El explosivo aumento del uso de las redes sociales en Chile durante 2020

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ILUSTRACIÓN: VERÓNICA CALDERÓN

Estudios y expertos analizan cómo el aumento de las horas en internet y en Twitter, Facebook, Instagram y TikTok han crecido durante la pandemia, aumentado las fake news y la polarización, pero también contribuyendo al estrés de las personas.


Al revisar la configuración de la batería de mi celular, noto que en los últimos 10 días destiné treinta horas y 39 minutos a usar Instagram, casi 15 a Twitter y 11 a TikTok. Es decir, de 10 días, paso casi dos y medio en redes sociales, viendo historias, leyendo tweets o descargando tiktoks para enviarlos por WhatsApp a quienes no usan la aplicación.

No soy el único que incrementó sus horas de exposición frente a la pantalla. De acuerdo a un estudio de la consultora Criteria, el uso promedio semanal pasó de 18 horas a 22 una vez decretado el confinamiento en Chile. Además, según un estudio de Statista, el número de publicaciones realizadas en redes sociales en el país creció un 53% en marzo de 2020 con respecto al mismo mes del año pasado. El país se posicionó en el primer lugar en el uso de redes sociales en Latinoamérica.

El psicólogo y presidente de la fundación SerDigital, Miguel Arias, estima que el aumento del uso de internet en el país durante la pandemia ha sido de entre un 180 y un 200%, e incluye el teletrabajo, clases online y redes sociales. Arias explica que la sobreexposición ha generado que la población se sienta estresada y ansiosa, aunque la gente tiende a considerar que solo está angustiada o cansada.

El investigador del Social Listening Lab de la Universidad Católica, Claudio Villegas, considera que todas las redes sociales han cambiado un poco durante la pandemia, aunque algunas más que otras. TikTok, app china que permite subir videos interactivos de hasta un minuto de duración, se masificó fuertemente. Se estima que alcanza los tres millones de usuarios en el país. Otras redes, que ya tenían un uso expandido en Chile variaron su contenido.

Villegas afirma que, por ejemplo, Instagram se volvió mucho más político de lo que era y se ha acercado al uso que tiene Twitter. Desde antes de la pandemia, Facebook dejaba de ser una plataforma de uso personal para transformarse en una grupal. “Ahora no se suben fotos, sino que se participa de espacios de discusión, que durante la pandemia han tendido a generar micro consenso ideológicos, de personas muy parecidas entre sí”, sostiene.

Por su parte, Twitter ha entrado en mayor tensión. Arias considera que desde 2016, la plataforma se caracteriza por ser una red social hostil, pero que a partir del 18 de octubre del año pasado, se ha hecho más pesada y politizada en comparación a las demás redes. Villegas destaca que, durante la pandemia, en Twitter se han posicionado nuevos actores, como científicos de datos, gente que comparte gráficos y que critica o cuestiona los datos del gobierno con evidencia.

Ad portas del plebiscito del 25 de octubre, la red social del pájaro celeste es particularmente difícil. “Hoy día, si tú votas A eres idiota. Si votas B, eres idiota. Eso pasa en las redes sociales y es súper complejo, es una involución”, propone Arias. El psicólogo advierte que lo que la población opina en redes sociales sobre las elecciones tiene una especial influencia en aquellos individuos indecisos sobre su voto.

Instagram y TikTok han servido para que la gente pueda escapar del bombardeo de información que encuentra en redes como WhatsApp, Facebook y Twitter. Miguel Arias sostiene que, en general, ha ocurrido una explosión de contenido digital, que ha logrado que se encuentre contenido más variado. Por ejemplo, profesores, psicólogos, nutricionistas y médicos han creado cuentas de TikTok o Instagram para subir contenido lúdico sobre sus respectivas áreas. La pandemia también ha facilitado que las personas se atrevan en mayor medida a transmitir en vivo en distintas plataformas.

Los riesgos de estar hiperconectados

Problemas como dolor de cuello, de cabeza, espalda e incluso en los dedos en los más pequeños son algunas de las consecuencias físicas del aumento en el número de horas que se destina a usar redes sociales. Miguel Arias explica que cuando se está hiperconectado, se deja de lado el bienestar físico, por lo que recomienda instalar pausas activas en las jornadas, para hacer ejercicios, caminar o hacer yoga,  y de esta forma recuperar el equilibrio que se ha quebrado durante la pandemia.

El doctor Jaime Santander, profesor del Departamento de Psiquiatría de la Escuela de Medicina de la Universidad Católica, explica que en los últimos meses las redes sociales compiten con el espacio laboral o académico incluso más que antes, pues las personas tienen abiertas pestañas para trabajar y para conectarse con otros de forma simultánea.

Bajo las condiciones del teletrabajo o la teleeducación, Santander considera que las posibilidades de abuso y dependencia de redes sociales se incrementa, pues no hay límites definidos el espacio virtual se mezcla con el personal o doméstico. “La redes sociales tienen una dinámica que favorece la dependencia, el estar a la espera de la respuesta del otro, si llega un mensaje o un like”, sostiene.

Además, el estar expuestos a un bombardeo de información en las distintas redes sociales podría provocar estrés y angustia, pues se reiteran y comparten las noticias sobre la crisis. “Hoy día hay cada vez más disponibilidad de noticias, comentarios y mucha gente comparte más esos espacios. Esto provoca que la población se inmiscuya y esté con una cuota de demanda emocional y estrés por esa causa”, explica Santander.

Pasar por períodos de crisis, tal como lo es la pandemia, ayuda a que proliferen más fake news, según explica Villegas. Él sostiene que cuando una persona se siente en peligro, el cerebro tiende a refugiarse en aquello que tiene interiorizado y logra que se juzgue más fuertemente lo que no se parece a uno, porque se estaría en riesgo de aceptar ideas o acciones que podrían causar daño.

Claudio Villegas considera que durante los últimos siete meses las organizaciones políticas que tienen una presencia importante en redes han generado un perfeccionamiento de su acción política digital. Es decir, no solo difunden ideas, sino que implementan estrategias para posicionar determinados discursos o sensaciones de amenazas que no necesariamente son ciertas. “El problema mayor es cuando las noticias no son evidentemente falsas, sino que es una especie de recorte de la realidad a la conveniencia del actor que la está difundiendo”, afirma.

A días del plebiscito, que un post haga alusión a alguna de las opciones de voto, influye en la recepción que tiene en las redes sociales. “Que te pongan #Apruebo, #Rechazo, me hace más proclive a creerlo dependiendo de lo que voto y a creer cualquier cosa que venga de aquellos con lo que yo comparto límites sociales”, cierra el investigador.

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