La exploración del fondo del mar ha probado ser una de las tareas más difíciles para el ser humano. Acceder a las zonas de mayor profundidad es complicado y superar los desafíos técnicos implica un alto costo. Todo esto es particularmente difícil al intentar conocer las fosas oceánicas, aquellas regiones donde las placas de la corteza terrestre hacen contacto.
Frente a las costas chilenas, es la Fosa de Atacama, a 8 mil metros de profundidad, la que concentra el interés de los científicos. Ésta encierra respuestas que van desde la formación de la Cordillera de Los Andes hasta los mecanismos moleculares de supervivencia que emplean los diversos organismos que viven en ella.
Hace cuatro años, un grupo de científicos chilenos logró la gesta de obtener por primera vez imágenes del fondo de la Fosa de Atacama, al hacer descender un vehículo no tripulado. Ahora, hace pocas semanas, ese equipo ha llevado el logro más lejos. El doctor Osvaldo Ulloa, director del Instituto Milenio de Oceanografía, pudo bajar personalmente para contemplar aquello a lo que ha dedicado su vida a estudiar. Para alguien que de niño creció fascinado con los relatos de Julio Verne y que creció enamorado de las interrogantes del mar, todo esto fue mucho más que un hito científico.