Voto electrónico: ¿Qué falta para implementarlo en Chile?
Aunque en diciembre pasado hubo una votación online, organizada por municipalidades, y donde participaron más de dos millones de personas, el voto electrónico es resistido en Chile y el mundo, luego de varias experiencias fallidas. Aquí, dos especialistas en el área hablan de los pro y contras y porqué es una discusión de largo alcance.
El voto electrónico o e-vote se sustenta básicamente en dos tipos de plataformas: máquinas de votación electrónicas o votos emitidos a través de un sistema digital encriptado en línea. Esta última opción permite no solo la posibilidad de emitir un voto a través de internet, sino también acceder a otros ítems relacionados con la votación, como resultados en línea, patrones, tabulaciones y mucho más.
En teoría, el voto electrónico debiese ser una de las medidas más democráticas existentes hoy en día para participar en una elección popular. Se trata de que la gran mayoría del electorado tenga acceso a la posibilidad de votar, sin necesidad de trasladarse a locales de votación, eventualmente alejados o de difícil acceso. Los beneficios son cuantiosos: automatización del proceso, rapidez en el conteo y en la publicación de resultados, reducción de costos operacionales y logísticos y mayor participación ciudadana, entre otras cosas. En países en donde la cantidad de gente que vota es poca, el voto electrónico, idealmente, debiese ser una panacea. Pero salvo casos puntuales en nuestro país, especialmente en contextos municipales, el voto electrónico es algo aún lejano de ser implementado a nivel macro en Chile.
Hay casos concretos. Como el de la empresa EVoting, que se encarga justamente de establecer plataformas de votación electrónica. Según José Miguel Piquer, académico y socio fundador de EVoting, “en realidad, el voto electrónico ya es una realidad en nuestro país”. Y se explaya: “Hemos hecho más de 800 votaciones. Trabajamos permanentemente con sindicatos, municipalidades, asociaciones profesionales, empresas y universidades. Con nosotros vota la CUT, la ANEF, el Colegio Médico, sindicatos de Codelco, de Latam, entre muchos otros. En diciembre de 2019 hicimos la votación electrónica más grande en la historia del país, en la que 29 municipalidades votaron con nosotros en la Consulta Nacional de Municipalidades y recibimos 1.055.044 votos en nuestra plataforma”.
El socio fundador de EVoting, eso sí, matiza con las votaciones de autoridades a nivel nacional. “Coincidimos que en Chile aún no están dadas las condiciones aún para que el voto electrónico se utilice en las elecciones de autoridades nacionales. Como cualquier desarrollo tecnológico, el sistema requiere seguir mejorando en forma continua y también requiere que la ciudadanía lo vaya aceptando y probando”. Y entonces sentencia: “Consulta Municipal evidenció que el Estado tiene capacidad limitada para organizar plebiscitos, elecciones y consultas presenciales”.
Las dificultades del voto electrónico
Alrededor del mundo, el voto electrónico no ha sido la mágica solución digital que los gobiernos hubiesen querido tener. Muchos se cuestionan: ¿Por qué innovar, si marcar un papel con un lápiz, como se ha hecho siempre, ya es suficiente? Las preocupaciones respecto al voto electrónico son variadas.
La primera de ellas tiene que ver con las posibles alteraciones que los votos electrónicos pudiesen sufrir a partir de un hackeo masivo, es decir, que un tercero interfiera maliciosamente en el proceso para alterar los resultados. O que la aplicación utilizada no entregue correctamente los resultados, tal como sucedió a comienzos de febrero en el caucus demócrata del estado de Iowa, en EE.UU., donde pasó justamente eso y la votación tardó más de lo presupuestado en quedar contabilizada y tabulada.
En ese mismo país, a mediados de 2018, las máquinas de votación electrónica en los estados de Georgia y Texas también sufrieron alteraciones. Y ese mismo año, la Academia Norteamericana de Ciencias, Ingeniería y Medicina destacó en un lapidario reporte al respecto que “no tenemos, en el presente, la tecnología como para ofrecer un modelo seguro de votación a través de internet”.
