A mediados de la semana pasada, la crisis por el coronavirus en Estados Unidos, y particularmente en el estado más afectado, Nueva York, presentó una postal cruenta y elocuente. La policía de la ciudad atendió al llamado de los vecinos que denunciaban un pestilente olor y el constante goteo que caía de unos camiones de mudanza para renta estacionados en una avenida en Brooklyn. Al abrir los camiones, encontraron docenas de cadáveres en proceso de descomposición. Una funeraria de la zona, desbordada por la demanda dada la cantidad de muertos por Covid 19, había depositado los cuerpos junto a barras de hielo a la espera de encargarse de ellos. Pero no dio abasto.

En la ciudad de Nueva York, hasta ayer habían muerto más de 18 mil personas a causa de la pandemia. En todo el país, los fallecidos suman más de 68 mil, y los casos de contagios se acercan al millón 200 mil. Hace unos días, la cifra de muertos superó a las 58 mil bajas que registró el país en toda la década que duró la guerra de Vietnam, uno de los eventos más traumáticos de su historia.

Pese al oscuro panorama, la administración Trump insiste en que su manejo de la crisis ha sido todo un éxito y el presidente ha demostrado que su conducción en la emergencia estará fuertemente determinado por su campaña para las elecciones de noviembre, donde buscará su reelección.