Sensores en campos y bodegas: cómo se pone en marcha la viticultura del futuro

Un pequeño aparato sobre la tierra o en medio de las parras puede evitar que se pierda una producción completa de vino. La calidad del fruto es esencial para recibir en cada copa una excelente calidad y así lo han entendido en la industria que día a día se prepara para enfrentar los desafíos de la digitalización en sus métodos productivos, gracias al IoT.


La agricultura de precisión se ha enfocado fuertemente en avanzar hacia cultivos más especializados y desafiantes. Un ejemplo de ello son los viñedos. Maximiliano Morales, ingeniero agrónomo y consultor de proyectos AgTech-WineTech de

, explica que en teoría el Internet de las cosas  (IoT) es una de las principales herramientas en esta función. “Se la llama IoT a todo lo que se puede hacer a través de internet, pero en Chile esto se aplica a través de una banda normal, mientras que en industrias más desarrolladas se utiliza el sistema LoRaWAN, que es una especie de red similar al wifi, pero con mayor estabilidad, ya que, por ejemplo, continúa funcionando pese a cortes de luz”, explica Morales. Por tanto, lo que se ocupa realmente en el país -generalmente- es el internet proveniente de compañías especialistas en telecomunicaciones. El ingeniero agrónomo, que se ha especializado en asesorar viñas, dice que las viñas que desean acercarse al internet de las cosas lo hacen para ser minuciosos en sus procesos productivos, evitando de esta forma prevenir a tiempo algunos errores que pueden afectar a toda la producción. “Una de las mejores herramientas es la sensorización de cada espacio, ya que esto les permite evaluar desde la uva hasta que el embotellado, permitiendo que el consumidor tenga un vino perfecto en cada copa. La sensorización da paso a evaluar parámetros como la temperatura, la oscilación térmica, la humedad, entre otros tantos, que permiten subir a la nube una gran cantidad de datos que son interpretados por los ingenieros agrónomos-enólogos”. Estos sensores, comenta, se colocan tanto en los campos como en las bodegas y los procesos son distintos en vinos blancos y tintos. Maximiliano Morales explica que las viñas pretenden automatizar la recolección de datos, usando paquetes de banda ancha más rápida porque la información que recolectan en tiempo real permite que que con sólo un SMS se puedan definir acciones inmediatas sobre cada proceso. En

, por ejemplo, crearon en el año 2014 un Centro de Investigación e Innovación que investiga utilizando IoT cómo es posible mejorar las características de la uva y el vino. Daniel Durán, gerente de Tecnologías de la Información (TI) de la compañía, comenta que comenzaron a introducir el uso de esta herramienta aproximadamente dos años después de la creación del centro, asociándose al Departamento de Viticultura y Enología de la Universidad de California, en Estados Unidos. “Esto fue al principio, cuando intentamos avanzar en transferir los conocimientos y aplicarlos en cada etapa de nuestras investigaciones para replicar las capacidades extranjeras en Chile”, explica Durán. El IoT permitió a Concha y Toro resolver varias problemáticas emanadas desde distintas áreas. Por ejemplo, dice Durán, “permite medir el vigor de un racimo de uva o medir cómo va madurando en el tiempo la uva. También nos deja evaluar la calidad de estas para entender rápidamente si hay que tomar medidas en determinadas áreas o locaciones de los fundos para tener una mejor vendimia o alcanzar una mejor calidad de la uva y posteriormente del vino”. Esta tecnología, comenta el gerente de Tecnologías de la Información de Concha y Toro, permite agilizar procesos manuales a través de la automatización que cumple con liberar tiempos del equipo humano para que centren sus capacidades en asuntos específicos. José Cuevas, líder del Centro de Investigación e Innovación de la misma viña, explica que todo lo que han implementado hasta ahora son proyectos piloto que posteriormente pasarán a una evaluación económica para verificar su rentabilidad. “Uno de los objetivos de nuestro centro es apoyar el área agrícola y la enología que son el corazón productivo de Concha y Toro. El método científico nos permite probar de manera rigurosa la pertinencia de estas tecnologías que trabajamos en conjunto con el área de TI para alear el IoT con otros componentes muy importantes como la conectividad, el funcionamiento de la red y los datos en la nube”. El ensayo y error ha sido clave en este proceso productivo, pues -según dice Daniel Durán- no existen sensores específicamente diseñados para las viñas, por lo que es necesario probar diferentes opciones hasta dar con el producto más eficiente. “Cuando damos con el sensor adecuado lo llevamos a procesos productivos industriales. Muchas veces estos sensores provienen de la industria frutal, petrolera o hasta de la minería, que son áreas más avanzadas”. Una de las mayores dificultades, dice Durán, es que el IoT sí resuelve problemas y resulta efectivo, pero su costo es altísimo, por lo que la implementación masiva no se podría aplicar por el momento. Es por este motivo que deciden aplicarlo en áreas estratégicas. Sin embargo, ambos comentan que la viña también ha implementado otras tecnologías como el uso de drones que fotografían los campos para ayudar en la medición de la madurez del fruto.