Cada vez existen más metodologías de seguridad que, a la larga, ayudarían a que el proceso se realice de manera efectiva y sin ningún tipo de contratiempo, tanto para el votante como para la entidad encargada de recibir los votos. Por un lado, se están implementando soluciones biométricas que permiten –y aseguran– que el votante sea quién dice ser, más allá de su cédula de identidad. Así, tras el escaneo digital de una huella dactilar o el iris ocular, el proceso asegura que la persona es, exactamente, quien dice ser. Y por otro, el concepto de inteligencia artificial ayuda bastante, de manera particular en lo que se refiere a detectar anomalías o procesar data para pillar patrones extraños en alguna mesa de votación durante en el proceso y levantar señales de alerta, si es que fuese necesario.
Países electrónicos
India utiliza máquinas electrónicas para votar desde el año 1998, pero es Estonia el país considerado como el primero en implementar el voto electrónico, a través de internet, en 2005. En 2007 sufrieron un ataque cibernético que, más allá de los daños, no amilanó el proceso, que se sigue utilizando hasta el día de hoy. India utiliza máquinas electrónicas desde 1998. Filipinas y Mongolia, desde 2010.
Y existen muchísimos países que parcialmente están implementando votaciones electrónicas. Pero también hay naciones que lo implementaron en su momento y hoy no quieren saber nada al respecto, como es el caso de Holanda, Suiza, Paraguay, Irlanda y Alemania, entre otros. Sin ir más lejos, a mediados de febrero República Dominicana tuvo que suspender sus elecciones municipales nacionales, debido a problemas con su plataforma de voto electrónico.
En el caso chileno, la Asociación Chilena de Empresas de Tecnologías de la Información, ACTI, declaró que Chile “está preparado para incorporar el voto electrónico en el plebiscito de la nueva constitución”. Sin embargo, el mismo SERVEL ha manifestado que Chile no está listo para esto, y citan la piratería, el malware y la ciberseguridad como los principales factores en contra, además de algunos casos fallidos. El tema se ha discutido ampliamente, aunque, hasta ahora, las únicos casos de voto electrónico concretos, casi de manera experimental, han sido consultas municipales.
El último caso fallido en Chile, a gran escala, sucedió en 2018, con las elecciones de la UDI. Hubo fallas en la conexión e inestabilidad en el sistema que estuvo a cargo de EVoting. Tras los problemas, debió ser pospuesta, pero esa vez con voto presencial.
Para Pablo Matamoros, experto en marketing político y digital, “lo importante del voto electrónico es la legitimidad frente a la ciudadanía, es decir, que éste sea universal, secreto e informado. Y hoy, el voto electrónico no lo garantiza, lo que genera un problema de legitimidad. Finalmente, termina siendo un problema más que una solución. En sindicatos, juntas y grupos menores o más acotados podría funcionar sin problemas. Es decir, en procesos donde la democracia no esté en juego. Pero a nivel país, no aún”.
El especialista en temas digitales dice que “hasta que no se genere una identidad digital clara, no habrá garantías. Si se llegan a generar condiciones tecnológicas que garanticen confianza y una identidad digital, además de contar con una democracia más directa, en donde se tomen decisiones más amplias para el ciudadano, ahí podríamos volver a conversar. Por lo pronto, ‘ante la duda, abstente’”.
José Miguel Piquer, de EVoting, también apunta a que “la discusión no se debe centrar en una disyuntiva entre voto en papel y voto electrónico, sino en cómo logramos resolver las exigencias de participación creciente y cada vez más directa, que enfrenta nuestra democracia y ver cómo la tecnología puede colaborar. Ante las limitaciones de plazos y costos, ¿qué hacer? Pensamos que acá el voto electrónico es una alternativa confiable, segura, eficiente y transparente”. La discusión está sobre la mesa.
Este evento, que reunió en el Teatro Municipal de esa ciudad a expositores de distintas soluciones tecnológicas -entre ellos, Kinesix VR, Zeus y Huawei, partners de Claro empresas- fue también el punto de partida para la nueva Corporación de Innovación y Desarrollo Sostenible de la Ciudad Jardín.
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