Cómo se organizó la versión más digitalizada de Santiago a Mil
Con obras grabadas, otras en diferido, además de radioteatro y TV abierta, la nueva edición del festival cultural más importante del verano tendrá montajes y eventos hasta fin de mes. Organizadores y actores cuentan cómo fue el desafío de digitalizarlo.
Tras la pandemia, no solo los actores tuvieron que reinventarse, sino también los organizadores de los principales eventos teatrales de la escena nacional. El pasado domingo 4 comenzó una nueva versión del Festival Internacional Santiago a Mil, que tendrá su primera edición en clave híbrida y que culminará el 31 de enero.
Con alrededor de 150 espectáculos, su inicio fue con el nuevo montaje de “31 minutos”, además de un radioteatro en internet y proyecciones de luz en Maipú, que se trasladarán a distintas partes del país en los próximos días. Esta vez, las presentaciones, que en ocasiones pasadas se tomaron diferentes ciudades de Chile, estarán algunas grabadas y en formato digital.
Carmen Romero, directora ejecutiva de la Fundación Teatro a Mil, afirma que, una vez iniciada la cuarentena en la capital en 2020, se decidieron a realizar un evento distinto a los anteriores. “Nuestro festival se redefinió y lo digital, si bien habíamos presentado espectáculos que lo incorporaban en escena, no era algo que tuviésemos contemplado para su desarrollo”, comenta la ejecutiva.
El formato híbrido, explica, quiere decir que se podrán realizar actividades presenciales, siempre y cuando la zona en la que se haya decidido realizar un evento esté en una fase del plan Paso a Paso que así lo permita. Añade que, en paralelo, se encontrarán obras teatrales en el sitio web del certamen, realizarán radioteatros gratuitos en el mismo sitio y en radio comunales, y transmisiones especiales por televisión.
La obra “31 Minutos: don Quijote”, fue la encargada de abrir la edición de Santiago a Mil -emitida por TVN-, dedicada al aniversario 18 del fallecimiento del actor y director Andrés Pérez y este sábado 9 debuta, a través de La Red, un programa especial para “acercar al público al teatro y entender qué hay detrás de cada obra”. A cargo del proyecto de cuatro capítulos están Pablo Herrera y José Tomás Correa, quienes realizaron “Réquiem de Chile”.
“Nuestro gran centro es esto y los diversos proyectos los hacemos para que todos tengamos mayor acceso a las artes. En pandemia hemos aportado por llegar a más gente, por eso hemos sumado radioteatro y televisión con la idea de democratizar el acceso a las artes”, justifica Carmen Romero.
En el ámbito de las producciones, como se proyectarán obras grabadas, la ejecutiva explica que estuvieron durante el año pasado optimizando su sitio y mejorando la interfaz. “Fue lo primero que hicimos una vez iniciada la cuarentena, poner de nuestra plataforma TeatroAMil.TV a disposición de la gente, para decir que habían actividades que se podían ver ahí, y entendimos que esta forma de ver contenido llegó para quedarse”, afirma Romero.
Buscando el equilibrio
Para las proyecciones de Santiago a Mil, utilizan el sistema Vimeo OTT, para facilitar acceso y usabilidad de usuarios con sistema de suscripción. Además, les permite tener un máximo estimado de 30 mil personas conectadas en simultáneo, y así el sitio no genere un error generalizado. La estabilidad de la página es primordial, puesto que también proyectarán diversos montajes internacionales en diferido y otras en vivo, como “Alicia a través del espejo”, desde el Theatre de la Ville, el sábado 9 de enero. A estas producciones se suman alrededor de 12 iniciativas realizadas por Zoom, que serán transmitidas en vivo y que consideran ficciones, entrevistas, conversatorios y perfomances.
“No podemos tener pérdidas este año, porque no tenemos cómo responder, entonces lo que buscamos es tener un equilibrio”, dice Carmen Romero. “Este año vamos a tener menos ingresos, eso es evidente, porque no tenemos la capacidad de taquilla de antes. Además, nuestro financiamiento es público y privado, y en lo público están los Municipios. Hoy, algunos no tienen presupuesto para el área de Cultura, entonces es complejo el financiamiento. Por eso peleamos tanto para que no se nos recortara de la glosa presupuestaria ningún peso, porque lo que se nos recorta redunda en programación”, comenta la ejecutiva quien añade que gracias a Escondida/BHP nuevamente lograron el financiamiento para la edición de Santiago y Antofagasta a Mil.
A diferencia como lo hace, por ejemplo, un autocine, la directora ejecutiva de la Fundación Teatro a Mil comenta que los derechos de proyección de las producciones grabadas tienen un valor que no es fijo y depende de cada una. “No son por proyección, sino por todo el mes. Y es súper variable, porque hay algunas funciones que haremos por menos tiempo: hay obras que solo estarán por tres días, otras todo el mes y algunas son gratuitas y otras pagadas”, plantea Romero.
