Resiliencia digital para las personas

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Habilidades digitales específicas como programación, ciberseguridad o análisis de datos aumentarán fuertemente su demanda, que ya es significativa en Chile.


La crisis del Covid-19 ya muestra sus consecuencias en el mercado laboral. Junto a la caída de la actividad económica, se anticipa un crecimiento del desempleo que podría llegar a dos dígitos, hacia fines de 2020. Algunos de estos empleos se recuperarán después de la crisis, pero muchos desaparecerán o se transformarán radicalmente, como resultado de la sustitución por tecnologías digitales o por cambios profundos en la organización del trabajo. El grupo de personas afectado incluye al sector menos menos calificado, cuya fuente laboral está en servicios básicos, comercio, turismo y otros ámbitos que requieren presencialidad y, por cierto, clientes. En su mayoría se trata de empleos rutinarios y de baja complejidad. Aproximadamente, millones de chilenos están en esta condición. Pero habrá también un porcentaje importante de egresados de educación superior, con o sin título, que perderán su empleo. Para estos grupos se inicia un proceso complejo de adaptación, con costos sociales y personales altos, y en que las personas requerirán todo el apoyo posible para reducir los tiempos de búsqueda de empleo. Los empleadores muy probablemente buscarán trabajadores con habilidades para enfrentar situaciones complejas, tomar decisiones, construir relaciones colaborativas y, además, con habilidades digitales que, cómo mínimo, le permitan participar en reuniones virtuales. Habilidades digitales específicas como programación, ciberseguridad o análisis de datos aumentarán fuertemente su demanda, que ya es significativa en Chile. En el caso de las pymes que logren superar la crisis, sin duda alguna requerirán revisar profundamente sus "modelos de negocio", debiendo incorporar a la producción, distribución y comercialización de sus bienes y servicios tecnologías digitales ya ampliamente disponibles. En un momento en que el gasto público y las donaciones de empresas y sus asociaciones se concentran en insumos para enfrentar las tareas sanitarias inmediatas, parece oportuno desde ya levantar la mirada y considerar otras inversiones complementarias. El sentido de urgencia viene dado por el aumento del riesgo social derivado de la obsolescencia de las habilidades y conocimientos a los que estará expuesta un porcentaje alto de la fuerza laboral, cuente o no con títulos. Invertir en fortalecer capital humano, en entrenar y reconvertir a las personas que enfrentarán las situaciones descritas debe, por tanto, ser parte del paquete de medidas de protección social que ofrece el Estado. Para ello resulta crítico movilizar un ecosistema donde la colaboración público-privada es crítica. Actualmente solo el 12% de los trabajadores con calificaciones medias accede a entrenamiento y la cifra alcanza el 8% en menor calificación. Resulta crítico movilizar un ecosistema público – privado que actué con prontitud y decisión. Una respuesta es el programa Talento Digital para que prepara a las personas para oficios de entrada en el mundo digital. Un vendedor de retail puede transformarse en un programador full stack, un diseñador gráfico en un profesional que diseña experiencias digitales. La demanda por acceder a Talento Digital ha crecido, aún en un escenario de crisis social, sanitaria y económica como la que vivimos hoy. Ello refleja su pertinencia como política activa de empleo, y muestra un ejemplo de lo que debiera ser un esfuerzo masivo de reconversión laboral, sintonizado con la transformación digital. Invertir en desarrollo de habilidades digitales es parte de la solución para una reinserción laboral robusta post Covid-19. * Columna escrita en colaboración con Hernán Araneda (Fundación Chile)

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