Crónica Estéreo | El fin de una secta: la captura de Natalia Guerra
La Tercera
2012 fue un año particularmente rentable para la charlatanería, el esoterismo y las psicosis. A fines de ese año, según antiguas profecías, se acabaría el mundo. En ningún caso ese tipo de creencias resultó en algo tan grave y dramático como en la llamada Secta de Colliguay, el grupo liderado por Ramón Castillo, quien se hacía llamar Antares de la luz, y que perpetró el sacrificio de un recién nacido, quemado vivo por su propia madre en un ritual. Esta semana, la detención de esa madre, Natalia Guerra, quien estaba prófuga, no solo sirvió para recordar los extremos a los que las sectas pueden llegar, sino cómo ese caso en particular obligó a la policía a monitorear las actividades de esta clase de grupos con mayor recelo.