En un clima político convulsionado como el de nuestro país en los últimos dos años, cuesta encontrar consensos. Un asunto de trascendental importancia, sin embargo, parece indiscutible: Chile ha llevado a cabo una de las estrategias de vacunación contra el Covid 19 más exitosas del mundo. Más del 91% de la población mayor de 18 años ha recibido su esquema completo, y más del 65% de los menores de esa edad también han sido inmunizados. Mientras buena parte del mundo enfrenta el rebrote de la enfermedad luchando por vacunar a su población con dos dosis, en Chile la administración de la tercera dosis ya es norma y exigencia para los pases de movilidad. La semana pasada, el ministro de Salud, Enrique París, anunció que el 15 de febrero comenzará a administrarse una cuarta dosis a la población más vulnerable.
Con justicia, el gobierno luce toda esta operación como un logro. Pero en el inicio del proceso fueron otros los actores clave que permitieron que todo esto sucediera. Si hablamos de una institución, fue la Universidad Católica. Y si hablamos de personas, fue su rector, Ignacio Sánchez, y el doctor Alexis Kalérgis, director del Instituto Milenio de Inmunología e Inmunoterapia. Adelantándose a lo que sucedería en el mundo, estos actores clave procuraron muy temprano en la pandemia que el país contara con el acceso a las vacunas necesarias para emprender la inmunización.
Además, el rector Sánchez ha jugado un rol importante en la otra gran historia que ha marcado estos últimos años: el estallido social y la necesidad de encontrar acuerdos en un Chile dividido. Junto al rector de la Universidad de Chile, Ennio Vivaldi, y a otras autoridades, han relevado el rol social y político de la universidad en nuestro país.
En esta última semana del año, quisimos hacer un balance junto a Ignacio Sánchez, rector de la Pontificia Universidad Católica. Y comenzamos hablando de la pandemia y los esfuerzos por asegurar una vacuna que todavía no existía.