Nadie dijo que iba a ser sencillo, pero parecía un plan prometedor: reemplazar los medidores eléctricos en todo el país para tener una red inteligente, de nueva generación, que esté preparada para la nueva realidad de consumo energético de las próximas décadas. Pero algo salió mal en el camino, y el pasado lunes 29 de abril el gobierno echó pie atrás. ¿Cómo una idea de futuro se transformó en una crisis política del presente?