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Perder el miedo

Cristian Vallejo, enólogo jefe de

, detalla que los sensores instalados en la viña le permiten manejar todo a través desde su teléfono computador y constantemente está siendo notificado a través de mensajes de texto sobre lo que ocurre en el campo y en las bodegas. “Por ejemplo, en el campo ocupamos el sistema Zim, inventado en Alemania, que son sondas que se colocan en las hojas de la parra y monitorean la humedad de la planta. Cuando los datos indican que falta agua, manda un mensaje a la nube y esto genera una alarma nos notifica a través de SMS. Al ver esto podemos identificar dónde hay que regar y desde el computador o nuestros celulares podemos dar la orden de que comience el riego”, explica. Sin embargo, Vallejo es claro al detallar que no siempre la orden del sensor es la muestra de la realidad, ya que estos son más bien un complemento del trabajo ya que con cada alarma los trabajadores de la viña van directo al lugar donde se ha generado el problema para evaluar en terreno qué acciones tomar. “De repente pasa un tractor y te bota la sonda, entonces no era realmente que faltara agua, sino que la herramienta se salió de su lugar”, ejemplifica. Tanto en la implementación de Vik como en los modelos experimentales de Concha y Toro, las alarmas son similares al beneficio de viajar en el tiempo ya que ayudan en la toma de decisiones al comunicar -por ejemplo- falencias, antes de que los errores crezcan a gran escala y afecten la producción. “La sensorización es un proceso que permite hacer seguimiento y ahí radica su riqueza y necesidad”, menciona Morales, de Andes Wines, haciendo énfasis en que “es clave migrar hacia el IoT en la industria del vino porque pequeños factores como la temperatura pueden hacer que cometas un error garrafal. Eso antes se sabía, pero la agricultura de precisión te permite tener una hoja de ruta entre la uva y la botella, dejando que sepas dónde tienes que mejorar tus protocolos”. En las bodegas de Vik, cuenta Vallejo, “tenemos un software que, instalado en el computador, nos deja seguir las temperaturas y tomar la decisión de enfriar o calentar una cuba de vino de manera remota”. Esto se debe al proceso de remontaje, que -en el caso de los vinos tintos, es lo que le da el color al líquido, además del aroma y todas sus especiales características asociadas. Al respecto, señala: “Para lograr esto el jugo de la uva debe pasar por la piel del fruto, por lo que cuando empieza a fermentar y se produce el gas carbónico, la piel queda en la parte superior de la cuba y el líquido en la inferior. Para hacer que el líquido pase por esta cáscara, se hacen de uno a seis remontajes diarios que se logran mediante el control de la temperatura. Entonces puedo programar que la cuba se mantenga siempre a 28ºC, por ejemplo, haciendo que se enfríe o se caliente cada vez que noto una variación”. La tecnología en la agricultura de precisión, explican Durán y Cuevas, en ningún caso busca reemplazar a los trabajadores y esto es lo más importante de explicar debido a que muchas personas temen ser reemplazados por los avances que día a día observan en las viñas. Durán menciona que ante esto la comunicación es fundamental porque “si no comunicamos, la gente se queda con la percepción de que su trabajo quedará obsoleto, pero esto no es así porque incluso mejoran sus condiciones de trabajo”. José Cuevas, líder del Centro de Investigación e Innovación de Concha y Toro, recuerda un caso: “Una vez una señora me miró de reojo, con un poco de recelo y me preguntó cuando estaba probando un sensor de densidad en el estanque que si ella iba a perder su trabajo. Le expliqué que no, que al contrario porque le iba a facilitar sus labores ya que iba a poder hacer lo mismo que ahora, pero monitoreando todo desde un computador. Ahí perdió el miedo”. La capacitación en estos casos es clave, por lo mismo, dice el gerente de Tecnologías de la Información de Concha y Toro, cada programa es fácil de entender para los trabajadores. “Son tecnologías simples y nos hemos enfocados en que sean fáciles de usar. Sólo una de nuestras grandes bodegas puede tener en promedio 150 estanques de vino, por lo que la simpleza es la clave para que todos podamos tomar buenas decisiones ante tecnologías tan avanzadas que complementan nuestras funciones”.

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