A favor de este rápido desarrollo han jugado varios factores. Por ejemplo, el hecho de que muchos científicos hubieran trabajado con el anterior coronavirus, el SARS, que en 2003 costó la vida de cerca de 800 personas. Y principalmente, claro, está el factor económico.
Detrás de todo este impulso no sólo está el interés científico por curar la enfermedad que ha paralizado a todo el mundo y que hasta la fecha ha matado a más de 685 mil personas. La demanda asegurada de miles de millones de dosis ha desatado una carrera sin pausa en la industria farmacéutica. Al mismo tiempo, ha hecho que los gobiernos de todo el mundo comiencen a tomar posiciones para intentar asegurar el acceso a alguna de las vacunas cuando estas estén listas.
Así, el gobierno de Estados Unidos, por ejemplo, ha puesto a disposición de varias compañías farmacéuticas millones de dólares para acelerar su trabajo, y ha negociado acuerdos con otras para comprar millones de dosis por adelantado, aun cuando no exista todavía la certeza de que éstas sean efectivas. ¿Qué pueden hacer y qué están haciendo el gobierno chileno y la comunidad científica chilena para asegurar el acceso a esas vacunas?