Además, hay compañías que solicitaron a la organización de Santiago a Mil la restricción de la transmisión de sus producciones en determinados sectores geográficos. Por ejemplo, “Hamlet/Collage”, del director canadiense Robert Lepage, puede verse solo en Argentina, Chile, Bolivia y Perú. Y “Blanche Neige”, del francés Angelin Preljocaj, solo en el territorio nacional, entre otros.
Obras digitales
Paola Irún, directora y actriz paraguaya, había recién estrenado “Nombre” cuando, en su país, comenzó el confinamiento por la llegada del COVID-19. Desde eso, la primera semana de marzo, no ha vuelto a presentar su producción, que cuenta cuatro historias entrelazadas por la trata humana al interior de Paraguay.
“La obra tiene un sinnúmero de particularidades, partiendo por que el público está muy cerca. Prácticamente los actores están a menos de un metro de la audiencia. Entonces, ni siquiera ahora, con todos los protocolos de seguridad, podríamos haberla hecho. Además, la historia fue creada en base al espacio en el que se presentó originalmente”, comenta Irún, al teléfono desde Asunción.
A fines de septiembre pasado la contactó una curadora argentina, así hizo el nexo con Santiago a Mil y el registro de “Nombre” recién comenzó en octubre. Irún afirma que, a pesar de ser el mismo proyecto “es como que ahora fuera otra obra, es un experimento y otro producto”. La grabación fue realizada en el mismo espacio en el que se presentó originalmente, en El Agujero Vysoka, y fue “todo complejo, porque la obra tiene harta gente, el espacio tiene dos pisos, varias entradas y salidas, el exterior y el interior y todo pasa al mismo tiempo. Entonces, nos preguntamos si poníamos 20 cámaras o creábamos otra forma de grabar este nuevo experimento”.
Para la grabación, y que se podrá ver entre el 17 y 24 de enero en el sitio web de Santiago a Mil, utilizaron cinco cámaras en el espacio –tres en mano y dos fijas–, a las que luego sumaron una GoPro y un celular. El registro, afirma, tendría un valor cercano a los US$10 mil, pero parte del costo está financiado con el Fondo Nacional de la Cultura y Las Artes de Paraguay.
“A las cámaras y actores se suma el equipo de audio, edición y posproducción, que está trabajando ahora mismo, porque es como hacer una película, que se hace en meses o años, pero nosotros lo hacemos ahora y a contrarreloj”, dice Irún. La también dramaturga añade que, cuando comenzó la pandemia y vio que se realizaban montajes por internet, “tuve unas semanas de shock e inmovibilidad, pero hay que crear con las herramientas que se tienen a mano y, sin son internet, cámaras y Zoom, que así sea”.
Uno de los proyectos que impulsó la fundación este año, y por el cual invirtió dado que “es importante que los realizadores sigan produciendo contenido”, fue “Territorios creativos”. La iniciativa busca apoyar la escena en el periodo pospandemia y así levantaron proyectos en las distintas regiones de Chile, con apoyo, financiamiento y tutorías de expertos en el área.
Uno de ellos, “Almagesto, la luz de las estrellas”, del Colectivo Teatral Vitebolíc, recién se registró la primera semana de diciembre. “A fines de julio me avisaron y, en ese momento, dije que no, porque hacerlo de manera presencial lo veía como algo súper lejano”, dice la directora Pamela Meneses, de Antofagasta. El proyecto mutó y quedó como uno audiovisual, que une tres monólogos de tres mujeres en un solo producto.
Los ensayos de la producción, que se verá de forma gratuita en Santiago a Mil hasta el 30 de enero, se realizaron durante dos meses a través de Zoom y las tres actrices, junto a la directora y dramaturga, se vieron recién el primer día de grabación. “La iniciativa en sí le hace muy bien a las regiones, porque permiten visibilizar a los artistas que no tienen auspicios para mostrarse, e igual es costoso salir de la región para ir a Santiago”, comenta Meneses, quien ya se había presentado en Santiago a Mil, pero como parte del elenco de la compañía de teatro de la Universidad de Antofagasta.
“Es potente, porque como está grabado en locaciones que nosotros elegimos, permite que los creadores y artistas mostremos lo que nos identifica como región hacia todo Chile. El paisaje, costumbres, forma de ser e incluso lo que nos está pasando ahora”, afirma la directora, y luego añade: “Hicimos todo en un tiempo súper acotado, por las lucas y todo lo que eso significaba”.
Los costos de una grabación
Según comenta Carmen Romero, la media para realizar un registro es de $3 millones. “Eso es solo grabar una obra de teatro a dos personas o que quieras grabar a tres cámaras. Y falta todo lo demás, porque la obra misma tiene sus costos y eso no lo recuperas por taquilla. El teatro jamás se recupera por taquilla”, reflexiona la ejecutiva. En ese sentido, dice que una de las ventajas es que, al ser el evento realizado en línea, el público potencial ha incrementado.
