la red y no tengo cómo parar todos los nodos que la componen”, desarrolla Vera, afirmando que en ese sentido la Web 3.0 es mucho más segura que lo que conocemos hoy en día.

Según comenta, eso ya existe hoy en día en los bancos de forma centralizada, pero ese nuevo concepto permitiría llevar estas herramientas a la nube, sin necesitar a ninguna institución que sea intermediaria.

Riesgos y exposición

Lo que hace segura la Web 3.0 es que está masificada y que nadie tenga el control. Pero el gran problema es cuando existen grandes intereses, sean de Gobiernos o hackers o gente con un amplio poder adquisitivo, y que puedan comprar la suficiente cantidad de nodos como para tener el control. Ese es el primer riesgo, dice Vera, y hay que lograr tener una red lo suficientemente homogénea como para que el poder de los nodos esté tan bien distribuido, que cuando se haga “una votación o alguien quiera decir algo, puedan opinar sin tener un sesgo o que los estén manipulando”.

Otro de los riesgos en la Web 3.0 es uno más tecnológico y que tienen todas las bases de datos del planeta, como lo es el teorema CAP -de Consistencia, Disponibilidad y Partición, por sus siglas en inglés-. Para explicarlo, hay que entender que blockchain no es más que una base datos gigantesca y que abarca a todo el planeta.

Ahora, si se minimiza esa base de datos y esta constara de dos nodos, al momento de escribir algo en uno de ellos debería reflejarse inmediatamente en el otro en tiempo real y ser consistentes. Si se revisan ambos nodos en cualquier momento, ambos debiesen tener la misma información, sin importar que uno, por ejemplo, se cayera y debe procurar estar siempre disponible. Y cada uno de estos, sean dos o millones de particiones, tienen algo que los interconecta. “Si se corta ese cable y no puedo acceder al nodo, no puede ocurrir que no le llegue comunicación al otro”, dice Vera.

El blockchain está cambiando la forma en la que hacemos las cosas y la tecnología es algo que, definitivamente, llegó para quedarse. Muchas de estas implementaciones están siendo ya utilizadas y en muchos la ciudadanía no se está dando por enterada.

Por ejemplo, desde Chile se realizan remesas a países como Venezuela o Argentina, pero a veces los usuarios no saben que los servicios que utilizan tienen por detrás esta tecnología. A diferencia de transferencias que se realizan a través de instituciones financieras tradicionales, por ejemplo, estas están libres de cargo y son más seguras, al no haber impuestos de por medio.

La Web 3.0 cambiará para siempre la generación de contenido y la forma en la que podemos validar si un contenido es real o falso. Además, al ser una gran base de datos unida alrededor de todo el mundo, e podrá identificar las fuentes originales de las noticias, contenido, fotos o todo tipo de documentos. Sumará también un lugar de ejecución de contratos y que algunos vaticinan cambiará de aquí a unos seis años cómo se hacen las cosas, cómo formamos documentos, leemos las noticias y validamos la información.

“Existirá una mayor confianza, con la capacidad de identificar la primera vez y la fuente desde dónde se produjo esa información: los ciudadanos tendremos más seguridad de los datos que estamos consumiendo y de las acciones que estamos ejecutando”, dice Tomás Vera, dice el ejecutivo de Zenta Group.

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