Columna de Vivianne Blanlot: las desigualdades en la pandemia

RZVYJOD3ERC5JA5G3J2YRJPOCA

La economista y exministra de Defensa, quien actualmente se desempeña como directora de Antofagasta Minerals, CMPC y Colbún, hace aquí su Relato Personal de la cuarentena. Sus preocupaciones personales y laborales, la sociedad resiliente y lo que ha evidenciado la pandemia.


En el encierro todos hemos entrado en rutinas totalmente distintas a las que estamos acostumbrados. Y eso no es fácil. En lo más personal, la imposibilidad de ver a familia y amigos. Tengo la fortuna de estar con mis hijos en casa, y eso ha llevado a que este sea un tiempo de encuentro, de conversar mucho, algo para lo que en la vida normal no hay mucho tiempo. Mis dos hijos son profesionales y trabajan desde casa ahora. Para los que somos afortunados de seguir trabajando, ha significado un espacio de reflexión. En el plano profesional, cuando partió la pandemia tuve dos preocupaciones principales: primero, qué pasaría con la actividad de las empresas en cuyos directorios participo. En qué medida se podría seguir operando y bajo qué condiciones. Afortunadamente, esa incógnita se despejó muy rápidamente, dado que se adoptaron de inmediato protocolos encaminados a proteger, en primer lugar, la salud de las personas, y sujeto a eso, continuar las operaciones. Las empresas en que participo, en los sectores minero, de energía y celulosa y papel, han tenido la capacidad de enfrentar este período sin pérdidas de empleo significativas, y sin situaciones de salud que hagan aconsejable dejar de operar. Esto ha requerido de un gran esfuerzo de toda la organización, gran dedicación y flexibilidad para ajustar formas de trabajo a circunstancias nunca vividas antes. Mi segunda gran preocupación fue desde el comienzo y sigue siendo el grave daño que esto representa para la economía y la sociedad en su conjunto. El alto costo para una gran mayoría de los chilenos, que han visto afectados sus ingresos y empleos. Muchos no tienen reservas, viven con los ingresos justos semana a semana, y esta es una situación extremadamente grave y angustiante. Normalmente paso mucho tiempo leyendo y, por tanto, no soy alguien que necesite salir para estar bien. Trabajar desde la casa es algo bastante natural para mí, pese a que echo de menos el contacto, el trato cercano, la expresividad de la cercanía en los ámbitos de trabajo. Pero creo que soy de esas personas que puede resistir trabajando así durante mucho tiempo sin problema. Ahorrarme los desplazamientos yendo a reuniones, ha significado tiempo extra para leer mucho, para retomar temas que siempre me han interesado. En particular ahora, el análisis histórico de situaciones de crisis social, y cómo se han resuelto, historias sobre cómo se retoma la vida después de crisis importantes, no sólo de salud, sino de catástrofes naturales o guerras. La pandemia y el encierro no afectan a todos por igual. Se hacen más evidentes las desigualdades económicas y sociales, y también la desigualdad de  género. En el contexto económico, afecta mucho más a algunos sectores que a otros, y eso implica que como consecuencia al salir de ella veremos acentuada la desigualdad en la distribución del ingreso y los graves problemas sociales que eso conlleva. Todas aquellas actividades altamente intensivas en trabajo físico, en industrias que no tienen la capacidad de organizar el trabajo en forma segura, han sufrido enormes pérdidas que será difícil y/o lento recuperar. La gran industria manufacturera y la gran minería han podido adaptar sus protocolos para mantener el cuidado de la salud y en gran medida hacer viable la continuidad en las operaciones. El gran desafío en el corto plazo es potenciar una recuperación económica que reduzca el efecto regresivo en la distribución del ingreso. En el mediano y largo plazo, y en una economía en que la transformación digital y la automatización ya estaban en marcha y posiblemente se aceleren como producto de la pandemia, el desafío es lograr que sus beneficios sean percibidos por toda la sociedad y no, como es peligrosa y altamente probable, por los sectores altamente educados y entrenados y en desmedro de un porcentaje importante de los chilenos con baja capacitación. Otra de las grandes desigualdades, la de género, se ha hecho nuevamente evidente en esta pandemia. Para las mujeres que pueden continuar trabajando, ya sea en forma remota o reinventándose y emprendiendo actividades distintas, se hace evidente la dificultad de conciliar su trabajo con el cuidado de niños que permanecen en casa, adultos mayores y familiares enfermos, sin posibilidad de ayuda externa. Las mujeres siguen teniendo la responsabilidad principal en esos roles, y el confinamiento les impide recurrir a los apoyos que  existen en tiempos normales. Esto pone de manifiesto que si bien el trabajo desde la casa puede tener ventajas para algunas mujeres, eso sólo será así si existen las condiciones en el hogar que lo hagan posible. El otro problema que aumenta el costo de la pandemia para las mujeres es la violencia intrafamiliar. Tener que convivir en confinamiento con una pareja propensa a la violencia, existiendo factores estresantes adicionales como la pérdida del empleo y la incertidumbre, acrecienta el riesgo para muchas mujeres y niños. Si bien se ha avanzado en políticas públicas dirigidas a la paridad de género y el control de la violencia intrafamiliar, la raíz cultural de estos problemas es profunda. Afortunadamente nadie en mi familia se ha contagiado. Pero sí tengo amigos, amigas, cuyos familiares han estado contagiados. En lo personal, no he tenido miedo en ningún momento, pero aún así he estado en cuarentena ininterrumpida desde el 16 de marzo, incluso durante el período en que no era obligatorio en mi comuna. Una reflexión, o quizás una esperanza recurrente en este tiempo, ha sido si los chilenos hemos tomado más conciencia en el curso de esta crisis de la forma en que el destino de cada uno se construye con todos. Que sólo la cooperación, la inclusión, permite a todos vivir en una sociedad más resiliente, para beneficio de todos. Que la colaboración y el pensar juntos, y no el conflicto y el enfrentamiento, nos permiten avanzar. Esto es evidente en temas de salud. Aquellos que no se cuidan, afectan a todos los demás. Quienes protegen a otros se están protegiendo a si mismos. Nadie puede triunfar y desarrollarse sostenidamente en una sociedad desequilibrada y en conflicto.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.

Este evento, que reunió en el Teatro Municipal de esa ciudad a expositores de distintas soluciones tecnológicas -entre ellos, Kinesix VR, Zeus y Huawei, partners de Claro empresas- fue también el punto de partida para la nueva Corporación de Innovación y Desarrollo Sostenible de la Ciudad Jardín.