“Hoy en día la audiencia se expandió porque ya no solo se puede ver en Chile, sino en otros países de Latinoamérica. Puede ser mucho más el público, pero igual así no se recuperan los costos”, plantea Romero sobre esta versión de Santiago a Mil. Si bien en un inicio analizaban la posibilidad de incluir sistema PayPal para adquirir entradas desde el extranjero, estas se pueden comprar con tarjeta de crédito convencional.
Uno de los casos que destacó en pandemia fue “Yorick, la historia de Hamlet”, protagonizada por Francisco Reyes. Montada por primera vez en 2014 como un unipersonal, y que incluso lo llevó a formar parte de anteriores ediciones de Santiago a Mil, mutó a una nueva versión digital y que cambia completamente lo viste anteriormente. De ver a un Reyes desplazándose sobre un escenario, pasó a actuar frente a una cámara y encarnar otros personajes con figuras de plastilina. Un experimento que él mismo explica no podría haberse realizado en vivo a través de Zoom u otra plataforma, debido a detalles como la musicalización. “Por cosas como esas, que implican mayor producción y coordinación, no se puede hacer en directo”, plantea el actor.
Sobre la idea que las obras grabadas no son teatro como sí lo son los montajes presenciales, dice que “no llamaría a esto teatro, pero no por descalificarlo, sino porque ciertamente es otra forma de comunicación. Es lo que estamos viviendo hoy día, y hay ahí actores e historias y un medio de transmisión que, si bien no es presencial, se está haciendo con el lenguaje que puede ser y es válido”, reconoce. Además, afirma que “si no tuviéramos la pandemia, sin duda no existirían estas fórmulas, porque estaría el teatro presencial como siempre ha sido”, y reconoce que la situación actual “ha permitido llegar con estas historias a lugares sumamente remotos y a gente que nunca ha tenido la posibilidad de aproximarse a una sala de teatro”.
El registro de “Yorick...”, afirma Reyes, no tuvo costos porque fue realizado en familia. Su hija Elisa, comunicadora audiovisual, lo ayudó con la grabación e Ismael, artista plástico, hizo las figuras de plasticina. La dramaturgia es de 2014, de su hijo Simón, y la musicalización es de su hija Rocío. El video, grabado a fines de julio del año pasado, tiene también la participación del actor José Soza, en imágenes al aire libre, interpretando a uno de los comediantes del libreto que sigue la historia de Hamlet, y se podrá ver gratuitamente en Santiago a Mil entre el 18 y 20 de enero en teatroamil.tv.
La propuesta, de él solo frente a la cámara, es una respuesta a los otros montajes nacidos en este periodo de cuarentena, que han sido en clave de videoconferencias. “Me parecía que los otros espectáculos que había visto hasta ahora carecían de eso, de la intimidad con la cámara. Era difícil meterse en las obras que contaban. Había algunas más divertidas que otras, pero costaba llegar a la emoción”, dice Reyes, también parte del directorio de Teatro a Mil.
Los tickets de Santiago a Mil
Las entradas para cada espectáculo, que contemplan desde obras de teatro, un documental de Laurie Anderson, ballet, conciertos, ópera y una retrospectiva a la artista serbia Marina Abramovic, van entre los $3 mil y $10 mil. Los tickets, que se pueden adquirir en el sitio del certamen, santiagoamil.cl y donde también hay un pase mensual por $16 mil, tienen un 30% de descuento para clientes de BancoEstado.
Presentaciones en vivo, como “Uncanny Valley”, de Rimini Protokoll y que se realizará hasta el 14 de este mes en el Centro Cultural Gabriela Mistral, van desde los $10.171 hasta los $12.714. Otros, como la intervención urbana “Remote Santiago”, también de Protokoll, que ya se pudo ver en la edición 2015 de Santiago a Mil y que se realizará en el frontis del Cementerio General hasta el 29 de enero, tiene valores que van desde los $5.933 hasta los $7.417.
El “Concierto para ovnis” se realizará de forma gratuita en el Parque Bicentenario de Cerrillos, entre el 19 y 21 de enero, a las 21:30 horas. Se suman otras iniciativas, en regiones, que podrán realizarse según la etapa de cada comuna. Las obras digitales de Santiago a Mil tienen valores que van desde los $1.060, hasta los $6.357.
Este evento, que reunió en el Teatro Municipal de esa ciudad a expositores de distintas soluciones tecnológicas -entre ellos, Kinesix VR, Zeus y Huawei, partners de Claro empresas- fue también el punto de partida para la nueva Corporación de Innovación y Desarrollo Sostenible de la Ciudad Jardín.
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