Tinder cumple 10 años: una idea que revolucionó las apps de citas
Con más de 500 millones de descargas y una valorización estimada en US$42.000 millones, la compañía enfrenta un presente de reordenamiento, con metas económicas no logradas post confinamientos por Covid y cambios en la dirección ejecutiva. Aquí, algunas historias de match que terminaron en matrimonio y cómo la app cambió el modo de relacionarnos.
Cuando Belén Fuenzalida bajó Tinder, en 2015, no estaba buscando un marido, pero lo encontró. En ese entonces, esta abogada de 31 años estudiaba para su examen de grado y tenía ganas de conocer gente nueva, ya que había llegado a Chile desde Venezuela seis años antes y su vida social se limitaba casi exclusivamente a la que tenía con sus amigos de la universidad.
Belén llevaba usando la app cerca de dos meses, e incluso había concretado una cita presencial que no había prosperado, cuando hizo match con Alexander, un prevencionista de riesgos inglés que llevaba nueve meses viviendo en Chile.
Belén y Alexander comenzaron a chatear y rápidamente fueron descubriendo que eran parecidos. Hablaron de sus trabajos, de las cosas que les hacían reír, lo que les gustaba hacer en sus fines de semana e incluso de algunos valores familiares que compartían.
“Mientras más íbamos hablando, nos dábamos cuenta de que había muchas cosas en común, a pesar de ser de culturas totalmente distintas y por eso me animé a decir: ‘Vamos a ver qué tal esto’”, recuerda Belén.
A pesar de eso y de la química que tenían, pasaron un par de meses antes de que se conocieran en persona, aunque siguieron chateando regularmente. Su primera cita fue en un restaurante y fue ahí cuando Belén se dio cuenta de que había una conexión especial.
“Seguimos saliendo. Nos quedábamos hablando hasta las 5 de la mañana tomando un trago, fuimos a hacer go karting. Pasamos muchos días juntos, a pesar de que él tenía otra familia que venía de un matrimonio anterior. Me fui a vivir con él después de tres meses de haberlo conocido y nos casamos en 2019, así que llevamos siete años de conocernos”, resume Belén.
Cambiando el juego
El match que hicieron Belén y Alexander es uno de los más de 70 mil millones que registra Tinder en sus 10 años de historia. La app fue creada por el estadounidense Sean Rad junto a varios colaboradores y fue lanzada oficialmente en septiembre de 2012, teniendo como público objetivo en un principio a universidades norteamericanas.
A los largo de esta década de historia, la app ha ido creciendo, permitiendo distintos tipos de suscripciones e implementando nuevas herramientas, aunque su base sigue siendo la misma: un servicio de citas que une a gente desconocida.
Disponible en 190 países y en más de 40 lenguajes, Tinder cuenta con más de 500 millones de descargas y asoma como una de las pruebas irrefutables de que la tecnología también ha cambiado también la vida amorosa de las personas.
“Nunca pensé que iba a conocer a alguien que me gustara tanto por Tinder, pero creo que también cuando es una cosa virtual pasa algo que no sé si pasa cuando estás al frente de una persona las primeras veces y es que las personas pueden ser más honestas respecto a lo que son, sienten o piensan... o también muy falsas, son los dos extremos”, opina Belén Fuenzalida.
En la misma línea, la psicóloga Caroll Bergenfreid, Directora y Fundadora del Centro Psicológico Lazos y Nexos, explica que lo complicado de estas apps es que cada usuario elige la imagen que quiere proyectar.
“Incita a que los seres humanos nos relacionemos a través de un concepto, más que de nuestras subjetividades. Entonces ese concepto viene a operar a través de una imagen que buscamos dar a través de Tinder y otras aplicaciones similares, asociadas a una categoría o lo que queremos proyectar a través de distintos conceptos”, señala Bergenfreid.
De todos modos, la especialista también destaca que hay un tipo de usuario que sí está dispuesto a querer trascender a esa primera imagen para poder contar su historia y escuchar la del resto, buscando conectar realmente.
Una nueva función en pandemia
Durante 2020 y principalmente gracias a los efectos de la cuarentena, Tinder aumentó sus usuarios en un 15% y sus suscriptores en un 16%. La paradoja de que una app pensada para concretar citas presenciales se haya popularizado en tiempos de encierro, se explica en gran parte porque Tinder asomó como una de las plataformas alternativas para hacer vida social, tal como Zoom o Houseparty.
