En las últimas dos semanas los casos han aumentado en un 20% en 34 estados, muchos de ellos registrando cifras récord. El presidente Donald Trump sigue bajándole el perfil a la crisis, insistiendo en la idea de que el manejo de su gobierno ha sido ejemplar y que el alto número de casos se debe exclusivamente al alto número de testeos. Con ello, pone en aprietos a los gobernadores de su propio partido que han debido no sólo admitir la gravedad del asunto sino también conminar a su electorado a tomar las medidas que el propio presidente desestima.  

Todo en un contexto donde la pandemia se ha politizado en gran medida, y ha pasado a ser codificada en los términos de la llamada “guerra cultural” entre conservadores y liberales. Una división que el presidente, en campaña para su reelección en noviembre, apuesta a radicalizar. Esto es especialmente palpable en los estados del sur del país. Un caso de estudio es el del estado de Texas, cuyo gobernador, el republicano Greg Abbott comenzó desestimando la gravedad de la pandemia y apurando la reapertura económica… hasta que la fuerza de los números lo hizo dar marcha atrás, no sin costos políticos. 

El domingo, el estado registró el mayor crecimiento en un día de casos confirmados. El número de hospitalizados por Covid 19 sigue al alza. Texas registra hasta ahora más de 2.600 muertes.