Sin embargo, el décimo aniversario pilla a la compañía en un momento de inflexión. La semana pasada la empresa reportó ganancias del último trimestre, pero aunque son un 12% más altas que las del año pasado en el mismo período, han generado comentarios de los analistas sobre un estancamiento: se esperaba un crecimiento mucho mayor. Ante ello, la directora ejecutiva de Tinder, Renate Nyborg, renunció a menos de un año de asumir el puesto. En medio de este escenario, Match Group -comglomerado dueño de Tinder- anunció la suspensión de sus planes de adoptar nuevas tecnologías, como monedas virtuales y citas basadas en metaversos.
El CEO de Match Group, Bernard Kim, expresó a los accionistas de la empresa su frustración con el desempeño que está teniendo Tinder, y reconoció que la aplicación no ha podido lograr su usual éxito de monetización en los últimos trimestres, incumpliendo las expectativas de crecimiento de ingresos de la compañía. Se estima que en parte eso obedecería a que con el desconfinamiento por Covid, las personas hoy están privilegiando conocer más gente en persona y no a través de chats.
En las largas cuarentenas, todo era distinto. “Para mí, estando soltero, fue difícil la pandemia, en el sentido que siempre he sido una persona muy sociable y compartir y salir con amigos y amigas es algo que me gusta mucho. Y la pandemia se llevó todo eso, entonces Tinder trajo una nueva forma de conectarnos”, opina Andrés, ingeniero comercial de 28 años y usuario de Tinder.
Andrés bajó la app por primera vez en 2014, pero luego de una mala experiencia en una cita decidió dejar de usarla. La pandemia lo llevó a reencantarse con Tinder y, aunque su uso de la plataforma fue disminuyendo junto a las restricciones sanitarias, todavía la usa ocasionalmente.
“Llega cierta edad en la que te empiezas a juntar con la misma gente. En el colegio y en la universidad estabas todo el rato conociendo gente nueva, pero llega un punto en que eso se atasca, entonces Tinder ayuda a poder seguir conociendo gente”, señala Andrés, que en los meses de desconfinamiento incluso usó la app para coordinar salidas grupales.
Aunque antes de la pandemia, la visión de Andrés coincide con el primer impulso de Belén al bajar Tinder, el de ampliar la vida social. Esta funcionalidad, según Bergenfreid, puede traer tanto ventajas como desventajas.
“De todos modos es una forma para mantenernos más en contacto, lo que es algo bueno y algo malo porque en un sentido hace más fácil este encuentro social, ampliando el círculo, pero a veces también es un escudo muy grande poder satisfacer algo de lo social en esta dimensión y no alcanzar la otra dimensión de lo social en el cuerpo y la presencialidad”, dice.
Con respecto a su uso en la pandemia, la especialista sostiene: “Hubo un abuso de este contacto virtual y hoy hay gente que está buscando la manera, en terapias incluso, de cómo poner un límite a esta hiperconectividad, que finalmente es detonante de muchos síntomas relacionados a lo ansiedad”.
Valorización de la compañía
A pesar de las aprehensiones que puedan seguir generando las apps de citas, es evidente que Tinder ha logrado posicionarse y convertirse en algo cada vez más cotidiano durante sus 10 años de historia.
“En Chile es difícil contar que conociste a alguien por Tinder. Al menos en el momento en que conocí a Alex era extraño, aunque ahora quizás ya no. Se ha normalizado conocer gente por aplicaciones o redes sociales”, señala Belén.
Andrés la complementa: “Ha cambiado el foco que tenía Tinder inicialmente, que yo siento que era para encuentros más casuales, pero que después empezó a ser una herramienta para conectar con gente, incluso concretar una salida grupal”.
Así, Tinder entra a su segunda década de vida con ingresos el año pasado de US$1.600 millones y una valorización actual estimada en US$42.000 millones.
Aunque es la app de citas por excelencia, otras iniciativas como Bumble o Badoo han tomado fuerza, lo que obliga a Tinder ha seguir reinventándose. Dentro de las novedades que ha implementado la app este año se encuentran el “Festival mode” para encontrar a personas que asistirán a un mismo evento o la modalidad “Cita a ciegas” que permite a usuarios interactuar sin haber visto sus fotos previamente.
Este evento, que reunió en el Teatro Municipal de esa ciudad a expositores de distintas soluciones tecnológicas -entre ellos, Kinesix VR, Zeus y Huawei, partners de Claro empresas- fue también el punto de partida para la nueva Corporación de Innovación y Desarrollo Sostenible de la Ciudad Jardín.
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